lunes, 29 de abril de 2019

I Semana del Libro de Arganzuela





La pasada semana tuvo lugar la I Semana del Libro de Arganzuela que culminó el sábado con la celebración de la I Feria del Libro, que resultó todo un éxito.
Durante toda la semana, hubo varios actos. El jueves 25 acudimos a una charla sobre mujeres, feminismo y literatura, en la Librería Compás.
Se estableció un interesante coloquio en el que pudimos cambiar impresiones con una editora, perteneciente a www.clasicasymodernas.org, una bibliotecaria, Marisa Mediavilla, fundadora de la Biblioteca de la mujer que hoy día sigue luchando porque tenga un espacio, y la escritora María José Palma Borrego. Nos pusieron al día del cómo era y cómo es hoy el mundo del libro y la mujer, tanto como protagonista de las historias como para las propias escritoras.
Se siguen encontrando importantes barreras y nos remiten a las estadísticas. Las obras publicadas por las mujeres no llegan al 15% a pesar de ser las mayores consumidoras de lectura. La presencia en las bibliotecas es minoritaria y no digamos en los premios literarios.
Es verdad que, durante el 2018, muchos de los grandes premios se le han dado a mujeres, pero empujados por el «ya toca».
La juventud ha cambiado la cultura de libros por la de videojuegos y series, que consumen con avidez. Pocos son los que no han visto todas las temporadas de Juego de Tronos, pero no han leído un libro en el último año.
Por eso es muy importante fomentar la lectura desde la infancia para lo que nos parecen muy importantes las ferias del libro de los barrios, a las que se acercan las familias como una diversión más del fin de semana.
La de Arganzuela ha sido un éxito de ventas y de público, a pesar de tener que luchar con los cortes de tráfico producidos por la maratón que se celebraba en Madrid y que hacían muy difícil acceder al barrio.
Por la mañana, en la carpa de la Librería Compás, firmaban ejemplares Víctor Fernández Correas y Emilio Díaz Casero. 
Por la tarde, Benito Olmo, María Reig y Mónica Rouanet. Todo fue amabilidad, tanto por parte de los autores, como de los libreros, Pilar y Vicente, que atendían con una sonrisa a los lectores que se acercaban. Un detalle: una silla en la zona de cuentos de su carpa, para que los niños pudieran subirse y elegir, a su altura, el libro que más les gustaba.
Poder conversar con Víctor y Benito, es siempre un lujo. Pudimos agradecer a María la entrevista que nos concedió y que saldrá publicada en el número 18 de la Revista Pasar Página, el próximo día 1, así como felicitar a Mónica por la presentación de su último libro el pasado jueves, que también os contamos en la revista.
En la librería J.M.Pamain, conversamos con el escritor Joaquín M. Barrero. Esta carpa regalaba una rosa a sus clientes, además de simpatía.
En la carpa que albergaba la concejalía de cultura, pudimos volver a saludar a la escritora María José Palma Borrego.
La tarde tocaba a su fin y nos fuimos contentos por haber sido testigos de este éxito de convocatoria que, sin duda, se repetirá los próximos años.

Almudena Gutiérrez

35987





35987. Al fin lo había encontrado. Cinco cifras que, impresas en el décimo de lotería que sostenía con la mano derecha, podrían significar infinidad de sueños. Sonriente, lo guardó en la cartera y abandonó el despacho donde, después de recorrer cerca de una docena similar a ese y de preguntar en bares, restaurantes y lugares donde quedase todavía algún décimo de lotería, había encontrado el que buscaba. Un antojo de su abuelo. Un hombre seco, de rostro afable y media sonrisa cuya acuosa mirada en los últimos años nunca se apartaba del horizonte. Y si lo hacía, lo que solía coincidir con las pocas veces que hablaba, abría aún más la boca para sonreír mostrando los pocos dientes que le quedaban. De él sabía Daniel, que era la persona encargada de comprar el dichoso décimo, que lo pasó mal en su juventud; que vivió las dos guerras, la civil y la europea; que vivió mucho tiempo fuera de España; y que cuando regresó se limitó a vivir sin más ansia que el futuro para ver crecer a sus hijos y nietos. ¿La lotería? Una visión, dijo tener.
Al llegar a casa, Daniel mostró el décimo a su abuelo, y en su mirada de océano atisbó un brillo especial; quizás era su manera de mostrar alegría por haber encontrado el décimo. Durante los tres días siguientes, los que faltaban para el sorteo en el que todo el país depositaba sus esperanzas de empezar una nueva vida, intentó en vano extraerle el porqué de esos cinco números. Lo más cerca que estuvo fue cuando, mirándole fijamente, el abuelo musitó la palabra esperanza, que repitió cuatro o cinco veces más hasta, como de costumbre, quedar sumido en su estado habitual de melancolía y consciente ausencia.
La noche anterior al sorteo, Daniel entró en la habitación para desear buenas noches a su abuelo. Le tenía en alta estima. De niño solía colmarle de regalos; era el nieto preferido. Y mientras mantuvo la razón siguió considerándole como tal. Le encontró despierto, con la mirada clavada en el techo. Le besó en la frente y alargó la mano para apagar la lámpara de la mesita de noche. Antes de hacerlo, el abuelo clavó su intensa y azul mirada en los ojos de Daniel y volvió a repetir esa palabra, esperanza, que era lo único que acertaba a decir. Daniel sonrió y apagó la luz cerrando tras de sí la puerta.
A la mañana siguiente, el desayuno se le atragantó. A él y a toda su familia. Apenas salieron las primeras pedreas cuando el mayor premio llenó de gritos el salón en el que se celebraba el sorteo. Las cinco cifras, las que cantaron los niños acompañadas del consiguiente premio económico. Un dineral. Miraron la televisión, en cuya pantalla apareció impreso el número. Ese 35987. El de su abuelo. Se sucedieron los abrazos, los lloros, los gritos de felicidad. En ese instante, el único que reparó en su abuelo fue Daniel, y en su habitación entró para transmitirle la noticia. Encendió la luz y allí le encontró, desnudo, tendido en la cama, con la mirada acuosa mirando hacia el infinito horizonte y la media sonrisa dibujada en sus labios. Para Daniel, la impresión fue brutal. No sólo era consciente de que su abuelo estaba muerto, sino que también era la primera vez que lo veía desnudo. E iba a salir de la habitación para informar a la familia de la triste noticia en un día de inmensa alegría cuando, cerca de la muñeca, tatuado con una tinta que ya había perdido buena parte de su intensidad, atisbó cinco cifras que formaban un número junto a varias letras. Las cinco cifras de la esperanza, como venía repitiendo en las últimas semanas; quizás cuando, consciente de la cercanía del último paso, quiso expulsar de su cuerpo todos los fantasmas que le persiguieron en vida. Como esas cinco cifras y las letras que las acompañaban. El recuerdo de un campo de concentración del que nadie en su familia tenía constancia porque él así lo quiso. Porque eso significaba la esperanza, el deseo de vivir sin mirar al pasado. El último regalo que quiso brindar a su familia.
Víctor Fernández Correas





Relato publicado en el número 10 de la Revista Pasar Página
Podéis leer todos sus relatos en su página de autor:  http://victorfernandezcorreas.com/

viernes, 26 de abril de 2019

TODAS CONTAMOS. ANTOLOGÍA.



A Ti, mujer Orgullosa, eres Divina, Amable y Sabia. Cuenta conmigo en los días Oscuros. No estás sola. Tienes una mano amiga, nos tienes A todas nosotras. Mece el sueño y niega lo malo; Olvida el daño. Sana el cuerpo…, te queremos.

Hola, tengo algo que contar(te), en nombre de muchas, en nombre de todas, en nombre de ellas.
No soy Begoña, no soy Patricia, ni Eilen, ni Nala… ni siquiera recuerdo mi nombre.
Soy todas ellas..., no soy ninguna.
Este es un baile de letras de colores y sueños rotos, de palabras bajo la piel que se gritaron con dolor, de días grises donde la lluvia paliaba el miedo, de cartas a la mujer que llora y se recompone, de amores de instituto truncados a golpe de odio, de ropas que deben tapar el cuerpo alegre y vivo, de voces calladas durante siglos de historia, de igualdades que son reales entre las personas, de fotografiar sonrisas, de sacrificios de vidas y trabajos que son la rueca que mueve el mundo, de vientres vacíos y mares de esperanza.
Esto no es un libro de relatos terminado, es la voz de las mujeres que no contaron, que no existieron, que silenciaron.
El final lo escribes tú.
De ti depende que el título se convierta en realidad.
Todas contamos.

Poemas de Peque Zurita
Mis alas de Analí Sangar 
Deja que hablen de Marisa Sicilia 
Cartas al señor Smith de Elena Garquin 
Un par de alianzas de Kris L. Jordán 
La niña de las peinetas de María Montesinos 
Nido de arañas de Silvia Sancho 
Cómo acabar con el amor de Diana López Varela 
Querida Sara de May Boeken 
Ni un minuto más de Mercedes Alonso 
Mar de esperanza de Inma Cerezo 

La portada y las ilustraciones interiores (cada relato va acompañado de su propia imagen) son obra de Paloma Martínez (@lareinasincastillo en Instagram)


Mi opinión:

Comprar un libro de relatos benéfico no siempre es sinónimo de que vayamos a leerlo. Es una buena acción que nos hace sentirnos bien.
Si  uno de los relatos lo firma una amiga como Marisa Sicilia, que escribe tan bien, vamos a leer su relato con toda seguridad y los otros, ya veremos.
A esta Antología le he dado la oportunidad en el aburrimiento que me suponen los parques infantiles y al que he tenido que acudir con mis nietas las pasadas vacaciones de Semana Santa. Abrí el libro en mi teléfono y comencé a leer Mis alas. Me impactó tanto que continué, uno tras otros, hasta la última página.
Encontraremos en este libro buenísima literatura, con contenidos duros, porque el maltrato a la mujer no es un tema que nos podamos tomar con humor. Diez historias contadas de muy diferentes formas, por diez grandes autoras, acompañadas de los poemas de Peque Zurita, que me han gustado muchísimo.

Por decir algo de cada uno de ellos que os pueda invitar a la lectura, Mis alas es un canto de esperanza hacia la juventud. Deja que hablen nos hace evocar los secretos que guardan nuestros mayores, algunos inconfesables. Cartas al señor Smith, ese diario tan particular buscando al verdadero señor Smith, si es que existe. Un par de alianzas es la explosión del amor. La niña de las peinetas, el alzheimer, la vejez, las hijas que se convierten en cuidadoras enterrando su propia vida. Nido de arañas describe como una simple frase puede cambiar la visión que tenemos de una persona, la falsedad del ser humano. Cómo acabar con el amor, la dureza del aborto. Querida Sara, una carta escrita por nuestro otro yo, el que piensa y reconoce los errores, los miedos, los peligros. Ni un minuto más es lo que hay detrás de las noticias que, cada día, leemos en el periódico. Mar de esperanza, volver a nacer, una y otra vez, todas las veces que sea necesario, con la ayuda de gente buena.

Buena gente como la que ha escrito esta Antología que os invito a comprar, y que dará un doble sentido a vuestra acción, una magnífica lectura y una buena obra.

Todos los beneficios recaudados irán destinados a la Asociación MUM, mujeres unidas contra el maltrato, que trabaja con víctimas de violencia de género en programas de apoyo, educación y prevención. Podéis conocer más sobre ellas y el trabajo que desarrollan en su página web: https://asociacionmum.org
Almudena Gutiérrez










jueves, 25 de abril de 2019

Todos los veranos del mundo de Mónica Gutiérrez





La autora:

Mónica Gutiérrez Artero nació y vive en Barcelona. Es licenciada en Periodismo por la UAB y en Historia por la UB. Su carrera profesional se ha desarrollado en el ámbito de la comunicación y la enseñanza. Escribe novela, relatos y poesía.

Ella misma se define como: escritora, historiadora, periodista, profesora, alumna, lectora recalcitrante, bebedora de té, amiga, viajera, soñadora, despistada… Y un millón de cosas más, ¿y quién no?

Tiene cuatro novelas feelgood publicadas: Cuéntame una noctalia, Un hotel en ninguna parte, El noviembre de Kate y La librería del señor Livingstone. Colabora como redactora en La Piedra de Sísifo, un gabinete de curiosidades literarias genial, e imparte talleres de escritura feelgood y otros cursos para escritores en Ateneo Literario.
Si quieres saber más sobre la autora, visita su página web https://monicagutierrezartero.com/

Sinopsis:

Helena no sabe cómo sobreviven las familias cuando coinciden todos sus miembros bajo el mismo techo, pero está a punto de averiguarlo.
Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.
Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando.

Mi opinión:

Leer a Mónica Gutiérrez es para mí un valor seguro. Sé de antemano que disfrutaré con su lectura. Es una maestra en el tipo de novela llamada feel good, aunque esta me ha parecido diferente a las anteriores.

Como siempre, sus descripciones, tanto de lugares como de personas, hacen que nos metamos dentro de la historia como un personaje más, disfrutemos, riamos y, si hace falta, lloremos.
El pueblo en el que Helena ha vivido los veranos de su infancia, en el que todos se conocen y que me ha traído recuerdos que tenía casi olvidados de unos cuantos veranos que pasé en los alrededores del Pantano del Burguillo, en lo que hoy llamaríamos un hotel rural (ese término hace más de cincuenta años no existía). Por cierto, es la primera novela que leo de esta autora que esté ambientada en España y en verano.

Me ha gustado especialmente la relación con su madre. No todas las madres muestran abiertamente sus sentimientos, otras los callan, pero eso no quiere decir que no quieran a sus hijos, que no sufran por ellos o que no añoren a su compañero de vida, cada minuto.
Las conversaciones con sus hermanos, su hermano mayor y su hermana pequeña, tan necesarias. No siempre es suficiente saber que están ahí para cuando los necesitemos o nos necesiten, hay que demostrarlo, acercarnos, intercambiar confidencias, sentimientos…

No podía faltar su toque inglés con una librería un tanto extraña, que no vende novedades, sino libros especiales y en la que se puede uno tomar un riquísimo té con pastas en compañía del excéntrico propietario.

Me he encariñado con los personajes secundarios, siempre tan importantes en las novelas de Mónica Gutiérrez, cercanos y entrañables, casi todos.

Los paisajes, ese río en el que he metido mis pies descalzos y he podido sentir el agua helada de los arroyos cercanos a Los Pirineos, ese césped que he pisado, mullido y fresco, los olores, el columpio con el frío de la noche, el té caliente con una nube de leche, la amistad, la importancia de la familia, la solidaridad…me he sentido bien.

Y luego está Marc y su sonrisa.

¿Previsible? Puede que sí, pero da igual. Es una lectura tan agradable, tan bien escrita, tan bonita, que da lo mismo que intuyas lo que va a ocurrir. Merece la pena leer cada una de sus páginas.


Almudena Gutiérrez


martes, 23 de abril de 2019

Entrevista a Javier Rioyo, director del Instituto Cervantes de Lisboa






Javier Rioyo, es periodista, cineasta, documentalista, escritor y, desde 2011 director del Instituto Cervantes, primero en Nueva York y, en la actualidad en Lisboa.
Javier, muchas gracias por aceptar que te entreviste.

AG  ¿Me puedes decir en pocas palabras qué es y para qué sirve el Instituto Cervantes?

JR  Es un organismo autónomo creado hace casi un cuarto de siglo y que tiene la misión de difundir nuestra lengua y nuestra cultura en el exterior.

AG  ¿Por qué crees que Carmen Caffarel, que dirigía el Instituto en 2011, pensó en ti para dirigir el Instituto en Nueva York?

JR  Carmen Caffarel ya me había ofrecido algunas responsabilidades cuándo fue Directora General de RTVE, no debió quedarse muy descontenta cuando me ofreció uno de los fundamentales puestos del Instituto Cervantes en el exterior. Yo no había pensado en esa posibilidad, tenía mi trabajo de periodista y documentalista bien asentado, pero era muy difícil no aceptar un reto como Nueva York.

AG  ¿Tiene mucho que ver la política o el gobierno de turno en la elección de los directores del Cervantes y en su forma de hacer las cosas?

JR  Seguramente ningún puesto representativo está al margen del Gobierno pero tengo que decir que yo, que comencé trabajando en un gobierno socialista, lo seguí haciendo con libertad y normalidad con los gobiernos del PP. Soy un profesional y nadie me ha pedido un carnet ni una militancia.

AG  Te he escuchado alguna vez que Nueva York es una ciudad en la que se debería vivir un tiempo. ¿Cómo fue tu experiencia?

JR  Mi experiencia profesional fue fantástica. Creo que en dos años demostramos que se pueden hacer muchas cosas con poco presupuesto y en tiempos de crisis. Nueva York es el mejor resumen del mundo complejo, contemporáneo, activo, vivo y en perpetua transformación. La más apasionante ciudad del occidente.

AG  Durante tu mandato te dedicaste a promocionar España y encontrarte con Hispanoamérica. ¿Crees que lo conseguiste?

JR  Siempre se pueden mejorar el trabajo y sus logros. Desde  luego fueron fundamentales las relaciones con el mundo hispano de Nueva York. El español es el segundo idioma de la ciudad, del país, y no para de crecer y de mostrar su capacidad de mejorar en el futuro. En español se habla, se sirve, se enseña, se investiga, se divierte y se crea en esa ciudad de ciudades.

AG  En 2014 vuelves a España, y te nombran director en Lisboa. Ya eras un enamorado de esta ciudad. ¿Cómo la ves ahora?

JR  Cómo muchos de mi generación, muy joven me acerqué a Lisboa para ver el nacimiento de un mundo diferente, la salida de una dictadura. Desde aquél lejano año de 1974 no he dejado de ir y de ver la transformación espectacular de una ciudad tan apasionante, tan hermosa, tan antigua y moderna. Mi amor sigue aumentando. Es distinto al primero que era el de un turista cultural apasionado. Ahora se puede decir que voy conociendo esta ciudad tan sorprendente, tradicional y vanguardista.

AG  ¿Qué proyectos estás llevando a cabo?

JR  Estamos haciendo patria ibérica. Aquél iberismo que quiso Unamuno pero puesto en nuestro siglo. Mostrando lo mejor de nuestra cultura, enseñando un idioma tan cercano y tan diferente a la vez. Y dejando que nos impregne la mirada portuguesa de este lugar de Iberia. Sería muy largo explicar los proyectos pero todos tienen que ver con lo que nos une. Intentando conocernos mejor lo cuál no era tan evidente a pesar de las cercanías geográficas.

AG  ¿Cómo es tu día a día?

JR  Mi día a día cervantino es estar atento a nuestras cosas hispánicas y encontrar la relación y conexión con las portuguesas. Tiene que ver con la curiosidad por las cosas de aquí y con ser capaces de crear curiosidad por las nuestras. Estoy en el mundo educativo, político y cultural portugués representando nuestra lengua y nuestra cultura. Con muchas actividades y presencias pero también con mucho trabajo de mesa.

AG  Vamos a cambiar de tema. En tu vida hay lugares importantes que te han marcado, yo te preguntaría por Alcalá de Henares, Segovia y Galicia. ¿Qué son para ti cada uno de ellos?

JR  Digamos que Alcalá es mi pueblo, aunque haya vivido la mayor parte de mi vida en Madrid, como decía Max Aub uno es de dónde ha hecho el bachillerato. Y siempre seré de allí. El lugar dónde desperté a casi todo, el lugar dónde viven parte de mi familia.
»Segovia fue la necesidad que tuvimos mi mujer y yo de fugarnos de Madrid muchos fines de semana. El refugio de tantas cosas, libros, amigos, familia y tranquilidad necesaria.
»Galicia es el lugar de mis veranos desde hace casi veinte años. Otro sitio dónde me siento cercano. Un lugar hermoso y hospitalario para vivir, beber, comer y estar con amigos. Enamorado de Galicia.

AG  Si te nombro el equipo de fútbol Atlético de Madrid…

JR  Pues es mi equipo desde que tengo memoria de mí mismo. Y he visto de todo, infiernos y cielos, pero siempre ha sido una emoción asegurada los fines de semana. Ya se sabe que las pasiones tienen poca explicación. Soy atlético y eso no se negocia, no se cambia, no se mejora.

AG  Y si te digo que me hables de uno de mis autores preferidos, Joaquín Sabina…

JR  Una amigo, un vecino al que echo de menos. Una suerte poder estar con él y con la pandilla de los «poetas líricos» cómo les llama Joaquín. Compartimos pasiones literarias, futbolísticas, vitales y algunas secretas.

AG  Eres amante del jondo, del fado, del jazz, ¿podrías elegir una pieza musical?

JR  Soy amante de la música. Mientras te contesto estoy escuchando a Menuhin interpretando los Conciertos de Brandenburgo. No imagino la vida sin la música. Y me siento incapaz de elegir una frente a las otras. Más bien sé lo que no me interesa. El día tiene muchas músicas. No sólo esas profundas y jondas, también debemos saber rodearnos de melodías que ayudan a vivir más alegres.

AG  ¿Echas de menos el cine, los documentales, la radio, tu vida anterior al Instituto Cervantes?

JR  Cada día echo de menos todo eso. No me gusta renunciar a nada. Y no pienso hacerlo. Tengo muchos años pero también tengo la ilusión de una vida por delante para contarla escribiendo, filmando o hablando.

AG  ¿Cuál sería, para ti, la mejor película de la historia?

JR  Eso es tan difícil como la música. Digamos que no me gustaría prescindir de Ford, Hitchcock, Renoir, Buñuel…ni de Allen o Polanski, ahora tan perseguidos por los prejuicios.

AG  Y hablando de libros, lector infatigable, ¿Qué libro nunca faltaría en tu biblioteca?

JR  Soy cervantista. Pero sin algunos franceses, americanos del norte y del sur, italianos, ingleses, alemanes no sería tan apasionante la vida. Cómo mínimo tendría que llevarme doscientos libros a cualquier isla desierta. Stevenson, Montaigne, Rimbaud, Cernuda, Cervantes, Dikens,  Joyce, Kafka, Borges, Faulkner ni Tintin, más otros cientos podrían faltar.

AG  ¿Tus planes más cercanos?

JR  Resistir mejorando, hacerle una burla al tiempo, tener tiempo para más, mucha más vida sin alarmas físicas. Y seguir haciendo cosas. No creo en las jubilaciones.

AG  Y para terminar, aunque no te gusta mucho hablar de ello ¿Qué significa para ti la familia?

JR  Me encanta mi familia. No me imagino convivir en otra. Me gusta esa manera de entenderte discrepando, de estar unidos a pesar de las diferencias. La familia es algo que necesitamos aunque no seamos tan conscientes de ello. Es un amor que no necesita explicación.

AG  ¿Te apetece contarme algo que no te haya preguntado?

JR  Me gusta mucho contar mentiras. Prefiero el deseo a la realidad. No soporto a los intransigentes, los seguros, los pedantes y los arreglapatrias. Me molesta la mala educación. Y la mala escritura. La mala leche se puede corregir pero la ignorancia requiera mucho trabajo.

AG  Gracias otra vez, Javier. Ha sido un placer conversar contigo y conocerte un poquito mejor.
Almudena Gutiérrez

Entrevista publicada en el número 4 de la Revista Pasar Página

El día del libro, mucho más que un día.


El 23 de abril se celebra, cada año, el Día Internacional del Libro, esta es su historia.

Este día surgió del sueño de un escritor y editor valenciano afincado en Barcelona, Vicente Clavel Andrés, que hizo de los libros su filosofía de vida. Su ilusión era divulgar la cultura en una época, los difíciles años veinte, en la que estaba al alcance de muy pocos.


Cervantes no fue solo el emblema de su empresa, si no el guía intelectual de todas sus acciones, quería poner de relieve el valor de la lectura y fomentar, potenciar y difundir el interés por los libros. Para ello propuso en 1923 a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, la creación de un día al año que se dedicase al libro español y eligió para ello el 7 de octubre, el día que se suponía había nacido su admirado Cervantes.

Todas las ciudades con Universidad secundaron la idea de Vicente Clavel, consiguiendo que el rey Alfonso XIII aprobase en 1926, mediante un real decreto, redactado por el propio escritor, la celebración del Día del Libro Español.

En 1929 se celebró en Barcelona la Exposición Universal y los libreros sacaron tenderetes a la calle coincidiendo con San Jordi, siendo un éxito de público. Este día ya era costumbre en Cataluña regalar una rosa a las mujeres, como símbolo del amor, siguiendo una tradición medieval en la que los enamorados acudían a la capilla de San Jordi en la llamada Feria de las Rosas. Esto les llevó a pensar que la bonanza del tiempo en primavera y la unión de la tradición romántica con la cultural podía ser el empujón necesario para perpetuar el día del libro que, en 1930 pasó a celebrarse el 23 de abril, iniciándose la costumbre de que los hombres recibiesen un libro de sus enamoradas a cambio de una rosa.

Era además este día, o así se creía entonces, el aniversario de la muerte de Shakespeare, de Inca Garcilaso de la Vega y del propio Cervantes. Como curiosidad, el primero murió el 23 del calendario juliano, que equivale al 3 de mayo de nuestro calendario y Cervantes murió el 22, aunque fue enterrado el 23.
En 1995 tomaría esta fecha tintes internacionales cuando el gobierno español propone a la UNESCO su instauración a nivel mundial. En el año 2000, la propia UNESCO decidió otorgar la capitalidad del libro cada año a una ciudad, comenzando por Madrid. Este año ha sido Atenas la capital elegida para ostentar este honor.

En la actualidad la fiesta del libro la celebran millones de personas en más de cien países. En España es, además, el día elegido para entregar el Premio Cervantes, máximo reconocimiento que se concede en el ámbito de la lengua castellana. También se lee durante cuarenta y ocho horas ininterrumpidas la obra cumbre de las letras españolas Don Quijote de la Mancha, tanto en el salón de columnas de Círculo de Bellas Artes de Madrid, como en las sedes del Instituto Cervantes repartidas en todo el mundo.

En Barcelona, las Ramblas se convierten en una enorme Biblioteca al aire libre llena de rosas rojas, convirtiéndose en un espectáculo único en el mundo. El bonito intercambio de libros y rosas que para los catalanes es su particular día de los enamorados, se está extendiendo a otros muchos lugares y saliéndose del ámbito exclusivo del amor. 

El Día del Libro es una fecha muy querida para los amantes de la literatura y el aperitivo ideal para las distintas Ferias del Libro que llenarán todos los rincones de nuestra geografía a lo largo de la primavera. Las calles están repletas de libros y se programan innumerables actividades culturales para acercar el mundo de las letras a la gente, tal y como lo soñó Clavel. 

Se rinde homenaje a ese compañero con el que imaginamos historias, aprendemos, viajamos y nos entretenemos. 


«El más asombroso instrumento del hombre, una extensión de la memoria y la imaginación» 

(Jose Luis Borges). 

Almudena Gutiérrez








Artículo original publicado en el número 6 de la Revista Pasar Página.

lunes, 22 de abril de 2019

Dumbo


Reseña de María Jesús Mena para Pasar Página

Ficha técnica

Fecha de estreno: 29 de marzo de 2019 (1h 52min)
Dirigida por: Tim Burton
Reparto: Colin Farrell, Danny DeVito, Michael Keaton, Eva Green
Géneros: Familia, Aventura. Recomendable para niños a partir de 6 años de edad.
País: EE.UU.



HABLEMOS DE FANTASÍA Y VALORES

Dumbo se presenta como un remake de la película de animación de Walt Disney, estrenada en 1941, basada en el libro infantil de Helen Aberson. Llega de la mano de Tim Burton, director de cine de origen norteamericano, cuyas películas suelen estar relacionadas la mayor parte de las veces con escenarios fantasiosos con un claro componente gótico un tanto tenebroso y cuyos protagonistas suelen ser seres extraños e inadaptados. No hemos de olvidar que  Eduardo Manostijeras lleva su sello. Partiendo de esto, Dumbo era casi el anillo perfecto para el dedo de Burton y así ha sido. Sin duda.

A pesar de algunas de las críticas negativas recibidas, puesto que se esperaba más de este largometraje, se hace necesario destacar que esta versión difiere de forma considerable del clásico infantil de animación.

Por un lado, se aleja del mundo animal tan utilizado por Disney, para centrarse más en la relación entre animales y humanos, siendo aquí por tanto, las personas coprotagonistas junto al pequeño Dumbo y su madre. Por poner un ejemplo, el ratón que anima al elefante a volar es sustituido por una pareja de hermanos, un niño y una niña, que empatizan con la fragilidad que muestra el elefante recién nacido.

Por otro lado, aunque se acerca en algunas escenas a la película clásica, hacia la mitad de la misma se despide de ella de forma definitiva y nos muestra una visión más actualizada del mundo. Además, no hay que olvidar que es una película infantil y que está orientada hacia ese público, no siendo en este caso una adaptación del mundo adulto al infantil, como suele ser habitual en los últimos tiempos en este tipo de cine. Aquí Burton, con mucha valentía, firma una obra infantil y le pide al adulto que se esfuerce en volver a ser niño.
Por último, es de destacar también que, en su final, hace un guiño amable al mundo animal y a su vida en libertad.

Nada más comenzar la proyección, nos encontramos con un inicio marcado por un circo en crisis, por la madre de la pareja de niños protagonistas fallecida en el pasado y por un padre que acaba de regresar de la guerra al que le falta un brazo. Ante este panorama, puede parecer que estamos de nuevo ante una cinta infantil como tantas otras.

Pero la proyección da un giro nada más nacer Dumbo. Un bebé de elefante con unas orejas descomunales al que los demás llaman “monstruo” y del que todos se ríen. A partir de ahí, comienza el prodigio. Ver a aquel animalillo asustado, con sus enormes ojos mirar a su alrededor, mientras se burlan de él, hace que el espectador se posicione de su lado. Del lado del animal herido, del débil, del engendro del que todos se mofan y del de esa madre a la que llaman loca por intentar proteger a su cría del dolor.    

Tras el nacimiento, la trama nos muestra la desgracia de la familia de elefantes. La madre es aislada en un carromato al no poder controlar su furia cuando su hijo es ridiculizado delante de todos los espectadores mientras hace su número. Dumbo se acerca con tristeza al vagón en el que se encuentra confinada y ambos, separados el uno del otro por mediación del hombre entrelazan sus trompas a través de la ventana con barrotes, mientras, como en la misma escena de la película clásica, suena “Hijo del Corazón”. Esa escena con toda su ternura, nos retrotrae a los adultos a nuestra infancia y todos volvemos a ser aquellos niños que vieron Dumbo.

Justo a partir de ahí, el discurrir cambia y la magia se acrecienta. Todos nos maravillamos al ver volar a Dumbo, porque para eso se va al cine algunas veces, para ver prodigios, porque en ocasiones la vida real nos abruma y uno quiere sentarse frente a una pantalla, para ver algo distinto a lo que ya ve en su propio día a día. Ese día a día de prisas, trabajo, horarios apretados, fines de mes ajustados, facturas, sinsabores y todo lo demás. Ese día a día, que no tiene magia alguna o más bien poca.

Pero, algunas veces, no siempre, a uno le apetece evadirse y quiere creer que la discapacidad puede tener alas, que los malos se llevan su merecido, que gracias a la fantasía los buenos ganan, que la solidaridad existe y que el final de la codicia es acabar envuelta en llamas. Porque todo eso es Dumbo y la imagen de algunos niños sentados, que no quitan ojo a una pantalla, y a los que, alguna vez, se les cae alguna lagrimilla que se limpian rápido, para que nadie los vea, no vaya a ser que se diga que son ñoños.

En definitiva, que es posible que la felicidad y la magia, que se cuelan a ratitos intermitentes en nuestra transitar, sean también estas dos horas en familia viendo cosas imposibles. Tan solo eso. Escapar de nuestra cotidianidad para meternos en una película inverosímil o en un libro irreal que te hace creer como cuando eras niño que, a veces, los elefantes pueden llegar a volar.


María Jesús Mena

 


Donde habita el mar



Hoy traemos al blog este relato publicado en el número 2 de la revista de nuestro compañero en la redacción Víctor Fernández Correas.

Si queréis conocer un poco más sobre este magnífico escritor, podéis visitar su página http://victorfernandezcorreas.com/ en la que encontraréis toda la información sobre él y sobre su obra.

RELATO

Esperaba a la puerta del local de moda de la ciudad como quien aguarda una mercancía que transportar. De cuando en cuando echaba una ojeada en derredor, expulsaba por la comisura de los labios el humo de una rápida calada al cigarrillo que fumaba y negaba su suerte con la cabeza. La suerte, la asquerosa vida. Porque allí estaba él, a sus treinta años, soltero y arruinado, sin más fortuna que un taxi que le sacara del pozo y le devolviera la dignidad perdida; aguardando una carrera larga, jugosa, para llegar a casa, tumbarse en la cama y soñar con los ojos abiertos hasta que el sueño le venciera. ¿Soñar con qué? Con otra vida, o al menos que la suerte le tratara mejor. En esas estaba él, viendo a la gente salir de aquel local de moda cuyas entradas se cotizaban a cojón de pato ―el izquierdo, como poco― cuando vio llegar a una chica morena, alta, cubriéndose con una cazadora de cuero. Aún le dio tiempo de observar su escote, que dibujaba unos preciosos pechos. Ella montó en el taxi sin mediar palabra. Él apagó el que pensó que sería el último cigarro de la noche y tomó asiento. Manipulando el espejo interior para observar mejor a su clienta –truco recién aprendido. Se lo enseñó el dueño del taxi. El sólo lo conducía, y por turnos-, se topó con unos ojos tan azules como el destino que, sorprendido, repitió tras escucharlo en voz de la chica.


―¿Que te lleve al mar? ¿A qué mar?
―Al que sea. Quiero ver el mar.
―Mira, niña, ¡no me toques los cojones! ¿Sabes qué hora es? ―repuso él, enfadado―. ¡Llevo conduciendo desde las seis de la tarde y no estoy dispuesto a que me tomen el pelo! Así que ya me estás dando tu dirección, ¡y a casita se ha dicho!
La chica se acercó a él después de abrir su cartera y esparció en el asiento contiguo al del taxista una cantidad indecente de billetes. Sus ojos azules brillaban de una manera especial, casi innatural. Quizás por culpa de alguna droga, conjeturó él. Apenas unos centímetros les separaban, los justos para escuchar sus respiraciones: acelerada la de él; tranquila la de ella.
― ¿Suficiente? ―contraatacó la chica regresando al respaldo del asiento―. ¡Pues llévame al mar!
El taxista metió la primera y aceleró. A su lado habría al menos quinientos o seiscientos euros, como poco. Suficientes para ir y volver de Valencia y dar por cumplida la extravagancia de aquella insolente mocosa que tiraba el dinero de semejante manera. No le iba a negar el capricho. No se ganaba esa cantidad de dinero todos los días, y un par de cafés y un nuevo paquete de cigarrillos por el camino le arreglarían el cuerpo.

Hasta Arganda apenas intercambiaron un par de palabras; por Tarancón, un par de chistes deshicieron el hielo; cerca de Motilla, él le contó su vida, que se resumía en un divorcio tras pillar a su mujer con otro en la cama, un despido improcedente, una hija que mantener y catorce horas al día al volante de un taxi como tabla de supervivencia; a la altura del Embalse de Contreras, pararon en un área de servicio. Un par de cafés, dos bocadillos y un paquete de tabaco como bálsamo para lo que les quedaba de camino; pasado Buñol, ella se decidió a contarle la suya: huérfana de madre a los seis, un padre millonario absorbido por el trabajo y mucho dinero para maquillar una soledad harta de coleccionar desengaños amorosos. Y un proyecto. Y estaba decidida a cumplirlo. Por eso quería ir al mar. El taxista bajó la ventanilla al pedirlo ella: el mar estaba cada vez más cerca. Valencia quedó atrás cuando decidió enfilar la Autopista del Mediterráneo. Recordaba una cala pequeña, un rincón que el mar acariciaba con sus olas. Un lugar de momentos pasados y añorados. Tras aparcar el taxi donde pudo ambos se internaron por una escarpada senda que los condujo hasta su destino, donde los primeros rayos del amanecer saludaron a la pareja mientras el mar, suave, lamía la arena dejando un reguero blanco a su paso. Sentados en la arena se miraron en silencio. Lo hablaron cuando rebasaron una adormecida Valencia, y aunque él todavía dudaba, comenzó a desnudarse a la vez que ella. Se tocaron y acariciaron antes de besarse. Fue un beso suave, rápido, de eterno goce para él. No todos los días le besaba una mujer como esa. Luego se cogieron de las manos y entraron juntos en el agua. 
Las olas les recibieron con calma, y conforme avanzaban se volvían más frías y revoltosas. Ella volvió a mirarle. El taxista asintió con la cabeza y se detuvo. Y la vio avanzar con calma, silenciosa y feliz, abrazando un mar que la cubrió poco a poco para no volver a verla más.

El taxista regresó a la playa y echó un último vistazo al mar, bruñido por el sol del amanecer, impresionado por lo que acababa de vivir: la muerte de una joven que, harta de tanto desengaño, decidió quitarse la vida igual que su madre cuando conoció la última infidelidad de su marido. «El mar redime», le dijo ella antes de echarse al agua. El taxista encendió un nuevo cigarrillo. Fue entonces cuando decidió dar una nueva oportunidad a la vida antes de dejarse llevar por el mar.

Víctor Fernández Correas