Mesa 2:
La Historia contada
por Nieves Concostrina
Encuentro con la
escritora y periodista Nieves Concostrina.
Modera: Javier
Velasco
Javier Velasco, editor de la revista TodoLiteratura,
presenta a Nieves Concostrina, periodista, escritora y amante de la Historia.
Nos confiesa Nieves que ha tenido que dejar grabada su
intervención en La Ventana, con Carles Francino, para acudir a estas jornadas,
lo que la agradecemos mucho.
En un ambiente distendido, nos presenta a los seis
personajes que, de una forma u otra, han visto sus vidas entrelazadas, aun sin
conocerse, y tienen en común la antigua sacramental de San Nicolás, regentada
por la iglesia, como todas las existentes en ese momento, que se hallaba en
este lugar en el que nos encontramos, y que fue cerrada por orden gubernamental
(Romero Robledo) en 1884, junto a otras ocho sacramentales de Madrid, por la
falta de salubridad que existía en ellas, siendo foco continuo de cólera y
otras enfermedades.
No es necesario aclarar que estamos sobre un osario, ya que
al cerrar el cementerio, se trasladaron tan solo las tumbas ilustres, pero «Hay
que tener miedo de los vivos, los muertos no hacen nada», nos dice la
periodista.
El 13 de febrero de 1901 un grupo de caballeros, enlutados,
entre los que se encontraban Pío Baroja y Azorín, que más tarde serían
conocidos como Generación del 98, entraron a esta sacramental, a la cuarta
galería del primer patio, lugar en el que se encontraba el nicho de Larra, a
quien querían rendirle homenaje en el aniversario de su muerte.
Unos meses más tarde, Carmen de Burgos, Colombine, llegaba a
Madrid con su hija, huyendo de los malos tratos de su marido. Fue la primera
redactora en plantilla en un periódico en España y la primera corresponsal de
guerra.
¿Y qué es lo primero que hizo al llegar a Madrid? Acudir a
la Sacramental de San Nicolás, que se encontraba, según narró Azorín, «Pasada
la estación de Atocha, al final de una mísera barriada, lindando con la
desolada llanura manchega».
Muy cerca de la tumba de Larra, le llamó la atención un
mausoleo en forma de templete que contenía los restos de Argüelles o Mendizábal
y que hoy están en el Panteón de Hombres Ilustres.
Aquí se abre un paréntesis para contar la aberración
arquitectónica que se hizo para ampliar el colegio de los dominicos dejando dentro
del patio el «campanile» que figuraba en el proyecto inicial de la Basílica de
Atocha, con intención de construirse al modo del conjunto de la plaza de los
Milagros de Pisa. El «campanile» quedó apartado, el cementerio alejado y el
conjunto nunca llegó a existir.
Volviendo a Colombine, consigue que la contrate Augusto
Suárez de Figueroa, director del Diario Universal, con una sección titulada
Lecturas para la mujer. A él se le debe la invención de su pseudónimo.
Con 40 años, Colombine conoce a Gómez de la Serna que solo
tiene 20 años, e inician una relación apasionada.
Nieves Concostrina retoma la historia de Larra considerado
el creador del periodismo moderno que se suicidó el 13 de febrero de 1837. El
entierro fue el más multitudinario que ha conocido Madrid, después del de Lope
de Vega. Se veló el cuerpo en la iglesia de Santiago durante dos días y fue
enterrado en sagrado, a pesar de ser un suicida.
José Zorrilla tenía veinte años, quería ser periodista y
escritor, y pasaba hambre. El frío se lo quitaba en la Biblioteca Nacional. Su
amigo Joaquín Masa le informa del suicidio de Larra y le insta a escribir algo
y acudir al velatorio.
Compuso unos versos, consiguió llegar al cementerio y, según
contó Mesonero Romanos, los leyó, fue muy aplaudido y, aquel día, el del
entierro de Larra, comenzó su fama.
Los restos de Larra serían trasladados a la Sacramental de
San Justo, en dónde se encuentran en la actualidad, en un panteón propiedad de
la Asociación de Escritores. Gómez de la Serna, está enterrado en esa misma
sepultura.
Todos los restos que se han conseguido conservar, son los
que estaban fuera de las iglesias. Calderón de la Barca, Velázquez, Zurbarán o
Lope de Vega, no han sido encontrados en el afán de la iglesia de esconderlos
para no ser profanados.
Colombine murió de un infarto en 1932 y fue enterrada en el
Cementerio Civil de Madrid.
Casualmente, a muy pocos metros, está enterrado Pío Baroja,
que lo pidió expresamente, petición que consiguieron cumplir a pesar de la
presión que se ejerció sobre la familia para que reposase en sagrado.
De esta forma tan amena, nos ha unido la historia de Larra,
Augusto Figueroa, Carmen de Burgos, Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja y
Zorrilla.
Un último apunte, Colombine escribió en 1931 Puñal de
claveles, que contaba el crimen de Níjar, acontecido en 1928. Una tarde,
invitada por Gómez de la Serna a su casa, coincidió allí con Lorca que vio y
leyó la novelita, muy poco tiempo después, publicó Bodas de sangre, basada en
el crimen de Níjar…
«Yo cuento la historia a mi manera, luego hay que ir a beber
a fuentes más doctas»
Con esta frase se ha despedido Nieves Concostrina que ha
merecido una larguísima ovación.
Almudena Gutiérrez |
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