lunes, 26 de septiembre de 2022

«Solo cinco citas» de Arwen Grey

 

Un cantante de rock, una doctora, un escándalo y… ¿cosa de magia?

Marga tiene la sensación de haber perdido dos años de su vida encerrada entre libros y perdiendo neuronas, cuando en la oposición de Medicina no saca plaza fija. Para compensarla, sus mejores amigas deciden hacerle un regalo muy especial en su cumpleaños, aunque tengan que hacer magia para lograrlo: conseguirle el amor de su ídolo de la adolescencia, el cantante de rock Ángel Hell.

El mánager de Ángel se ha gastado todo su dinero, pero tiene un plan maestro para compensar su error y que volverá a poner al grupo en el candelero. Solo tiene que aprovechar un momento de insospechada fama surgida de un pequeño escándalo de Ángel en el escenario con una fan.

¿Acaso hay mejor manera de ganar dinero y publicidad que vender exclusivas a las revistas del corazón y a la tele?

¿No está esa doctora encantada de pasar tiempo con su cantante favorito?

Solo serán cinco citas, unos cuantos besos y arrumacos de cara a la galería. Ángel tendrá su dinero y, Marga, un poco de alegría en su vida.

Un plan sencillo hasta que la magia empieza a entrar en acción. ¿O será el amor verdadero?

Mi opinión:

Una divertida comedia romántica, con unos protagonistas que ya han entrado en la treintena, con unas vidas muy diferentes a lo que habían soñado.

Ella, tener una plaza fija después de tantos años de estudios de medicina y de ejercer en condiciones más o menos precarias.

Él, haber conseguido una fama que le permitiese vivir con una holgura que no tiene, aunque pueda «ir tirando».

La autora nos presenta a unos protagonistas reales, con ojeras, ropa pasada de moda, pelo alborotado, cansancio… pero en los que percibimos, desde el principio, que son buenos.

El pasado que los unió a ambos, los ha vuelto a reunir, aunque no tienen muy claro cómo. ¿Magia? ¿Casualidad?

Unas citas hilarantes, unas amigas muy particulares, que se preocupan por la anodina vida de su amiga, un grupo de rock en el que las circunstancias van a dejar claro la amistad verdadera que existe entre ellos, un brujo muy simpático, un representante muy malo y un gato con un nombre extraño, «plaza fija».

Todos son importantes en la trama, ingeniosos, divertidos, con un punto de romanticismo, cada uno a su manera.

Como en todas las novelas de Arwen Grey, muy buenos diálogos y, por supuesto, crítica social.

Crítica al «postureo» de las redes sociales, a los montajes de la llamada prensa amarilla, a los programas de cotilleo y a la precariedad laboral en el ámbito sanitario.

Una novela agradable que terminaréis con una sonrisa.


Almudena Gutiérrez


lunes, 19 de septiembre de 2022

«El regreso» de Antonio Lagares

 


La amistad tiene sus límites, y las bromas y el amor también. Pero el doctor Espinosa se creía por encima de la ley, el orden y el respeto. Por eso, no dudó en amargarle la vida a Santiago, su mejor amigo, ni mucho menos en destrozarle la existencia a María, la novia del momento. Entre tanto, alguien ocultaba tras su sonrisa un odio visceral y una sed de venganza a punto de estallar. El destino se encargaría de demostrarles a todos que nadie se sale con la suya y que siempre quien las hace, las paga. ¿Es eso que llaman justicia «poética»?

Con El regreso nos embarcamos en una historia de pullas infantiles, de amores frustrados, de engaños, violencia e hipocresía. A través de Lorena, Luis, Santiago y María, asistimos a una demostración de que ningún ser humano es perfecto, cuando de vengarse se trata.

Mi opinión:

Esta novela en la que Antonio Lagares se sale de su zona de confort es, ante todo, la historia de una amistad tóxica de consecuencias inimaginables, tan tóxica que marcará el destino de sus protagonistas.

Con unos personajes muy marcados, de los que iremos conociendo su pasado y su presente, en un tapiz en el que se van mezclando sus vidas, no siempre tal y como nos lo imaginamos, con intriga en cada capítulo, en los que el autor deja la puerta abierta a la imaginación del lector, al que no defrauda en ningún momento.

Diréis que no estoy contando nada, pero, si queréis disfrutar de esta novela, es mejor que no sepáis, que lleguéis a su lectura sabiendo que os va a sorprender, que no vais a poder dejar de leer porque tiene unos giros magníficos y un final, con lo difíciles que son los finales, digno de una buena narración.

Con un inicio un poco lento, aunque necesario para entender después el desarrollo de la trama, hay que destacar el magnífico perfil psicológico de los personajes, algo en lo que el autor es especialista.

Antonio Lagares ha aprovechado para hacer una reflexión sobre las clases sociales, los chavales que tienen «las espaldas cubiertas» porque sus padres son personas influyentes, y saben que sus actos no tendrán consecuencias o, al menos, no las mismas que en otros chicos de diferente estrato social. También reflexiona sobre la sanidad privada y la posible manipulación de pruebas y resultados.

Con esta lectura nos plantearemos, una vez más, que la maldad es inherente al ser humano, que solo necesita un detonante para que aflore y que la venganza es, en mi opinión, una forma de maldad.

Solo me queda invitaros a que leáis El regreso, os va a gustar.

Almudena Gutiérrez


lunes, 12 de septiembre de 2022

«La biblioteca de fuego» de María Zaragoza

 

Editorial Planeta

Premio Azorín de novela 2022

A veces las personas pequeñas hacen grandes cosas y guardan después silencio.

En el efervescente Madrid de los años treinta, Tina sueña con convertirse en bibliotecaria. Junto con su amiga Veva, se adentrará en un mundo de cabarets y clubs feministas, libros malditos y viejos fantasmas. Así descubrirán la Biblioteca Invisible, una antigua sociedad secreta que vela por los libros prohibidos.

Pronto Madrid se convierte en una ciudad sitiada, donde la cultura corre más peligro que nunca. En medio de una guerra que lo arrasa todo, Tina vivirá una historia de amor clandestina que marcará el resto de su existencia mientras trata de proteger los libros no sólo de los incendios y las bombas, sino también de la ignorancia y los saqueadores.

Una novela emocionante e imprescindible sobre el amor a la cultura. Un sincero homenaje a quienes arriesgaron sus vidas para preservar el tesoro de nuestras bibliotecas.

Mi opinión

En esta novela María Zaragoza ha sabido tejer su ficción con la Historia y lo ha hecho de forma que casi no sepamos distinguir una de otra.

Nos permite dar un paseo por los acontecimientos más importantes de nuestro país, conociendo a sus gentes, cómo vivían, cómo sufrieron la guerra, tan diferente en los distintos puntos de España.

Los libros y la ciudad de Madrid, son dos de los protagonistas de esta historia, en la que se ha querido homenajear a muchos seres anónimos que pusieron sus vidas en peligro para salvar nuestro patrimonio, en este caso los libros, de la locura de la guerra y de la barbarie de aquellos a los que no les interesaba que otros pudiesen conocer la libertad a través de la lectura.

También podremos recrearnos con el ascenso de las mujeres en un tiempo en el que estaban relegadas a un segundo plano. Podremos entender un poco mejor la diferente educación de la mujer de provincias, tanto en la forma de pensar como en su vestimenta o su misión en la vida, que estaba relegada a un buen matrimonio, con algunas mujeres de Madrid, por supuesto de la burguesía, que empezaban a conocer otra forma de vida paralela a los hombres y no solo complementaria.

A través de estas páginas acudiremos a tertulias con Lorca, conversaremos con María de Maeztu y conoceremos el Lyceum Club Femenino que ella presidía y lloraremos la muerte de Hildegart. Pero también bajaremos al infierno cuando se retroceda en casi todo lo que se había conseguido.

Una novela con muchos personajes, reales y de ficción, que conviven magníficamente. Los ya conocidos, por aparecer en los libros de Historia, puede que nos sorprendan, los que han nacido para esta novela, están tan bien perfilados, son tan profundos, que casi dudaremos si se los ha inventado la autora.

Tina, la protagonista indiscutible, irá creciendo desde que saliese de la casa familiar para venir a estudiar a la capital. La trasformación de la chica provinciana de buena posición a la mujer en la que se convierte cuando acaba la guerra, hace vibrar al lector, viviéndolo en primera persona.

A Tina la acompañan tantas personas a lo largo de esta historia que es imposible nombrarlos, por lo que me quedaré con los que más me han cautivado, la tía Paca y el Conde Duque.

La pensión de la tía Paca, nos acercará a la soledad de la vejez, la necesidad de compartir los recuerdos, la ayuda y la solidaridad. Nos abrirá las puertas al mundo de los espíritus y de algún que otro fantasma y, por supuesto, al amor, ese que nace en los momentos más difíciles.

Con una narración exquisita, sencilla, sin florituras, sin abusar de la extensa documentación que tiene que haber utilizado la autora para escribir esta obra, mi humilde opinión es que los premios, a veces, son muy, muy merecidos.

En el número 52 podréis leer la entrevista que le hicimos a la autora, María Zaragoza.


Almudena Gutiérrez


lunes, 5 de septiembre de 2022

«Las herederas de la Singer» de Ana Lena Rivera

 


«Las herederas de la Singer» cuenta la conmovedora historia de las mujeres de una familia ligadas a una máquina de coser que custodió un secreto durante cuatro generaciones.

El día que la joven Aurora se vio obligada a trabajar en la mina tras el accidente de su padre, se juró a sí misma hacer lo que fuera necesario para salir de aquel infierno.

Un matrimonio sin amor y la máquina de coser Singer de segunda mano que recibe como regalo de bodas le proporcionarán una nueva forma de salir adelante, hasta que un terrible suceso convierte la Singer en la única prueba de la amenaza que la perseguirá toda la vida.

Muchos años después, la complicidad que teje con su biznieta Alba desvelará el secreto que ha planeado sobre las mujeres de su familia.

Mi opinión:

Empiezo por decir que me ha cautivado esta historia de cuatro generaciones de mujeres a lo largo de noventa años.

Como nieta de una joven viuda que se ganaba la vida pedaleando en una Singer, y que fue la mujer más feliz del mundo cuando su hijo le regaló una Singer automática en la década de los sesenta, me cautivó el título y la sinopsis, pero no tenía ni idea de que me iba a enfrentar a la historia de las mujeres en la cuenca minera asturiana durante los durísimos años que les tocó vivir, que no se limitaron a la guerra civil

«La guerra aquí comenzó con la revolución del treinta y cuatro. Ahí empezaron años de sufrimiento y de muerte. Y después, ¡ay, después! No hubo época más mala que la posguerra: todo era trabajar y trabajar, día y noche, y pasar hambre, miedo y penurias. Y el hambre terminó, pero el miedo duró décadas… ¡Ojalá hubieran sido tres años! Cuántas vidas se hubieran salvado»

Con valentía, sin recrearse, pero sin evitar contar lo que allí ocurrió, la represión de la que fueron objeto, lo que sentían las familias de los mineros, las malas lenguas, el terror a enfermar y que no llegase el pequeño jornal, los diferentes estratos sociales dentro de los propios mineros, el papel de la mujer, en una época en la que no eran nada y allí menos. Pero también, la amistad, la ayuda, los lazos que la miseria consigue atar tan fuerte que duran toda la vida.

Fuera de Asturias, Madrid y Sevilla, y vuelta a las mentiras para sobrevivir, mentiras más modernas, según nos vamos acercando al final del siglo XX, pero mentiras, al fin y al cabo.

Una historia de renuncias, algunas obligadas por los tiempos, otras voluntarias, con origen en la sociedad que les rodea.

La narración no tiene un hilo temporal, sino que da saltos continuos, aunque está tan bien narrada que el lector no se pierde. Capítulos cortos le dan un ritmo narrativo que no decae en ningún momento, a mí me atrapó desde la primera página. Con varias voces narradoras, una de ellas en primera persona, es un esquema complejo del que ha sabido salir con sobresaliente. Diálogos frescos, con muy diferentes formas de hablar, identificando a cada uno y el papel que le ha tocado.

Cuando cerramos el libro, conocemos perfectamente a las cuatro mujeres protagonistas, pero también a todos los personajes secundarios, que nos ha ido perfilando con maestría. Los hombres, sus distintas formas de actuar, las amigas, Olvido, la madre de Aurora, que juega un importante papel en la historia, Florita, Ramona, la abuela Herminia, maravillosa mujer de la que me he quedado prendada, Pilar, Paloma, Paulino, Carlos, merece la pena conocerlos. Muy hábil la descripción de los espacios, y saber modular la emoción y tensión necesaria en cada momento

Me ha gustado el recurso que utiliza para ponernos en antecedentes de la época que estamos leyendo, con detalles como la Eurovisión, una canción que se escucha en la radio o el ataque a Pearl Harbor, lo que muestra la gran documentación que ha utilizado para no dejar «puntada sin hilo».

Por último, el final. Que una novela que cuenta una saga, de un giro que te deje boquiabierta y que no te esperas, ya es un logro. Pero, además, la novela podría terminar con el último capítulo, pero la autora nos ha querido regalar un epílogo lleno de esperanza que permite que cierres el libro con una sonrisa, como algunas de las que nos han dedicado Aurora y Alba en las escenas que comparten.

Muy, muy recomendable.

En el número 51 podréis encontrar la entrevista que le hicimos a la autora, Ana Lena Rivera.

Almudena Gutiérrez



viernes, 2 de septiembre de 2022

«Aroma de mar»

Por un error al enviar el documento a la redacción de la revista, este relato se ha publicado incompleto. A continuación podéis leerlo tal y como salió de la pluma de la autora.

Aroma de mar


El último día, la última aspiración con olor a mar, el último turquesa abrazando el oro de la arena. Mi descapotable totalmente al descubierto, con la canción Tan cañí de Alhoeverah, sonando a toda pastilla, (más hortera no se podía ser), pero necesitaba ese toque aflamencado para poder seguir conduciendo de regreso a casa. Iba tan despacio que a veces otros conductores expresaban a base de pitadas eternas, que me sacaban de mi ensoñación, su cabreo. Y claro está, también me ofrecían clásicos como: «¡Vas pisando huevos! ¡Mujer tenías que ser! ¡Con lo guapa que eres y lo mal que conduces!». Yo los miraba desafiante detrás de mis gafas oscuras y les lanzaba un beso rojo, que los dejaba ojipláticos, después me adelantaban y adiós muy buenas.

Nadie me podía impedir deleitarme con la vista de las últimas olas rizando los recuerdos de aquellos días de verano, que, por esperados, se convertían en un espacio breve, casi inexistente.

La canción sonaba una y otra vez, con ella reviví un bailecito que me marqué la última noche con el tipo que me había robado el corazón aquel verano, Alfredo. Pero bueno, tenía su teléfono, él también vivía en la ciudad, quién sabe…

Me llamase o no, ya nadie me quitaba lo bailao.

Después de cinco horas y media de viaje, llegué a Madrid. Aún estaba medio vacío, sin mucho tráfico, lo cual me hizo disfrutar de un paseo lento por La Castellana. Hacía rato que no llevaba la música puesta, y me pareció oportuno hacer una entrada triunfal, totalmente hortera, con la cancioncita, entre otras cosas para evitar empezar a llorar de nostalgia.

Llegué al garaje, Antonio me saludo riéndose al verme aparecer con la música a todo volumen.

—¡Señorita Marcela! Ya está usted de vuelta. Cómo se nota su ausencia.

—Yo siempre tan discreta, ¿verdad?

Ambos reímos. Entré a mi plaza y le di las llaves para que subiera el equipaje.

Mientras esperaba el ascensor, vi llegar a Martina y a su hija.

—¡Hola, Marcela! ¿De vuelta de vacaciones?

—¿Qué tal Martina? ¡Hola, Marta! Sí, acabo de llegar en este mismo instante. ¿Llevas libros en esa bolsa?

—Sí, justo llegamos de hacer las compras del material escolar para el inicio de curso.

—Me recuerda mis años de estudiante. Ese aroma a libro nuevo, a lápices, cuadernos… ¡Qué recuerdos!

—¿No te parece, Marcela, que el año comienza en septiembre?

—Sí, el año comienza en septiembre y termina en el mar. Bueno llegué. Nos vemos.

—Claro que sí, Marcela. A ver qué tal se nos da este curso.

Sonreí y salí del ascensor con un pellizquito en el corazón. Abrí la puerta y entré en casa. Agradecí la suave penumbra, que me permitía no ser consciente de que el verano había terminado para mí.

El teléfono sonó. Comprobé que era Alfredo. No esperaba su llamada tan pronto, pero con ella, la estancia se inundó del aroma del mar.

Ángeles Colmenar Toribio

Publicado en el número 54 Pasar Página