Mesa 5:
Encuentro con Jesús
Sánchez Adalid
La tercera y última tarde de estas Jornadas MNH2019 pudimos
conocer a Jesús Sánchez Adalid, su vida y su obra.
El escritor Víctor Fernández Correas fue el encargado de
presentarle, con una biografía imposible de resumir. Escritor prolífico con
dieciocho novelas publicadas, traducidas a varios idiomas y con importantísimos
premios en su haber, como el Premio Lara de Novela, es sacerdote católico en
ejercicio y académico de número de la real Academia de las Artes y las Letras
de Extremadura.
Recuerda su primera novela publicada, La fuente del Atenor,
a la que llegó como un salto espontáneo desde la lectura. Fue el éxito obtenido
por su novela El mozárabe lo que le permitió hacer una carrera literaria.
Defensor de la novela histórica, ha sido durante muchos años
la gran asignatura pendiente de las publicaciones españolas. El mercado estaba
saturado con el realismo social y había que recurrir a las traducciones. Desde
la década de los 80, los autores españoles comenzaron a publicarla.
No todo es novela histórica, y pone un ejemplo didáctico:
Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, es una historia de amor ambientada en
un periodo histórico determinado. La histórica no la tienen que protagonizar
los grandes personajes, pero tienen que estar.
En la actualidad se ha desbordado un poco, con novelas de
misterio, de ambientación, fantásticas, con magia…Y esto hay que depurarlo para
proteger lo que realmente es histórico. Por este motivo desde hace algunos años
existe la Asociación de Escritores con la Historia de España, de la que Sánchez
Adalid es miembro.
Nos cuenta que escribe a mano y, cuando se sienta ante el
papel en blanco, siempre escribe, las ideas ya están en su cabeza. ¿Cómo han
llegado? Casi siempre de forma misteriosa, no lo puede explicar. Algunas, como
En tiempos del papa sirio, se las facilitan personas. En este caso, a través de
un documento del año 830, de un Concilio que hubo en Roma, en el que estaba
presente el arzobispo de Toledo, Sinderdus.
Trabaja mucho la documentación, por ese motivo necesitó un
paréntesis en el que escribió La mediadora, una «ventolera de aire fresco». Una
novela generacional cuya idea surgió a partir de una sentencia del Tribunal
Supremo, elementalmente injusta, y en la que hace una crítica social y expone
lo alejadas que están las leyes, de la vida, fundiendo en un caso práctico las
diferentes historias que le habían contado. Alternó esta escritura con Y de
repente Teresa, por lo que achacó el éxito de La mediadora a un regalo de Santa
Teresa.
Volviendo a la novela histórica, Almanzor, uno de los
protagonistas de su obra El mozárabe, era un personaje apasionante para
escribir sobre él, aunque las crónicas cristianas lo hubiesen convertido en «la
bestia». Porque con éste, como con muchos personajes históricos, en España nos
hemos dedicado a juzgar la historia en lugar de disfrutarla. Es muy complicada
la ecuanimidad, pero hay que luchar porque la verdad salga a relucir. En este
sentido, el cine, sobre todo el americano, ha maniqueado mucho, los malos son
muy malos y los buenos, muy buenos; y, como dijo Concepción Arenal, «por favor,
no nos inventen más historias, ustedes saben que son mentira, pero nosotros nos
lo creemos».
Otro problema es la falta de rigor histórico dependiendo de
la época. En el caso del Islam, por ejemplo, durante mucho tiempo fue
despreciado; en la época romántica se dignificó; en el pasado siglo XX, el
«maravillosismo islámico» rozó el ridículo; y ahora hemos vuelto al pasado. Lo
que hay que asumir es que forma parte de nuestra cultura y hay que tratarlo con
respeto.
Preguntado por lo que hay de él en su obra, contesta con una
frase de Miguel Delibes, del que aprendió mucho: «Procuro distanciarme de mis
personajes». No obstante, en sus obras plasma su forma de ver la vida. Le gusta
contar la historia como fue, tiene más encanto, es más humana.
Aunque su obra abarca épocas muy distintas, si tuviese que
elegir, le gusta el Siglo de Oro.
Nos cuenta, para terminar, que en sus novelas intenta
equilibrar la ficción y la realidad para que el lector tenga el sentimiento de
que está leyendo una novela.
Almudena Gutiérrez |
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