jueves, 20 de diciembre de 2018

Como diente de león de Pilar Fernández Senac


Sinopsis

Los dientes de león son trocitos de nubes que han echado raíces porque tienen miedo a volar. Esas palabras que Diana dice a su pequeña, reflejan la forma en la que ella se ha sentido durante el último año. La muerte de su marido de forma inesperada descose por completo su día a día y durante un tiempo va dando puntadas a ciegas.
El dolor, vestido con traje oscuro y sonrisa torcida, es su nuevo compañero de piso y la acompaña en el descubrimiento de una traición que no esperaba. El miedo, como un borrón de carboncillo, oscurece algunas de las decisiones que debe tomar. Este libro es el viaje por el interior de una mujer que no sólo ha perdido a su marido, sino que también ha perdido la confianza en ella misma y en los demás. 
Rodeada de gente que la quiere y que la obliga a mirar hacia delante, Diana va creciendo a cada paso que da como persona y como mujer, y poco a poco va haciendo un hueco a la posibilidad de volver a amar. Con esta historia conocerás a una mujer de hoy, contemporánea, real, que se equivoca, que se esconde, que no es tan fuerte como pretende, que se enfada. Pero que, a la vez, es una mujer inteligente, con un irónico sentido del humor y que es consciente de sus errores. 
Diana va soltando las raíces que la sujetan al suelo y se ve más capaz de dejarse acariciar por una suave brisa y volar como diente de león.

La autora:

Mª del Pilar Fernández Senac nació en Madrid hace 40 años. Cuando no era más que una niña, sus padres volvieron a la tierra natal de su madre. Desde entonces Cartagena y sus alrededores han sido su territorio seguro.
Hoy en día vive en la localidad de La Unión (Murcia) con su marido y sus dos hijos.
Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, las letras siempre han formado parte de su vida. Durante sus años de estudiante ocupó trabajos diversos, más tarde se dedicó a dar clases de apoyo hasta que la maternidad se convirtió en su tarea las veinticuatro horas al día.
Es una apasionada de la música de todo tipo y de la lectura. Desde que apenas era adolescente y descubrió que los libros le abrían multitud de mundos que de otra forma serían desconocidos para ella, siempre hay un libro entre sus manos.
Del mismo modo, la escritura era una forma fácil de expresarse para ella, que se considera algo tímida y reservada. Cuando sus pequeños comenzaron a dejarle algo más de tiempo libre, decidió dedicarse a lo que siempre le había gustado, dar voz a todas esas historias que se creaban en su cabeza.
Sus dos obras publicadas son: Como diente de león y El domador de nubes.

Mi opinión.

Me recomendaron esta novela hace mucho tiempo, he visto que la compré en junio de 2016, la he rescatado ahora y me ha encantado. Es muy probable que se convierta en la última novela leída en 2018 y me gusta acabar mis lecturas con un libro tan especial.
Cada vez entiendo menos el catálogo por género literario, ya que ésta dicen que es romántica, cuando lo que en realidad me ha parecido es una historia intimista, en la que los sentimientos están a flor de piel y la autora con una maestría increíble, nos presenta el dolor, el miedo y la soledad, como protagonistas junto a la persona que los sufre cada día, Diana.
Hablo de maestría porque me parece muy complicado comunicar el estado de una mujer joven, viuda y madre de una hija en el año que los psiquiatras llaman de duelo, y hacerlo sin que el lector se sienta triste ni presionado por la situación.
Narrado en primera persona, describiéndonos su ropa, su desgana, su pelo enmarañado por la falta de motivación para arreglarlo, sus empujones hacia adelante para que su hija no la vea triste, las difíciles situaciones por las que pasa con la familia de su marido, un nuevo trabajo, su madre, su hermano, sus amigas, los hombres a los que conoce, sin estar todavía preparada para incluirlos en su vida, todo está perfectamente equilibrado, nada sobra. Vamos avanzando con ella y atisbando la salida del túnel, el final del luto.
Y, junto con todo esto, hay una historia de amor muy bonita.
Soy una persona muy sentimental y me ha encantado la historia de la estrella, esa que se inventa Diana para explicarle a su hija, que todavía no ha cumplido cuatro años, que su papá no va a volver y que se ha convertido en una estrella que brilla mucho y que podrán mirar cada noche. Me he tomado prestada la historia y, a partir de ahora, mis padres estarán en una estrella.
Como siempre, después de leerla, me he ido a la biografía de la autora y he leído que es su primera novela. Seguiré su obra porque ésta me ha parecido una preciosa novela.
Almudena Gutiérrez


miércoles, 19 de diciembre de 2018

El pequeño gorrión



A ciertas personas la vida les coge una ojeriza que para qué. Las enfila, las tiene entre ceja y ceja, y va a por ellas. ¿Mala suerte? Todas las papeletas del sorteo, ni una menos. Lo que le pasó a Edith Giovanna Gassion, que se llevó el Gordo de Navidad, segundo, terceros, cuartos y quintos premios y las pedreas. Todos toditos todos.

Vamos allá. Ya la cosa se torció al nacer. Para empezar, los padres: él, un acróbata alcohólico; y la madre, una cantante de cafés y variedades. Las malas lenguas, que haberlas haylas en todas partes y épocas, juran que iba hasta las cejas cuando la parió en el patio de una comisaría del barrio de Belleville, en París. De todo. Y las peores, que también las hay, juran que unos vecinos la encontraron tirada en la calle con una curda de ovación y vuelta al ruedo. Y lo que fuera, que fue finalmente Edith Giovanna Gassion, en camino. Prosigamos con el sorteo.

Con aquellos progenitores, estaba claro que el destino de la cría no podía ser otro que acabar en brazos de lo que la buenaventura quisiera; y quiso que fueran la abuela —que crió a la niña con vino, que decía que el agua era mala para el cuerpo— o la tía cuando aquélla estuviera ocupada en sus quehaceres. La tía, que era regente de un burdel. ¡Menuda pinta tiene el sorteo!

El milagro, el gran milagro, es que la niña saliera adelante, visto lo visto. Y salió. Y cantaba como los querubines. Era ponerla a cantar y la gente se quedaba embobada, así que comenzó a deambular por cafés y cabarets de París —como su madre— a sus tiernos quince años; y los dieciséis se quedó embarazada. Marcelle, una niña, a la que la meningitis se llevó por delante a los dos años de nacer. Y se acabó eso de tener hijos, le dijeron los médicos. El parto y sus consecuencias.

Y mientras París daba argumentos a poetas, escritores y pintores para dejarse atrapar por las musas —a Hemingway, por ejemplo para escribir más tarde que aquello era una fiesta—, Edith Giovanna Gassion hizo de Pigalle, sus cafés y cuchitriles, su mundo sin fin. Y es en este momento de su vida cuando apareció Louis Leplée, dueño del Cabaret Gerny’s de los Campos Eliseos, quien la oyó cantar en un tugurio infame de aquel barrio parisino. Embelesado, boquiabierto, atrapado. Etcétera. Tan prendado quedó de su voz que la bautizó con el nombre de «Môme Piaf» ―el pequeño gorrión―. Su voz atraía, encandilaba. Su pose frágil enternecía. Se la rifaban por verla cantar. Y Môme Piaf se convirtió en Edit Piaf. Su primer disco, en 1936. Parece que la cosa se enderezaba…


Pero no. Meses más tarde, Leplée apareció muerto de un disparo. Un oscuro suceso. ¿Sospechosa? Adivina adivinanza... Vuelta a los tugurios de Pigalle, una carrera truncada y en brazos de amante en amante; emborrachándose de la vida. Durante la Segunda Guerra Mundial, en un París ocupado, cantó canciones como Mon legionnnaire delante de los nazis. ¿Para despistar? Musa de aquéllos, protectora de los perseguidos. Un peligroso doble juego y París, a punto de arder en caso de derrota. Lo que le pidió Hitler a su gobernador, Von Choltitz, antes de que los aliados pusieran un solo pie en la ciudad.
Fin de la guerra. El renacer de la esperanza. Y la esperanza, en el caso de Edith, se llamó Raymond Asso, un letrista que la enseñó a cantar. Sí, a cantar, a cantar de verdad. Canciones de los bajos fondos, de ese ambiente de Pigalle que ella tan bien conocía; canciones desgarradoras y crueles que llenaban auditorios. Fama, gloria y reconocimiento. Se convirtió en la musa de los intelectuales y artistas del París de los años 50 del pasado siglo. Y dinero, mucho dinero, que salía como entraba, sin freno. Y amantes. Demasiados: Yves Montand, Charles Aznavour, Georges Moustaki… O el gran amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan. A algunos de los anteriores les ayudó a conquistar la fama. El último, Cercan, murió en un accidente de avión a los tres años de conocerse. Pero el sorteo todavía no ha acabado.

https://youtu.be/chf1hqzpOYI
Tanto, tanto ruido, que canta el Maestro Sabina, llevaron a Edith Piaff al abismo más profundo. Depresión, drogas y tranquilizantes. La cuesta abajo. Años de dolor en los que su garganta cantó temas llamados a sonar hasta la eternidad como La vie en rose, Les trois cloches o Milord. Y más amantes. En 1952 se casó con el ciclista Jacques Pills y se separó de él en 1956. Dos años después sufrió un accidente de coche que la dejó maltrecha y adicta a la morfina; al siguiente se le detectó un cáncer. La cuesta abajo era imparable. Pero Edith Piaf quiso dejar su huella en este mundo antes de dar el último paso. En 1960, arrasada por los dolores, reunió las pocas fuerzas que le quedaban para cantar en el Olympia de París. El auditorio, sobrecogido. Cantó una canción compuesta para ella por Charles Dumont y Michel Vaucaire. Hombres y mujeres salieron impresionados del teatro tras ver cómo el pequeño gorrión no se lamentaba de nada a pesar de la vida vivida. El destino, no obstante, le reservó un palco especial para ver pasar la eternidad. Se lo había ganado.


Hoy hace 103 años que nació Edith Giovanna Gassion, Edith Piaff.

Víctor Fernández Correas




















La ciudad de los ojos grises de Félix G Modroño





El autor:

 Félix G. Modroño es un escritor vizcaíno, afincado en Villalpando. Tras publicar Villalpando, paisajes y rincones (2002), en homenaje al pueblo zamorano de sus padres, se animó a emprender la aventura de su primera novela, La sangre de los crucificados (2007), protagonizada por el doctor Zúñiga, un peculiar investigador del siglo XVII, que también sería el personaje central de su siguiente obra: Muerte dulce (2009) y de Sombras de agua (2016) Con La ciudad de los ojos grises (2012) cosechó un gran éxito de ventas y el reconocimiento de los lectores. En 2014 obtuvo el XLVI Premio de Novela Ateneo de Sevilla, uno de los más prestigiosos de la lengua castellana, con Secretos del Arenal.


Sinopsis:

Tras varios años viviendo en París, Alfredo Gastiasoro regresa a Bilbao cuando se entera de que Izarbe ha muerto. Su retorno pretende ser el último homenaje a la mujer que amó, pero pronto se convertirá en una pesquisa sobre las inquietantes circunstancias que rodearon su muerte. Alfredo tendrá que enfrentarse a su propio pasado, reviviendo una historia de amor que coincide con la época en que Bilbao pasa de ser una población casi rural a convertirse en una de las ciudades más prósperas del Viejo Continente. Magníficamente ambientada en los primeros años del siglo XX, y a medio camino entre novela negra, el género histórico, el relato sentimental y hasta el de viajes, La ciudad de los ojos grises es, sobre todo, una bella historia de suspense y nostalgia, de amor por una mujer y una ciudad.

Mi opinión:

Lo primero que me atrajo de este libro fue la portada, bonita y evocadora.
Me ha gustado la forma de describir Bilbao, el Bilbao de principios del siglo XX y el que recuerda el protagonista de su infancia, a finales del XIX. La ciudad que ha pasado de ser un pueblo a convertirse en una ciudad próspera, gracias al desarrollo industrial que está transformando la ciudad día a día. Esa ciudad en la que el protagonista ya no se siente en casa.
El autor nos pasea por sus calles, nos lleva a comer a los lugares típicos y nos explica lo que comen, comida rica, de Bilbao.
También he paseado por París, el bohemio y el más moderno con la Torre Eiffel tan recientemente inaugurada en la Exposición Universal de 1900, que está viviendo con temor los comienzos de una guerra europea.
Durante toda la novela se van haciendo saltos en el tiempo para que conozcamos el pasado y el presente de sus protagonistas. En esos saltos se van citando personajes reales, que tienen algún tipo de relación con los personajes ficticios, como Picasso, Unamuno o Indalecio Prieto, entre otros, sin que nos llame para nada la atención su aparición en el texto.
La trama principal, una investigación de asesinato, sirve como hilo conductor para contarnos una historia de amor y desamor, un secreto familiar, ponernos los sentimientos a flor de piel hablándonos de la verdadera amistad, de personas buenas y no tan buenas.
Los personajes están maravillosamente descritos. Izarbe, esa protagonista que está muerta desde la primera página y que, sin embargo, llena toda la historia y Alfredo, el hombre que se enamoró de ella cuando era todavía un chaval y la ha seguido queriendo toda la vida. Alfredo vuelve a Bilbao para despedirla y se encuentra que ella ya no está y su ciudad tampoco.
La narración está envuelta en un halo de tristeza porque conocemos que la bonita historia de amor no puede tener un final feliz, por el cielo gris de Bilbao, por la difícil época en la que se narra la historia y hasta por el epílogo.
Una gran labor de documentación redondean un libro muy difícil de catalogar: histórico, romántico y de intriga, que me ha interesado desde la primera página y cuya lectura he «devorado» en las páginas finales.
Almudena Gutiérrez
Muy recomendable.


Heridas de amor y de guerra de Meg Ferrero





Meg Ferrero es el pseudónimo que utiliza María Esther García Ferrero para publicar sus novelas. Es enfermera de profesión y le encanta leer y escribir. 

La conocí en la presentación de un libro de Mayte Esteban y me pareció una mujer alegre, vital, encantadora. Es la primera novela que leo de ella.





Sinopsis:

El 21 de octubre de 1854, treinta y ocho mujeres partieron directas a una guerra para cuidar a miles de soldados ingleses heridos, cambiando así el curso de la enfermería moderna. Anna St. James formaba parte de esa expedición de valerosas enfermeras; una mujer indómita contraria a cualquier guerra que cometió una terrible negligencia al atender a un soldado indebido.
Alex, un atractivo general herido, se enamoró de la joven enfermera que atendía sin discriminaciones a cuanto herido recibía.
La guerra los sentenció a ser enemigos, pero sus corazones los condenaron a amarse en medio de un escenario cruel, lleno de dolor y sufrimiento.

Mi opinión:

Lo primero que me ha gustado de esta novela es su portada. Me gustan las portadas sugerentes y esta lo es.
Es una novela romántica en un contexto histórico que desconocía, la guerra de Crimea. Se narra la historia de Anna, una mujer que para huir de la encorsetada sociedad británica, que la obligará a casarse sin amor, se embarca en una aventura que la llenará de dolor, de trabajo duro y desolación pero en la que conocerá el verdadero amor.
La recreación del hospital de campaña es magnífica, la falta de medios, el sufrimiento de los heridos hacinados en condiciones insalubres, las prácticas médicas muy lejanas a las que conocemos hoy, el ruido de la guerra tan cercana…
Florence Nightingale
Nos describe lo justo para que nos imaginemos, sin profundizar en el dolor y la muerte más de lo imprescindible.
Partiendo de una historia real, la historia de Florence Nightingale, madre de la enfermería moderna, que organizó una expedición de enfermeras para atender a los soldados británicos en la guerra de Crimea, en un hospital de campaña, teniendo que salvar la escasez de medios y los prejuicios de los médicos militares, Meg Ferrero ha creado una preciosa historia con un personaje femenino que va creciendo en intensidad y un personaje masculino que enamora a Anna y a las lectoras. La autora ha cuidado mucho la forma en la que Anna va conociendo el amor y la sexualidad.
Aunque hay varios giros, recordemos que las historias románticas siempre acaban bien.
Por ponerle un pero, creo que había material suficiente para haber desarrollado la historia con bastante más extensión y contarnos más de algunos secundarios. Se queda un poco corta.
Muy recomendable.
Almudena Gutiérrez


miércoles, 12 de diciembre de 2018

Belén para concurso


El Centro Municipal de Mayores San Francisco nos invitó a la inauguración del Belén totalmente artesanal, que han estado preparando los últimos meses y que participará en el concurso que organiza el Ayuntamiento de Madrid entre los centros de los 21 distritos de la capital.
El Belén, de tamaño natural, se ha ido elaborando en los diferentes talleres y han colaborado los niños de 5º y 6º de primaria del C.P. Ntra. Sra. de La Paloma, pintando los dibujos que, a modo de vidrieras, se han instalado en puertas y ventanas.
El pozo con agua corriente ha sido ideado y realizado por Rafael y la cuna de madera, que podría ser utilizada para acunar a cualquier bebé, ha salido de las manos de Antonio.
La nota simpática la han puesto Mari Carmen y Ángela que se han vestido de pastoras y han ocupado un lugar junto al pesebre, haciendo la comida alrededor del fuego.
Aunque mis fotos no hacen justicia, es impresionante el trabajo que hay detrás. Los fondos estrellados, las ropas, las luces, han cuidado hasta el más mínimo detalle.
En primer plano, el tapiz de alto lizo, también salido de otro de los talleres, el de María, una de las muchas voluntarias del centro, que se ha quedado sin vacaciones de verano para poderlo terminar a tiempo, ya que la técnica es complicada y las dimensiones impiden trabajar en él a varias personas al mismo tiempo.
El centro ha querido agradecer a todos los que han participado en esta bonita iniciativa invitándoles a un chocolate con roscón. 
Ahora sólo queda esperar al día 21 para saber si el jurado, que visitará todos los nacimientos sin previo aviso, considera que éste se merece el primer premio.

El ambiente vivido hoy entre abuelos, niños, voluntarios e invitados ya ha sido un premio a la convivencia, que ha merecido la pena.



Almudena Gutiérrez

                                                                                                                     

sábado, 8 de diciembre de 2018

A la cuarta va la vencida



Me disponía a escribir la historia de nuestra revista, pero al ser tan corta he pensado dejarlo para más adelante, entre otras cosas, para no dar minutos de gloria a un pasado del que hemos pasado página. Sin embargo, os quiero contar que no es la primera vez que me embargo en la aventura de dirigir una publicación y siempre ha fracasado por lo mismo: la redacción ha querido dirigir. En esta ocasión me propuse que no sería así, que asumiría la dirección con todas las consecuencias y marcaría las pautas desde el primer día. Mi sorpresa, agradable por cierto, fue no tener que marcar territorio, como hacen los animales, porque la calidad de la redacción lo ha hecho innecesario. Por eso no me canso de repetir que es un lujo tener una redacción así.
Mi primer intento fue con la revista Brigada 21, una publicación que no dirigía yo (en teoría), si bien, no en la práctica. Pero dejemos las cosas así, puesto que duró apenas cinco números.
Pasaron unos años y seguía con interés una revista que se quedó sin director, y de la que formaba parte. Me postulé para el «cargo» y los popes del momento se negaron, aunque no sabían maquetar y a duras penas conocían los programas para retocar imágenes. Mi negativa a volver a hacer de «machaca», devino en que accedieran a la petición de dirigirla, pero... Este no es el dichoso pero de siempre, puesto que me imponían los contenidos. ¿Entonces qué me proponían? ¿Figurar mi nombre en la cabecera y no dejarme opinar en los contenidos? No. Por ahí no pasaba.
Renuncié al «cargo», aunque les regalé una portada que no sé si llegaron a utilizar porque aquello terminó como era de esperar: pelea de gallos, pelea de egos... Todo el mundo quería mandar y nadie trabajar. Yo desaparecí fiel a mi estilo de dar media vuelta y dejar atrás lo que me perturba.
Había desistido de mi intento cuando al llegar a Madrid lo vi de nuevo posible. Más de lo mismo, egos y más egos, por lo que cuando la toalla estaba en el suelo, sucia y pisoteada, encontré personas con ganas de trabajar que confiaron en mí para llevar a cabo el proyecto. Así nació Pasar Página. Creo que fue Marina Collazo la que propuso el nombre, debo decir, que con gran acierto, porque sí: pasamos página y en mi caso, caso, pasé mucho más que páginas, porque encontré una redacción que no cuestiona mi dirección, porque saben que no limito iniciativas, más bien al contrario. Eso no quiere decir que pierda de vista los contenidos, que indefectiblemente pasan por mi filtro.
Creo que no ha sucedido jamás que vete las entrevistas que me proponen, aunque se trate de autores en los que no había pensado, pero que la redacción considera de interés general, que es lo que persigo: dar cabida a todos los géneros, a todos los escritores y a los eventos que vayan sucediendo en torno al divino arte de la creación.
Un día dejaré el proyecto porque los años pasan y ya estoy en la recta final de mi productividad, pero lo dejaré en buenas manos, feliz de verlo funcionar más allá de mi presencia. Hemos cumplido un año y todavía me parece mentira haber llegado hasta aquí. Afortunadamente todavía me queda fuerza para seguir adelante y si nada lo impide, celebrar una año más con esos seguidores, que ya han llegado a mil. Gracias a ellos cobramos nuestra nómina mensual porque el dinero no es el único aliciente para hacer lo que nos gusta. Nuestra moneda se llama ilusión, y como dice mi querida amiga e inspiradora María Vicente Porcar, trabajamos por amor: por amor al arte.








Mercedes Gallego Moro

miércoles, 5 de diciembre de 2018

El taller de libros prohibidos



Autora: Olalla García.
Novela histórica.
Papel y digital.
576 páginas
Ediciones B
Olalla García (Madrid, 1973), alcalaína de nacimiento, es profesora de literatura. Estudió en la Universidad de Alcalá, y realizó estudios de posgrado en Bolonia y París. Compagina la docencia con su actividad de escritora y la traduc­ción literaria.


Cultiva sobre todo la novela histórica ambientada en la Antigüedad Tardía o el Siglo de Oro. Ha publicado con gran éxito cinco novelas: Ardashir, rey de Persia (2005), Las puertas de seda (2007), El jardín de Hipatia (2009), Rito de paso (2014) y En tierra de Nadie (2016). Su obra más reciente, El taller de libros prohibidos (2018)


Sinopsis:
Un thriller histórico ambientado en el fascinante mundo del libro en el siglo XVI.
Novela histórica y de intriga,El taller de libros prohibidosnos transporta a la época en la que imprimir, vender y leer libros podía llegar ser una actividad sumamente peligrosa.
Alcalá de Henares, 1572. La joven librera Inés Ramírez acaba de quedar viuda y ha de ponerse al frente del negocio familiar. Pronto descubre que su esposo poseía la clave de acceso al único ejemplar de un libro prohibido, cuya desaparición había sido ordenada por el poder político y la Iglesia siglos atrás.
Con la colaboración de Pierre Arbús, un oficial de imprenta francés, inicia la investigación. Tendrá que tratar con personajes de todo tipo: maestros impresores, eruditos, delincuentes, nobles de alta cuna. Y todo bajo la sombra omnipresente de la Inquisición, que vela por controlar el pensamiento y la palabra, y la estricta censura de Felipe II.

Mi opinión:

Lo primero que me cautivó de este libro fue la portada. Ya estando inmersa en su lectura, tuve la oportunidad de acudir a su presentación enmarcada en las III Jornadas Madrileñas de Novela Histórica. Allí pude confirmar la enorme labor de documentación que había llevado a cabo la autora para plasmar en un libro este thriller histórico, con una prosa sencilla que consigue que el lector se sumerja en las 576 páginas sin hacérsele larga la historia.
Aunque se desarrolla en un lugar tan conocido para mí como es Alcalá de Henares y en el contexto histórico del siglo XVI, que tanto me gusta, he aprendido muchísimas cosas que desconocía y me he imaginado paseando por esta bella ciudad en un tiempo tan diferente al actual, dada la gran ambientación del libro.
Esta novela tiene, por otra parte, una maravillosa labor docente ya que nos enseña cómo eran las imprentas y cómo funcionaban las librerías en esos difíciles momentos en los que las pragmáticas de Felipe II y las denuncias a la Inquisición podían acabar con tu negocio e incluso con tu vida. Así conoceremos lo que es un tirador, un chibalete, un tórculo, una volandera…

También refleja el difícil papel de la mujer, en un mundo dominado por hombres, a la que no se le permitía pensar ni decidir, a través de la protagonista, Inés Ramírez, y de su hermana María Ramírez, personaje histórico, que se convirtió en editora al enviudar. Dos mujeres cultas que eran la excepción a la norma, lo que las convertía en pasto de envidias, falsos rumores y recelos.

Alcalá en 1565 pintado por Anton van der Wyngaerde
Las costumbres, las comidas, el ambiente, la diferencia entre los señores y los criados, el clero y el pueblo llano, incluso en la forma de hablar, dando muy diferente voz a los distintos personajes, ya sean eruditos, delincuentes, nobles o sencillos aldeanos al servicio de sus señores.
Unos personajes muy cuidados: Inés, la protagonista, se va creciendo página a página, llegando a demostrar la gran mujer que es. Albertillo, el aprendiz, que demuestra un verdadero cariño por su señora, más allá de la relación laboral, Pierre, con una dura historia a sus espaldas… y así todos y cada uno de ellos, muy bien construidos y contándonos lo suficiente para que conozcamos como son y cuál es su lugar en la narración.
Varios giros inesperados en la trama de la que nada voy a contar porque hay que descubrirla poco a poco y un gran final, redondean esta novela que, al principio, puede resultar un poco liosa hasta que nos enteramos de quien es quien, aunque para esto nos ayuda el glosario de personajes (que yo no utilizo nunca).

Almudena Gutiérrez
Es, en resumen, un gran libro.







sábado, 1 de diciembre de 2018

Entrevista a Pilar Muñoz







Pilar Muñoz nació en Pozoblanco (Córdoba), en 1967, aunque reside en la capital cordobesa desde su infancia. Es licenciada en Psicología ―Especialidad de Psicología Clínica― por la UNED y funcionaria de la Administración General del Estado. Aficionada a la escritura desde la infancia y apasionada de la vida, la psique y las relaciones sociales y humanas, hace de la literatura un medio de entretenimiento con el que transmitir, además, la realidad de nuestro tiempo y las emociones, reflexiones y sentimientos que suscita en quienes la viven. Sus obras publicadas son Ellas también viven. Relatos de mujer, Los colores de una vida gris, ¿A qué llamas tú amor?, Un café a las seis y Aquello que fuimos (ficción contemporánea). Por esta última ha sido galardonada con V Premio Literario de Amazon de habla hispana.


La Revista Pasar Página no quería dejar pasar la oportunidad de entrevistar a la que consideramos nuestra amiga, además de colaboradora. Para la ocasión se han reunido Marina Collazo y Almudena Gutiérrez para hacerle esta entrevista.

Marina Collazo-Almudena Gutiérrez —Buenas tardes, Pilar. Lo primero, enhorabuena por este merecido premio.
»Cuando te convertiste en finalista, te preguntamos por qué te habías presentado a este premio y nos respondiste: «Por tres razones, fundamentalmente. La primera de ellas, porque pensé que tenía algo bueno que ofrecerle al lector y que, además, podía estar a la altura de un concurso literario donde sabía que se iba a medir con otras muchas buenas obras y que debería enfrentarse, en caso de llegar a la final, a un jurado compuesto —en su mayor parte— por escritores capaces de analizar no solo la calidad de la historia, sino también todo aquello que la envuelve y la engrandece —narrativa, personajes, trama, tensión…—, con independencia de otros criterios adicionales que puedan tener también en cuenta a la hora de elegir a la ganadora.
La segunda de ellas, por visibilidad. Creo que el Premio literario de Amazon sigue estando en el punto de mira de muchos lectores, blogs literarios y otros medios de comunicación, y esto, indudablemente, puede contribuir a que las miradas lectoras se centren un poquito más en las novelas que se presentan y decidan, a partir de ahí, darles una oportunidad. En un mundo literario en el que lo que no se ve, no existe, esto es fundamental, al menos como arranque inicial; el boca-oreja y las críticas posteriores ya se encargan luego de continuar la difusión. 
La tercera, porque ganar este concurso implica abrirle a nuestra obra una puerta importante, que comienza con su publicación editorial y continúa con una campaña publicitaria y promocional que nos resulta inaccesible a muchos de los escritores autoeditados»
AG — Ahora eres la flamante ganadora ¿Un sueño cumplido?

PM — Un sueño cumplido, otro más, en este caso el de abrir una puerta que me permita darle más difusión a una historia que he construido con muchísimo mimo, con el reconocimiento y el apoyo de un sello editorial que, sin duda alguna, me brindará herramientas de las que no dispongo por mí misma como autoeditada.

MC — ¿Qué crees que ha cautivado al jurado para elegirte ganadora?

PM — Por fortuna, he podido conocer en parte —por sus propios comentarios— la opinión de algunos de los miembros del jurado. Coinciden en una buena valoración de la narrativa, «elegante» e «impecable», así como la profundidad de la historia, que Fernando Gamboa califica de «deliciosa» y«real», y la originalidad de la trama.

AG — ¿Cómo y cuándo te comunicaron que habías ganado?

PM — Fue muy anecdótico. Sonó mi móvil alrededor de la una y media del mediodía. Yo iba conduciendo en dirección a Madrid para presentar la novela por la tarde en El Dinosaurio todavía estaba allí. Me puse atacada cuando, de reojo, vi en el visor que el número de teléfono era de Amazon KDP. Mi marido atendió la llamada, pero claro, no quisieron anticiparle nada, así es que quedé en devolvérsela en cuanto pudiera. Busqué a la desesperada una salida de la autovía y a un lado de la carretera, con el corazón desbocado por completo, escuché la voz de Carlos Liévano, director de Amazon KDP, anunciándome que era la ganadora del concurso. No me lo podía creer. Se me saltaron las lágrimas, me puse a caminar de un lado a otro y a levantar los brazos como los púgiles de boxeo para que la familia que me acompañaba supiera lo que pasaba J; más de un conductor que pasara por allí pensaría que estaba loca. Por cierto, confieso que guardo de recuerdo una foto del lugar, ¡ja, ja, ja!

MC — ¿Por qué sigue siendo tan difícil ser mujer y triunfadora, sea en la faceta que sea?

PM — Porque seguimos asumiendo, en su mayor parte y hasta en exclusiva, roles que deberían ser compartidos, y eso nos limita el tiempo y la dedicación a determinadas facetas de nuestra vida personal o profesional. Y porque sigue sobrevolando —por educación, mentalidad, costumbre o intereses concretos— esa supremacía masculina que no deja de hacernos sombra. Cuesta, socialmente hablando, pensar en una igualdad absoluta en cuanto a valía y capacidad, y lo peor de todo es que, en muchas ocasiones, las trabas para avanzar no solo las ponen los hombres, sino también nosotras mismas, nuestras congéneres por una mera cuestión de envidia o competitividad. Habrá que seguir peleando por cambiarlo, en todos los sentidos. 

AG — ¿Qué crees que te espera ahora?

PM — No lo sé, esa es la verdad. Y prefiero no pensarlo. Una de las muchas cosas que he aprendido en esta vida es que hay que vivir el momento, a ser posible sin anticipar nada. Las expectativas suelen ser malas consejeras. Quiero disfrutar de cada detalle novedoso que me aporte esta experiencia, saboreándolo al máximo, empapándome de las sensaciones que me produce, y lo voy a hacer según vayan llegando, sean los que sean y cuando sean.

MC — ¿Qué libertad has encontrado en la autoedición que no conseguiste en la publicación con editoriales convencionales?

PM — No tengo una experiencia amplia con editoriales convencionales, tengo solo una obra publicada por una de ellas que, al ser independiente y pequeña, no ha podido regirse por las mismas directrices de trabajo que otras mucho más reconocidas. En este caso concreto, y teniendo en cuenta esa salvedad, diría que la posibilidad de gestionar la promoción y difusión de la obra de una manera distinta a como lo han hecho ellos. Con respecto a lo demás, el entendimiento fue muy bueno y hubo consenso en los detalles (portada, sinopsis…), así es que no he sentido merma alguna de esa libertad en relación con la autoedición.

AG — En estos diez años que llevas dedicando mucho de tu tiempo libre a la literatura, ¿has pensado alguna vez «tirar la toalla»? ¿Qué te ha empujado a seguir?

PM — ¿Me permites que te haga una objeción? Apenas tengo tiempo libre, así es que el tiempo que le dedico a la escritura forma parte de mis horas de sueño o de descanso, por eso en las etapas en las que escribo me voy durmiendo por las esquinasJ. Dicho esto, te diré que sí, que alguna vez he pensado en tirar la toalla por un cúmulo de circunstancias personales y literarias. Pero me he dado cuenta de que ya llevo las letras metidas en vena y que por mucho que intente acallarlas, fluyen, se desbordan, sin que las pueda contener. Si a eso le sumas los amigos tan pesados que tengo, que no cesan de repetirme una y otra vez: «no dejes de escribir nunca», lo que podría ser un abandono de toalla definitivo se transforma en lapsus de tiempo indeterminado destinados a «recuperarme» para resurgir de nuevo.

MC — Todas tus novelas son de gran carga emocional, ¿cómo es el proceso de escritura en ese sentido, cómo te afecta?

PM — Me afecta muchísimo, porque entro en la piel del personaje cuando empiezo a escribir la historia y no salgo de él hasta que termino, y eso puede durar más de un año. Para transmitir emociones hay que sentirlas, aunque sea partiendo de una situación imaginada. Yo recreo mentalmente esa escena, esa situación, y me dejo abducir por el personaje, entera, sintiendo, viviendo, reaccionando como lo haría él para luego expresarlo. Ha habido veces en las que, al terminar de escribir un capítulo o una escena, he tenido que irme a la calle para airearme porque estaba fatal.

AG — ¿Te consideras, por fin, escritora?

PM —Qué pregunta más difícil, ¿no? Sabes que le tengo muchísimo respeto a esa palabra, ¿verdad?, por eso me lo preguntas. Creo que esa catalogación deberían hacerla personas ajenas a mí misma, como los lectores o los buenos críticos literarios, porque «autor» es todo aquel que firma una obra como suya, pero bajo mi punto de vista, ser «escritor» implica una trayectoria, una cierta dedicación, un conocimiento —en relación con un arte— que no se adquiere en dos días. Creo que estoy en el camino y, según lo que se dice por ahí, bien orientada, así es que tal vez podríamos empezar a hablar de «escritora», pero solo tal vez.

MC — Tu novela más extensa y profunda es Los colores de una vida gris, con un desarrollo complejo y sorprendente, ¿conseguiste salir ilesa de ella?

PM — Ese desarrollo del que tú hablas, que afectaba sobremanera a la protagonista, fue el mayor escollo que tuve que sortear, la mayor dificultad, además de la trama, que tampoco era sencilla. No salí ilesa de Los colores de una vida gris, en absoluto, porque con ella aprendí muchísimo. Como diría mi madre, me metí en camisa de once varas, porque la dificultad de su trama estaba por encima de mis capacidades literarias en aquel momento, por lo que tuve que rehacerla, reescribirla, repensarla y re-todo hasta conseguir ponerle fin. Fue un ejercicio de empeño y superación que me aportó muchos conocimientos nuevos por lo que tuve que investigar, leer y practicar hasta terminarla.

AG — En la liga de fútbol hay un pichichi, en tu libro Aquello que fuimos ¿Qué personaje gana el premio especial? ¿Porqué?

PM — Es complicado elegir, creo que habría un empate a goles. Blanca lo ganaría por su valentía y madurez, considerando su edad; Fuensanta, por su capacidad de superación, por su fuerza interior; y la abuela Herminia, por su inteligencia emocional y su calidad humana, adquiridas a base de experiencias vitales que han hecho que sea, además, un pozo de sabiduría tan entrañable como real.

MC — No hay ninguna novela ni relato escritos por ti que no nos haga reflexionar sobre algún tema. Es admirable tu manera de engancharnos, removernos los sentimientos y, a la vez, hacernos pensar con cada historia. ¿Podemos decir que ese es tu sello de identidad?

PM — Sin duda alguna. El intimismo y la reflexión son el nexo común de todas mis obras. Puedo escribir historias de géneros diversos: ficción contemporánea, románticas, eróticas, de intriga o suspense…, pero siempre tendrán un poso de reflexión con tintes emocionales.

AG — Víctor Fernández Correas, de nuestro equipo de redacción y muy amigo tuyo, nos pasa dos preguntas:
VFC — ¿Porqué escribes tan bien, jodía?

PM — He soltado una carcajada al leer la pregunta, porque ese es Víctor, tal cual. No tengo ni idea, Maestro. Muchos aseguran que a escribir se aprende, que no hay nada innato en ello. Yo discrepo. Hay personas que parecen haber nacido con un gen artístico que les permite crear sin apenas dificultad y lo que hacen, a partir de ahí, es perfeccionar ese arte con el aprendizaje oportuno, así llegan a un nivel de calidad al que difícilmente puede llegar quien no ha tenido la suerte de nacer con esta predisposición especial, por mucho que estudie. Yo, aunque esté feo decirlo, siempre afirmo que debí de nacer con algo dentro, porque mi dedicación al estudio de este arte no justifica en absoluto lo que fluye de mí, ni lo que termino plasmando en el papel.

VFC — ¿Qué te aporta la observación a la hora de escribir?

PM — Todo. Mi literatura y mis historias son realistas, construidas a partir de detalles captados de la vida cotidiana, de lo que nos rodea y de quienes nos rodean, de lo que acontece en esta sociedad en la que vivimos. Si no observara como lo hago, no podría fundamentar ni sustentar las tramas de la manera en que lo hago.

Marina Collazo-Almudena Gutiérrez — Gracias infinitas, Pilar, por dedicarnos tu tiempo en un momento de tantos compromisos. Ha sido un placer conversar contigo.  Deseamos que disfrutes de este premio y que nos sigas deleitando con más historias tan maravillosas como Aquello que fuimos.

Pilar Muñoz — Gracias a vosotras por cederme un espacio en vuestra revista, por darme voz, por ser amigas.




Marina Collazo Casal
Almudena Gutiérrez