jueves, 29 de abril de 2021

Recordando la entrevista a Carmen Posadas

Ayer acudimos a la presentación del último libro de Carmen Posadas, La leyenda de la Peregrina.

Con su simpatía habitual y su buena oratoria, contó muchas curiosidades relacionadas con la escritura de esta novela en la que hace un recorrido por la Historia, desde 1579 hasta el año 2002, utilizando como hilo conductor la famosa perla La Peregrina.

Hoy nos ha parecido un buen momento para recordar la entrevista que le concedió a nuestra revista en enero de 2019.


Carmen Posadas (Montevideo, 1953). Reside en Madrid desde 1965, aunque pasó largas temporadas en
Moscú, Buenos Aires y Londres, ciudad en la que su padre desempeño cargos diplomáticos.

Comenzó escribiendo para niños y en 1984 ganó el Premio Ministerio de Cultura. Es autora además de ensayos, guiones de cine y televisión, relatos y varias novelas entre las que destaca Pequeñas Infamias galardonada con el Premio Planeta de 1998.

Sus libros han sido traducidos a veintiún idiomas y se publican en más de cuarenta países. La acogida internacional, tanto de lectores como prensa especializada, ha sido inmejorable. Pequeñas Infamias recibió excelentes críticas tanto en The New York Times como en The Washington Post. En el año 2002 en la revista Newsweek se saludaba a Carmen Posadas como «una de las autoras latinoamericanas más destacadas de su generación».

Otros galardones son el premio Apeles Mestres de literatura infantil y en el año 2008 Premio de Cultura que otorga la Comunidad de Madrid.


 

AG — Buenas tardes Carmen. Muchas gracias por concedernos esta entrevista. ¿Sabe cuántos libros ha escrito?

CP — No, calculo que más de 40.

AG — Ha tocado narrativa actual, histórica, ensayo, libros infantiles, guiones, relatos, ¿En cuál se siente más a gusto?

CP — Mi género favorito es el cuento. Es todo un reto para un escritor, más incluso que una novela.

AG — Estudiando su biografía he visto que ha escrito varios libros «a cuatro manos» ¿Cómo se organiza para escribir con otra persona?

CP — Depende. El que escribí con mi hija era un libro de medicina. Ella era el médico puesto que lo es, y yo su paciente. En los otros, solía repartirme los capítulos con mi co-autor.

AG — ¿Ha visitado cada uno de los lugares en los que se desarrollan sus historias?

CP — No siempre, aunque procuro visitarlos a veces o es posible.

AG — Su última novela La maestra de títeres es su particular «historia de las vanidades» y en esta obra se basó para su idea inicial. ¿Cómo se le ocurren sus historias?

CP — A veces en un sueño, otras son fruto de un temor, otras de una preocupación, incluso alguna de una obsesión.

AG — ¿Recuerda cuál de sus libros le ha supuesto mayor labor de documentación?

CP — El último. He descubierto que es más difícil documentarse para escribir obras de un pasado cercano que de la prehistoria o de la Edad Media. Si meto la pata en un dato en la Edad Media solo se dará cuenta un estudioso. Si me equivoco en algo de los años 50 o 70, se van a dar cuenta muchas personas.

AG — ¿Cuál es su hábito para escribir?

CP — Ya no tengo hábitos. Antes tenía muchas manías, ahora escribo en los aviones, en los trenes, donde me pille.

AG — ¿Y su planteamiento de la obra?

CP — Trabajo, trabajo, trabajo esa es la receta.

AG — Siempre dice en sus entrevistas que le gusta la soledad ¿por qué?

CP — Me gusta la soledad porque me lo paso muy bien sola. Ya sé que es políticamente incorrecto, pero es la verdad.

AG — Si no viviese en Madrid, ¿En qué ciudad del mundo le gustaría vivir?

CP — Me encanta Madrid, pero no me importaría cambiar. Toda mi vida he estado cambiando de país, de ciudad, me gusta lo desconocido.

AG — Se convirtió en madre siendo muy joven y ahora tiene cinco nietos ¿Cómo es la abuela Carmen Posadas?

CP — Soy una abuela «enrollada» pero no consentidora. No mal crio a mis nietos ni les doy todos los caprichos. Mi suegra hacía eso y no me gustaba nada. Creo que nosotros también tenemos que colaborar con su educación, no arruinar la que le dan sus padres.

AG — ¿Qué cree que han heredado sus hijas de usted?

CP — Espero que hayan heredado la capacidad de trabajo y también la capacidad de disfrutar.

AG — ¿Es muy importante la religión en su vida?

CP — Sí, soy una persona muy espiritual

AG — ¿Qué opina de las redes sociales?

CP — Las redes me agobian y me superan. No quiero estar «inter actuando» día y noche con gente que no conozco.

AG — Imparte, junto con su hermano Gervasio, talleres de escritura y colabora con la Universidad Europea de Madrid, donde una cátedra lleva su nombre ¿Le gusta la docencia?

CP — Me gusta enseñar y ayudar a los demás a cumplir sus sueños de convertirse en escritores. Llevamos 7 años con www.yoquieroescribir.com y hemos tenido más de 5.000 alumnos. Muchos de ellos con obra publicada. Es muy gratificante.

AG — Está en plena promoción de su última novela pero ¿ya tiene proyectos para la siguiente? ¿Escribe diariamente?

CP — No tengo proyectos. No puedo escribir mientras estoy en promoción. Empezaré a pensar una idea nueva a partir de febrero.

AG — Muchas gracias por atenderme. Ha sido un placer conversar con usted.

Almudena Gutiérrez


Esta entrevista se publicó en el número 14 de la Revista Pasar Página.




sábado, 24 de abril de 2021

«Otra oportunidad» de Alex Casademunt

 




OTRA OPORTUNIDAD

nuevo single de

ALEX CASADEMUNT

El pasado 03 de marzo de 2021 nos despertábamos con la fatídica noticia del fallecimiento en un accidente de tráfico de Alex Casademunt, artista que se ganó el cariño de todos nosotros tras su paso por la primera edición del programa Operación Triunfo y que, de alguna manera, seguirá formando parte de nuestras vidas.

Muchos son los ámbitos profesionales en los que se ha desenvuelto el artista durante todos estos años, tanto a nivel musical como en teatro y televisión. Sin embargo, quizás la faceta que menos se le conocía es la de compositor y músico, teniendo en su haber un patrimonio musical de decenas de temas de su propia autoría registrados durante todos estos años.

Coincidiendo con el veinte aniversario de su carrera profesional, Alex Casademunt daba forma a su nuevo trabajo discográfico, el cual verá la luz en las próximas semanas.

Otra oportunidad es el single adelanto de dicho álbum, un tema que el artista grabó a dúo con su hermano Joan Casademunt, con quien ya había colaborado anteriormente y que también estará muy presente en este nuevo disco.

Otra oportunidad es una canción de amor en su máxima expresión, ese amor que pasa por alto los errores, que cura las heridas y que siempre está dispuesto a cruzar las fronteras del no. Un alegato al derecho a equivocarse, a perdonar y a ser perdonado. Balada preciosa que, sin pretenderlo, suena a despedida y que conmoverá los corazones de todos aquellos que hemos querido y seguiremos queriendo a Alex Casademunt.

El single verá la luz el próximo 23 de abril de la mano de su discográfica, Sonogrand Music, acompañado de un video lyric para el cual se han rescatado algunas imágenes de archivo.

Enlace al Video Lyric: https://youtu.be/ukiC1TmkrSk




jueves, 22 de abril de 2021

Recordando a Miguel de Cervantes

Quiero en primer lugar pedir perdón a mi ilustre personaje por mi osadía al entrevistarlo, porque el personaje de hoy no es cualquiera. Hoy tengo a mi lado nada más y nada menos que a Don Miguel de Cervantes Saavedra, Príncipe de los Ingenios, a quien quiero agradecer su presencia. 

Carmen Martin Audouard ― Don Miguel muchísimas, muchísimas gracias por aceptar esta entrevista que ya le advierto será parca en las preguntas, pues me parece que es usted el que tiene que hablar mientras yo escribo.

Miguel de Cervantes Saavedra ― Trataré de no dejarla en mal lugar.

CMA ― Don Miguel, usted nació en 1547 en Alcalá de Henares cerca de Madrid. Corren rumores de que trato de hacer tangibles que era cristiano viejo ¿es cierto?

MdCS ― Bien, vayamos por partes. En aquellos años Alcalá ya era una villa importante y antigua, tenga en cuenta que allí habitaron romanos, árabes y judíos, y en el S XIV fue una población emergente debido a las transacciones y al mercado comarcal, lo que hizo crecer la población. La judería y la morería de Alcalá fueron de las más notables de Castilla, y en ese mismo siglo tuvieron lugar en la ciudad Las Cortes de Castilla  que, aunque menos significativas que las de las instituciones similares, en la Corona de Aragón con las Cortes de Aragón, Catalanas y Valencianas, fueron enormemente importantes. Se concedía a la oligarquía urbana de ciertas ciudades el «voto en Cortes» y supusieron la renovación periódica de la relación política entre rey y reino. Si a todo eso le unimos que, en 1499 el cardenal Don Francisco Jiménez de Cisneros fundó la Universidad, Alcalá era una villa, efectivamente muy importante.

Nunca pude demostrar mi limpieza de sangre, aunque es cierto que mi abuelo paterno fue familiar de la Inquisición, sin olvidar que mi abuela perteneció a una familia de médicos cordobeses lo que hace pensar que pude tener alguna «raza» de confeso, e incluso a mi padre Don Rodrigo, que fue un cirujano itinerante suscito sospechas de ser un converso.

CMA ― Fue el tercero de cinco hijos y en 1566 recién instalada la corte en Madrid se va a vivir allí con su familia, usted ya tenía diecinueve años, lo que en aquella época le hacía ser, no ya un muchacho, sino un hombre. ¿Pensó que en Madrid tendría más oportunidades?

MdCS ― En el mes de junio de 1561 S.M. el Rey nuestro señor Don Felipe II, que Dios guarde, había trasladado la Corte a Madrid desde Toledo. Se dieron varias razones para ello: tratar de contentar a Doña Isabel de Valois, que se asfixiaba dentro del alcázar toledano y era realmente insistente con su esposo para salir de allí, y después, alejar la corte de la influencia del Arzobispo  Bartolomé de Carranza, quien a pesar de haber sido premiado por Don Felipe II con el arzobispado, sorprendió por su forma de ejercer la caridad, gastando cantidades ingentes de ducados en redimir cautivos, casar huérfanas, dar estudio a los pobres, atender a los presos y dar limosnas a los hospitales. Todo esto y el que, en cualquier causa promovida por la Inquisición, el nombre de Don Bartolomé era invocado como defensor, con más frecuencia de la deseada por sus enemigos, hizo que el inquisidor Fernando Valdés comenzara a instigar la forma de poder procesar al Obispo. Todo esto trajo la consecuencia, de que Madrid se convirtiera en el centro político de la monarquía, lo que supuso que tres años después, yo iniciara mi carrera como escritor, contando con el aprecio y amistad de Don Juan López de Hoyos, que ostentaba el cargo de rector del Estudio de la Villa.

CMA ― ¿Qué le llevó a tomar la carrera de las armas?

MdCS ― Mi hermano Rodrigo militaba en la compañía de Diego de Urbina, y en aquel momento la Armada de la Santa Liga, al mando de Don Juan de Austria, tiene la intención de hacer frente a los turcos, defender Chipre y luchar contra los infieles.

CMA ― ¿Qué supuso para usted Lepanto? Se dice que allí usted combatió muy valientemente, que incluso con una importante calentura prefería morir luchando por Dios y por su Rey que apartarse de la cubierta, siendo destinado al esquife situado en la popa de la nave, un lugar de los más peligrosos dentro del barco.

MdCS ― Como usted sabrá, Lepanto o Naupacto, era una bella ciudad que daba nombre al Golfo situado a su vez al norte del Golfo de Corinto. La ciudad ya era conocida por los mitos de Heracles, donde se menciona que ese semidiós construyó una flota, para acometer la invasión del Peloponeso, siendo el mismo lugar donde se desarrolló la batalla entre atenienses y espartanos, durante la conocida como Guerra del Peloponeso. Es la zona donde tuvo lugar la batalla naval que lleva su nombre entre la Santa Liga, compuesta por España, Venecia, los Estados Papales y Génova, contra el Imperio Otomano, siendo un sitio con multitud de arrecifes. Había embarcado en la galera Marquesa, y mi recuerdo de aquel lugar nunca fue bueno, recibí dos disparos de arcabuz en el pecho y un tercero en la mano izquierda que me la dejó inútil, aunque tuve la suerte de no perderla y aguantar junto con mis compañeros, hasta la llegada de Don Álvaro de Bazán, que desde la retaguardia reforzó los puntos críticos de la batalla. Pero siempre me he sentido orgulloso de que mi manquedad no nació en una taberna, sino en una de las glorias más grandes que tuvo España. Y como evoque contra Avellaneda «Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga, y es esto en mi de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella». Esto es para mí Lepanto.

CMA ― Estuvo al borde de la muerte y cayó preso de los turcos.

MdCS ― Fui preso en Argel,  enorme prisión para muchos cientos de los nuestros, allí encabecé una fuga que resultó frustrada; no desistí, volviendo a escapar, pero quiso Dios que un renegado revelara mi escondite, y de nuevo estuve preso, hasta que se efectuó por parte de unos sacerdotes trinitarios el pago de los quinientos ducados que valía mi libertad.

CMA ― Si le parece dejamos las guerras y hablamos de mujeres, de sus mujeres. Usted fue un gran amante de la libertad pero no solo para usted sino también para las mujeres. Las quería libres, poderosas y elocuentes ¿Me equivoco?

MdCS ― En absoluto. Siempre ha sido para mí el mejor don. Si usted ha leído El Quijote, sabrá que hay una charla entre Alonso Quijano y su escudero Sancho, donde aquel le dice «La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre, por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida…» En otras de mis obras ellas pronuncian discursos que deberían recordarse para siempre, en defensa de la libertad para las mujeres, que normalmente tienen un gran don de la palabra.

Mis hermanas me hicieron ver el rechazo al matrimonio por obligación. Ellas vivieron relaciones de libertad con hombres de gran prestigio, con los que nunca se casaron, incluso Marcela, huye del matrimonio y de sus pretendientes haciéndose pasar por pastora para vivir en libertad, y qué decir de La Gran Sultana donde Doña Catalina reivindica su derecho a la libertad religiosa o La Gitanilla, que cuando es vendida a un caballero, se enfrenta a comprador y vendedores mientras les dice: «Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que quisiere…» Y por último quiero decirle que tuve una hija, Isabel, a la que también quise libre, y que al ser su madre mujer casada, no puede darle mi apellido y tuvo que llevar los del marido de su madre, cosa que me contrarió bastante.


CMA ― Nadie lee desde hace muchísimos años libros de caballería, sin embargo, su gran creación, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, ha sobrevivido hasta convertirse en una obra de obligada lectura. ¿Por qué cree que ha sido esto?

MdCS ― Las modas son cambiantes y quizás algún día vuelva a ponerse de moda algo parecido a los libros de caballería, pero respondiendo a su pregunta, no escribí El Quijote pensando en que era una obra magistral, sino poniendo mi sentimiento y mi reflexión. Quizás quise ser como Alonso Quijano, o tal vez quise demostrar que, pase lo que pase, siempre hay que luchar contra los gigantes o, simplemente creer que debemos vivir nuestra vida, haciendo lo que deseamos, pero siempre con dignidad y creyendo en nosotros mismos. Yo como es lógico conocía a fondo los libros de caballería como Amadis de Gaula, que pese a no haber existido nunca se le daba por real. En El Quijote trate de criticar esos libros que tanto odiaban los moralistas y padres de familia, hasta el punto de pedir su prohibición por considerarlos un ataque a la moral, debido a su sensualidad y su aceptación, entre otras cosas, de las relaciones prematrimoniales, los juramentos ante Dios de considerarse matrimonio sin la presencia de un cura sancionador. Particularmente no eran de mi interés, me parecían lascivos y eróticos.

CMA ― ¿Por qué Sancho un agricultor, en lugar de un joven escudero?

MdCS ― Sancho no es un escudero es como usted bien dice, un pobre labrador, con pocas entendederas, de racionamiento llano y simple pero la más de las veces tremendamente sensato, poco amigo de los líos y un compañero leal, a pesar de su glotonería, de su lascivia y de su falta de conocimiento, todo ello lo suple con una gran sabiduría popular, convirtiéndose en la voz de la razón. Sancho es egoísta y generoso, sólo espera enriquecerse que es su fin en el mundo, quiere satisfacer a su mujer y si la puede hacer gobernadora de una ínsula, miel sobre hojuelas.

CMA ― ¿Ha sido El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha su mejor obra?

MdCS ― Mi mejor obra y la más querida fue La Galatea. El género pastoril fue mí favorito, pero si hay que clasificarlas, después, sin duda, iría El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

CMA ― Sería interminable hablar de su obra, pero si le agradecería, que nos explicara el amor de Don Quijote por Dulcinea.

MdCS ― Creo que ese amor que siente por Dulcinea, que ni se llama así, ni es como el la ve, demuestra la ceguera del enamorado. Yo presentaba a Aldonza como lo que es: labradora, un poco sucia, ruda y no muy agraciada. Él la idealiza, le cambia el nombre, la ve virtuosa, bella, cultivada y hasta emperatriz de La Mancha. Eso es enaltecer a alguien cuando estamos enamorados.

CMA―Por qué nunca hemos visto un retrato suyo, y su rostro siempre ha sido pintado, a través de las definiciones que de él se han encontrado escritas.

MdCS―Nunca fui coqueto, no tuve mucho tiempo y además me abruma la fama.

CMA―Fue un gran amante de la poesía, y si usted me lo permite, querría mostrarle una que aparece en una zarzuela llamada El Huésped del Sevillano del maestro Don Jacinto Guerrero, donde por cierto, usted aparece hablando con Constanza, la que sería protagonista de su novela La ilustre fregona y declamando su maravillosa poesía:

Pintura sobre pintura

Traiciones y encrucijadas

Misterio, amor, aventuras

Raptos, celos, cuchilladas

Las pasiones desatadas

En la noche suave

Mezcla admirable y extraña

Místicos y aventureros

Y poetas y guerreros

Es Castilla y es España

Al sonar de su campana

Sabe hablar al corazón

Con voces de tradición

La Catedral Toledana

Toledo solar hispano

Crisol de la raza Íbera

Dichoso aquel que naciera

Español y toledano 

¡Oh Toledo si yo puedo!

Para tu honor y tu gloria

He de escribir una historia

En un mesón de Toledo


MdCS―La verdad es que no es mal sitio Toledo para nacer, ni para morir.

CMA―Como es lógico, desconoce que hoy, en pleno siglo XXI su figura representa la marca España, siendo conocido en el mundo entero, y no es exageración, gracias a una institución de fama mundial llamada Instituto Cervantes. Existen numerosas estatuas suyas, una de ellas famosísima en Madrid en la que aparece usted con Don Quijote y Sancho, ambos a lomos de Rocinante y del rucio, acompañados de Dulcinea, y de una representación de La Gitanilla, y es más, en una época no lejana tuvimos billetes que llevaron su retrato, ah, y se me olvidaba mencionar la existencia de un premio literario. Si decimos el Manco de Lepanto un noventa por ciento de la población sabe de quién estamos hablando. ¿Seguro que nunca esperó pasar a la posteridad?

MdCS―No, nunca pensé que mi obra y mi nombre llegaran a esas alturas, ya que me codee con grandes escritores como Lope de Vega, aunque nuestra relación no fue precisamente buena, pero muchas gracias a todos. ¿Sabe que cuando uno es recordado, nunca muere?

CMA―Usted no morirá nunca Don Miguel. Muchísimas gracias por su asistencia ha sido un auténtico placer poder hablar con usted.


Carmen Martín Audouard


Esta entrevista se publicó en el número 10 de la Revista Pasar Página.


martes, 20 de abril de 2021

Recordando a Lope de Vega

 

LA ENTREVISTA SOÑADA

DON FÉLIX LOPE DE VEGA CARPIO

25/11/1.562 ― 27/08/1.635

Esta entrevista a Don Félix Lope de Vega Carpio es quizás, junto con la de Don Francisco de Quevedo una de las más soñadas, aunque tengo que confesar que me ha costado muchísimo trabajo, ya que el personaje ha sido muy reacio a ser entrevistado.

CMA — Muchas gracias por haber accedido por fin, a ser entrevistado.

Creo que habrá sentido pesar de muchas cosas, salvo de no haber tenido una vida plena, a pesar de proceder de familia humilde y de ser un niño precoz.

FLdV — No se equivoca, mis padres, él de profesión bordador y ella dedicada a sus labores, procedían de Cantabria y se trasladaron a Madrid recién nombrada capital del reino en 1.561, en busca como todos de oportunidades, aunque tengo entendido que primero llegó mi padre que iba tras una aventura amorosa, viniendo mi madre poco tiempo después al rescate de su marido. Siempre he creído que fui fruto de la reconciliación del matrimonio, en el que siempre estuvieron los celos por medio.

Teniendo muy corta edad, ya leía latín y castellano y efectivamente, con once años compuse versos, escribiendo a los doce mi primera comedia. Me llevaron a la escuela de Don Vicente Gómez Espinel, que además de ser paisano de mis padres, era un gran sacerdote, escritor y músico. Después confirmé mis estudios en la Compañía de Jesús, para trasladarme de 1.577 a 1.581 al Colegio de los Manriques de la Universidad de Alcalá de Henares, edificio que según noticias que me han llegado, en su época forma parte de algo que llaman Parador; pero a pesar de mis estudios nunca obtuve ningún título académico.

CMA — ¿Quizás debido a su desordenada y mujeriega vida, y dado que no fue capaz de obtener título alguno, sus protectores dejaron de costear sus estudios?

FLdV — ¡Es posible! No logré obtener el título de Bachiller y tuve que ganarme la vida, entrando como secretario de aristócratas y escribiendo alguna que otra obra. No obstante con veintiún años decidí alistarme en la Marina, a bordo de un barco cuyo mando ostentaba Don Álvaro de Bazán, peleando en la batalla de la isla Terceira, ya sabe, una de las que forman el Archipiélago de las Azores.

CMA — Perdóneme la indiscreción, pero usted fue en extremo mujeriego, ¿me equivoco?

FLdV — Pues no, no se equivoca. Las mujeres han sido mi punto débil, para qué negarlo. Si esto lo unimos a que yo no era feo, tenía muy buen verbo y sabía cómo tratarlas, sume usted y encontrará el resultado.

CMA — ¡Ya! Pero… usted no admitía ser dejado por una mujer. Sin ir más lejos, alguna de ellas, o mejor la situación que esa mujer tenía, le costó ir a la cárcel ¿no es cierto?

FLdV — Si se refiere usted a mis amores con Elena Osorio, ella era todo gracia y delicadeza. Estaba separada de su esposo, un actor llamado Cristóbal Calderón, si no recuerdo mal; pero ella, por pura conveniencia a pesar de estar conmigo y de que yo pagaba sus favores con comedias para que fueran representadas por la compañía de su padre, decidió entablar relaciones con un noble. Eso me exasperó, es cierto, y llevado por el despecho escribí un libelo que todavía recuerdo:

Una dama se vende a quien la quiera.
En almoneda está. ¿Quieren compralla?
Su padre es quien la vende, que aunque calla,
su madre la sirvió de pregonera…

CMA — Disculpe que le corrija, pero creo que no fue por esos versos, ya de por si crudos, por los que acabó encarcelado, sino por otros mucho más groseros y explícitos que voy a recordarle.

Los que algún tiempo tuvisteis/Noticias del Lavapiés/De hoy más sabed que su calle/No lava, que sucia es;/Que en ella hay tres damas/Que, a ser cuatro como tres/Pudieron tales columnas/Hacer un burdel francés./…Es puta de dos y cuatro,/Y a mí me dijo un inglés/Que la vio sus blancas piernas/Por dos varas delantes…/A cuantos piden su cuerpo/Se lo da por interés:/Hizo profesión de puta;/¡ved qué convento de Uclés!

¿Le parece normal atentar así públicamente contra una mujer?

FLdV — Vamos a decir que, es posible que me sobrepasara un poco, pero pienso como mi buen amigo Don Francisco (se refiere a Quevedo) «¿…siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿nunca se ha decir lo que se siente…? Quien dice verdades ni mata ni ofende. Fue demasiada mi condena, acabé en la cárcel y lo malo es que me consideraron reincidente, en un segundo proceso. Eso acabó con un destierro de la Corte durante ocho años. Aunque no hay mal que por bien no venga y ello me valió para recordar aquellos amores en mi obra «La Dorotea» si bien es cierto que entonces ya ocupaba mi corazón la que fue mi mujer, Isabel de Alderete y Urbina.

»Nos casamos el 10 de mayo de 1.588 costándome mucho trabajo obtener el permiso de mi suegro, Diego de Urbina, pintor del rey; lo que me llevó a raptar a Isabel, con su consentimiento, y acabar de una vez. ¡Oh! mi querida Belisa, como la llamaba para que nadie la identificara en unos versos que le escribí.

CMA — ¿Volvió a retomar su carrera militar?

FLdV — Me alisté en la Gran Armada, en el galeón San Juan, dispuesto a llevar a cabo el ataque a la pérfida Albión, según definiría años más tarde a Inglaterra, el poeta y diplomático francés Agustín Louis Marie de Ximénèz. Pero no crea que me guiaba el valor y el honor, fue la forma de hacerme perdonar por la familia de Isabel haberla raptado. Cuando todo aquello acabó, en derrota, como supongo que conoce, me dirigí a Valencia para vivir con mi esposa.

CMA — Volvió a escribir en la ciudad del Turia.

FLdV — Sí, allí aprendí muchas cosas y conocí gente muy interesante, como fueron los componentes de la llamada Academia de los Nocturnos, institución literaria creada por iniciativa del canónigo Tárrega y el noble Catalá de Valeriola.

CMA — ¿Me puede explicar cuáles eran sus actividades?

FLdV — La academia la componían alrededor de cincuenta hombres, nobles y de alta alcurnia. Se reunían todos los miércoles en el palacio de Catalá. Sobre el asunto siempre elegido por el anfitrión, se leían discursos; morales o políticos, además de poesías. Las reuniones siempre eran de noche, de ahí lo de nocturnos, cada uno de sus miembros se ponía un nombre con el que calificaba a la noche, por ejemplo: Obscuro, Lúgubre, Tinieblas, llamándose su presidente Sombra, Miedo el canónigo Tárrega y Sosiego Miguel Baneyto, que fue Justicia y Conseller de la ciudad.

Allí aprendí a narrar dos historias a la vez dentro de la misma obra, rompiendo así la unidad de acción

CMA — ¿Cuándo vuelve a la Corte?

FLdV — En 1590 torné a Toledo cuando ya había cumplido los dos años de destierro, pero lo hice triste. Isabel y yo tuvimos dos hijas que fallecieron en la infancia, pero el parto de Teodora, la segunda, se llevó a Isabel poco antes de acabar el destierro.

CMA — Pero después de la escritura su gran pasión fueron las mujeres ¿acierto en el orden? Porque se le adjudican once mujeres aparte de sus dos esposas y catorce hijos.

FLdV — Sí, sí, por ese orden. Pero piense usted que yo no fui hombre para vivir sin estar enamorado; de hecho me enamoré de Micaela Lujan con quien tuve cuatro hijos, sintiendo que dos de ellos los tuviera cuando aún estaba casada y otros dos estando viuda. Para mí el amor era muy importante y los hijos eran una bendición de Dios. Piense usted en mi hija Marcela una de mis favoritas y la última que tuve con Micaela. Como sabe Marcela se hizo monja trinitaria.

Pero no crea que no atendí a mis hijos y a las madres; me hice cargo de todos y para ello trabajé muy duro. Escribí una obra enorme, sobre todo, poesía lírica y comedias, que muchas veces se imprimieron sin mi consentimiento, sin corregir e incluso, deturpadas.

CMA — ¿Con este tipo de vida, vamos a decir, disoluta, qué le llevo a ordenarse sacerdote?

FLdV — Tuve una profunda crisis debido a la muerte de gente muy próxima a la que amaba muchísimo. Creo que fue entonces, cuando tomé conciencia de lo efímero de la vida. De 1611 a 1614 fueron muchas y muy seguidas las pérdidas. Primero fui víctima de un intento de asesinato, después falleció mi esposa Juana Guardo, constantemente enferma, pero con anterioridad había muerto mi hijo Carlos Félix y fue entonces cuando me di cuenta, como se puede leer en mi obra «Rimas Sacras» que  todo tenía un final y mi vida, la que había llevado hasta entonces debía de terminar. Pero así y todo, ya ordenado sacerdote, no puede evitar volverme a enamorar, esta vez de Marta de Nevares.

He pensado mucho en por qué tantos sufrimientos, viendo morir a mis hijos o a mis esposas, hasta el punto de que me sentía casi como un Ángel Exterminador, ese que en la Biblia aparece en hebreo como Abaddón, el rey del abismo.

Vi como Marta se quedaba ciega y moría loca, como todos mis hijos iban muriendo unos tras otros, excepto Marcela que me sobrevivió. Ahora juzgue usted misma.

CMA — Pues no Don Félíx, yo no soy nadie para juzgarle, sólo quiero darle las gracias como persona y personaje, como autor a quien no se ha olvidado y que nos ha dejado obras tan maravillosas como Fuenteovejuna, El Perro del Hortelano, El castigo sin venganza, El mejor alcalde, el rey, La dama boba etc.etc. y que aun hoy, en el siglo XXI se siguen representando con éxito.

Gracias por enseñarnos a conocer y a respetar ese maravilloso Siglo de Oro que llevó a España a lo más alto de las letras. Le estamos muy agradecidos y no dude de que se le sigue recordando y estudiando su obra.

FLdV — Muchas gracias a nuestra Patria y a ustedes, los de esa generación que todavía me lee y representa mis obras.

Carmen Martín Audouard


 

Entrevista publicada en el número 11 de Pasar Página

miércoles, 14 de abril de 2021

«Las largas sombras» de Elia Barceló




 

Roca Editorial

¿Puede algo sucedido hace más de treinta años cambiar radicalmente la vida de un grupo de amigas? ¿En qué han quedado los sueños y esperanzas de unas chicas que en 1974 tenían diecisiete años?

«Al final de su vida, se ha dado cuenta de que los secretos destruyen; de que hay que iluminar los rincones para que no haya sombras; que en las sombras se ocultan los monstruos.»

 

Rita, regresa a su pueblo en Alicante después de muchos años de ausencia. Se dirige a casa de Lena, una de las amigas de entonces, pero la posibilidad de un feliz encuentro se ve truncada por una imagen horrible e inesperada: Rita encuentra a Lena muerta en el baño de su casa. Lo que empieza pareciendo un suicidio, se convierte después de algunas investigaciones, en un posible asesinato. Rita decide entonces reunir a las amigas de entonces para hablar de lo ocurrido. A partir de aquí, se iniciará el reencuentro de este grupo de amigas que hace 33 años que no se ven, después de que un terrible suceso las separara y marcara su vida para siempre. Porque el pasado siempre vuelve, siempre está oculto detrás de nosotros, pero a veces se nos muestra como un pliego más del presente.

Elia Barceló (Alicante, 1957)

Se la considera una de las escritoras más versátiles de la narrativa española y es una de las autoras de mayor prestigio en el ámbito del fantástico y la ciencia ficción.

Ha publicado treinta novelas, realistas, criminales, históricas..., unas para adultos y otras para jóvenes, y unos setenta relatos, en España y en el extranjero. Ha sido traducida a veinte idiomas con gran éxito de público y crítica, consolidándose como una de las voces españolas más internacionales de la narrativa actual. Es autora de obras de gran éxito como El color del silencio, El secreto del orfebre, Las largas sombras, El eco de la piel y La noche de plata.

Ha obtenido numerosos premios. Acaba de serle concedido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2020 por El efecto Frankenstein.

Durante muchos años fue profesora de Estudios Hispánicos en la Universidad de Innsbruck, en Austria. Ahora se dedica a la escritura a tiempo completo.

Mi opinión:

Esta novela, que abarca treinta y tres años de la vida de un grupo de amigas, «las chicas del 27», es una historia desgarradora, llena de misterios, de secretos guardados muchos años que han ido lacerando la vida de estas mujeres. Pero la historia va mucho más allá, nos perfila, con todos los detalles necesarios, cómo son cada una de las chicas/mujeres con las que nos vamos encariñando según las vamos conociendo mejor.

¡Qué bien sabe Elia Barceló retratar a las mujeres de nuestra edad!, la de ella, la mía, las que nacimos a finales de los cincuenta o principios de los sesenta y vivimos nuestra adolescencia en los años finales de la dictadura franquista, cuando todavía estaba casi todo prohibido pero ya nos empezábamos a abrir al mundo.

La autora nos va narrando, magistralmente, los cambios de esas chicas que vivieron su viaje fin de curso en el verano del 74, antes de despedirse para ir a la Universidad, para realizar sus sueños… Y cómo son ahora, treinta y tres años después, con unas vidas hechas, felices o infelices, arrastrando un pasado que no todas han sabido esconder en su memoria de la misma manera.

Nos va dosificando los secretos, los de antes y los de ahora, inserta unos diálogos magníficos, nos hace reflexionar, ponernos en el lugar de cada una de ellas. ¿Qué habríamos hecho en cada una de las situaciones que cuenta? ¿Cómo habríamos actuado?

Una historia potente, unos personajes magníficos, una ambientación impecable, unos giros de la historia muy buenos y un final que nos deja con la boca abierta y no queriendo cerrar el libro.

Una maravilla que os recomiendo leer.

Almudena Gutiérrez


lunes, 12 de abril de 2021

Recordando a Fernán Caballero

 

LA ENTREVISTA SOÑADA

Doña Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea.Dicho así, a muchos les resultará desconocida, pero si os digo que tengo delante a Fernán Caballero ya será otra historia.

CMA ―Buenas noches y muchas gracias por acceder a esta entrevista. Mi primera pregunta es saber cómo quiere que me dirija a usted.

FC ―Naturalmente, como doña Cecilia o señora Faber      .

CMA ― ¡De acuerdo, doña Cecilia! ¿Dónde y en qué fecha se produjo su nacimiento, porque a pesar de su seudónimo, usted no es…, vamos a decir, española del todo?

FC ― Así es. Nací en Morges, una pequeña ciudad suiza a orillas del lago Leman, muy cerca de Lausana, un 24 de diciembre de 1.796. Mi padre era nacido en Hamburgo y se llamó Juan Nicolás Böhl, él era por entonces el director de  «Bölh Hermanos», empresa fundada en Cádiz por sus padre, que fue un gran hispanista de extraordinaria relevancia para el redescubrimiento del Siglo de Oro, particularmente de su autor preferido: Don Pedro Calderón de la Barca, de cuyas obras hizo varias traducciones. También mi padre fue un hombre muy preparado culturalmente y hábil para los negocios y las relaciones diplomáticas; fue cónsul del Rey de Prusia, Federico Guillermo III, apoderado de las bodegas de Sir James Duff y de su sobrino Mr. William Gordon que se encontraban en el Puerto de Santa María, ciudad que entonces mantenía importantes relaciones comerciales con Hamburgo. Le encantaba Andalucía y fue en Cádiz donde conoció a mi madre: Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aheran, hija de vasco e irlandesa, y conocida como «Frasquita Larrea», que siempre tuvo un gran interés por la lectura, la política y la escritura, lo que la llevo a tener amistad con intelectuales. Ella se había educado en Francia e Inglaterra y su pasión era escribir, siendo la impulsora de las famosas tertulias en aquel Cádiz de las Cortes, tan importante como capital de negocios y muy bien relacionada con ingleses, alemanes, franceses, etc. Cuando se casaron se trasladaron a Morges que, como le he dicho, es donde yo vine al mundo.

CMA ―¿Por qué y cuándo decidió cambiar su nombre?

FC ― A la vista de las dificultades de la época. Las mujeres éramos meros objetos decorativos, lo que suponía que intentar publicar una obra era prácticamente imposible. Un día, viendo un mapa, me encontré con el nombre de Fernán Caballero, población de la provincia de Ciudad Real. Me gustó, sonaba tajante y tenía sabor caballeresco. Nunca supe quién pudo ser aquel personaje que dio nombre a un pueblo, pero seguro que debió de ser importante. Decidí cambiar de cara al público las faldas por las calzas masculinas.

CMA― ¿Le resultó muy duro vivir en España?

FC ― Me gustaba viajar y siempre consideré que el mundo era muy grande como para pertenecer únicamente a un sitio. Cierto que mis primeros años pasaron en Hamburgo, ya que quedé al cuidado de mi padre después del traslado de mi madre y mis hermanos al Puerto de Santa María. No era fácil en ningún lugar luchar contra la misoginia existente, pero Alemania era más elástica que su país.

CMA ― ¿Qué encontró cuando llegó a España y concretamente a Andalucía?

FC ― Como primer inconveniente, la dificultad del idioma, que empecé a estudiar inmediatamente. Pero con lo que no me enteraba de nada era con la jerga de los andaluces, nada que ver con mi primera lengua que era el alemán; también hablaba francés ya que mi padre me había enviado a un pensionado donde únicamente se hablaba aquella lengua. Allí adquirí no sólo el idioma, también el conocimiento y la educación en el catolicismo, aunque la religión era en España mucho más constreñida que en Alemania donde el protestantismo y el luteranismo vivían junto al catolicismo sin que nadie se rasgara las vestiduras.

CMA ― Contrajo matrimonio a los veinte años con Don Antonio Planells y Bardají que, por su carrera de militar con el grado de capitán de infantería, fue destinado a Puerto Rico. ¿Cómo fue su vida al otro lado del Atlántico?

FC ― No duró demasiado la felicidad, pues al poco tiempo de llegar a la colonia falleció mi esposo y quedé totalmente sola, al amparo del Capitán General que me acogió en su casa como a una más de la familia, pero no fui un huésped muy agradable ya que caí en una depresión hasta que pude volver a España en 1.818 y trasladarme a Hamburgo, donde viví bajo los cuidados de mi abuela. Una vez superado aquel período regresé al Puerto de Santa María donde el sol y el carácter andaluz ayudaron a mi recuperación, terapia de la que también formó parte el que sería mi segundo marido, Don Francisco de Paula Ruiz del Arco, Marqués de Arco Hermoso, gran hombre y gran político de ideas liberales. Nos casamos en Sevilla y en nuestra casa de aquella ciudad sosteníamos, ambos, tertulias con personalidades relevantes de la sociedad española y extranjera. Así conocí a Washington Irving. Era simpático y buen conversador, llevaba ese nombre por la admiración que sus padres sentían por el que fue primer presidente de los Estados Unidos, George Washington. Me gustaba escuchar a Irving, que era también un lector empedernido y un magnífico escritor dentro de la corriente romántica; él también se había enamorado de España, convirtiéndose en un apasionado de Andalucía y el primer hispanista extranjero. Su afán investigador entre todas las clases sociales le llevo a Granada, ciudad de la quedó fascinado y donde conoció al que fue su mayordomo, Mateo Jiménez, quien junto a amigos suyos le dieron a conocer los cuentos y leyendas que encerraba la Alhambra, donde tuvo la suerte de vivir. De allí nació su maravilloso libro «Cuentos de la Alhambra».

»Fue un acierto tener tantos amigos porque cuando Francisco falleció a causa del cólera y de una tisis que no pudo resistir y sin haber tenido hijos, fueron los amigos y la escritura lo que me llevaron a superar mi segunda viudez.

CMA ― ¡Ya! ¿Repitió matrimonio?

FC ― Sí, sí, contraje nuevas nupcias porque no quería estar sola. Mis relaciones con mi madre no eran buenas, yo era demasiado independiente para la época, pensaba que sobre mi vida la única que debía decidir era yo, algo con lo que ella no estaba muy de acuerdo.

»Conocí a Don Antonio Arrom de Ayala, dieciocho años más joven que yo, lo que supuso un escándalo, pero sería a través suya como mis obras vieron la luz.

CMA ― Había quedado impresionada por el folclore andaluz y varias de sus novelas están impregnadas de coplas y cuentos. ¿Triunfó al publicar?

FC ― Escribía sobre lo que vivía y observaba. «La Gaviota», por ejemplo, narra la historia de un triunfo y un enorme fracaso. La escribí en francés y se tradujo al español siendo publicada por entregas en El Heraldo, periódico de gran tirada. Quería salir del tópico del romanticismo europeo, ofrecer una imagen de la mujer diferente al prototipo de abnegada esposa y madre. Quería hablar de los campesinos, de su vida sencilla y sus aldeas. En «La familia Alvareda» tuve oportunidad de mostrar los refranes y coplas que tanto me gustaban y, por fin, pude publicar «Clemencia» en un volumen. En esta obra defendía la necesidad de instruir a las mujeres demostrando que la lectura era primordial y necesaria para la instrucción.

CMA ― Pero «Clemencia» no tuvo éxito, ¿qué le aportó ese mal recibimiento?

FC ― Aportó no solo mi desolación, también la ruina económica a mi matrimonio. Ya se había descubierto quién era Fernán Caballero, no importaba si la obra era buena o mala, escrita por hombre o mujer, fue catastrófico. Mi marido enfermó y su tuberculosis, sumada a los problemas económicos, le llevaron al suicidio. Quedé sola, arruinada totalmente y sin saber que hacer; ni tan siquiera podía volver la cara a mi padre que ya había fallecido. Los Duques de Montpensier y S.M la reina Isabel II me protegieron concediéndome una vivienda en el Patio de Banderas del Alcázar sevillano.

CMA ― ¿Qué sintió ante esa terrible situación?

FC ― Fui consciente de que mi hora de escritora había llegado a su fin. Aparecieron autores realistas que cambiaron el panorama literario, según algunas personas eran intelectualmente superiores a todos los que habíamos escrito hasta entonces. Por ello quiero darle las gracias al haberse interesado por mí, me siento orgullosa de que todavía se me recuerde.

CMA ― Doña Cecilia, soy yo quien en nombre de la «Revista Pasar Página», y en el mío propio, quiere darle mis más sinceras gracias.        

FC ― Pasar Página, renovarse y seguir. ¡Me gusta ese nombre! Sigan pasando páginas, ¡por favor! y gracias de nuevo.

Carmen Martín Audouard


Esta entrevista se publicó en el número 19 de la Revista Pasar Página


 

lunes, 5 de abril de 2021

Recordando una entrevista soñada: Francisco de Quevedo

 

Don Francisco, me ha costado mucho trabajo que accediera a esta entrevista, usted siempre tan amable con las damas, pero así y todo quiero darle las gracias, aunque no sé si la primera pregunta va a ser muy de su agrado.




Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos conocido como Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro.  Nació en Madrid el 14 de septiembre de 1580 y falleció en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés, que hoy todavía existe y donde figura una placa haciendo constar el hecho. Su padre era el secretario particular de la princesa María, hija del Emperador Carlos I de España; más tarde lo sería de la reina doña Ana, esposa de Felipe II, mientras su madre era dama de la reina. Usted se formó en el Colegio Imperial de los jesuitas y en la Universidad de Alcalá. Es cierto que usted nació con dos defectos físicos: sus pies deformados y su miopía, lo que le llevaron a una infancia solitaria.

 

CMA — ¿Fue usted una persona acomplejada debido a esos defectos y fueron estos los que marcaron su mal carácter?

FdQ —Yo nunca he tenido mal carácter; he sido un hombre serio, recto, y casi «religioso» Lo que pasó es que nunca toleré que nadie dudara de mi valía intelectual, en cuanto a mis defectos ¿quién es tan cretino que se cree perfecto?

CMA — Es de ahí de donde nace su enemistad con Góngora ¿Por qué? si ustedes eran dos buenos escritores cada uno en su estilo.

FdQ — Mal empezamos señora si usted tiene la osadía de compararme con ese llamado… escritor.

CMA — No puedo creer que todavía al cabo de los siglos dure esa enemistad entre ustedes.

FdQ — Pues durará por los siglos de los siglos. No puedo permitir a nadie que niegue, entre otras muchas cosas que yo, yo, sabía griego y que además lo ponga, vamos a decir en verso, de forma tan hortera ¿por qué supongo que usted habrá leído mi obra, si no toda, sí en parte? Ese verso ridículo burlándose de mi cojera y mis lentes, que nunca olvidaré:

«Anacreonte español, no hay quien os tope

que no diga con mucha cortesía

que ya vuestros pies son de elegía

que vuestras suavidades son de arrope»

Ahí, habla de mis pies y más tarde en el colmo de la vulgaridad dice:

«Decía que no habíais mirado el griego.

Prestádselo un rato a mi ojo ciego,

porque a luz saque a ciertos versos flojos,

y entenderéis cualquier gregüesco luego/»

¿Qué os parece?

CMA —Mal, me parece mal, pero usted había escrito antes un verso insultante para llamarle judío,  que era lo peor que se podía llamar a alguien en aquella época, mencionando:

«Yo te untaré mis obras con tocino

porque no me las muerdas Gongorilla.»

¿Usted quiso en algún momento  minar la reputación de Góngora?

FdQ — Nunca he necesitado mermar la reputación de nadie. Yo he sido, junto a Lope y más tarde Cervantes, creador de lo que se ha llamado el Siglo de Oro, aunque también incluyen a «Gongorilla» entre otros ¿Ha podido alguien igualarnos después?

CMA —Usted tuvo que renunciar a la autoría de algunas cosas de  mal gusto que había escrito y que corrían como la espuma, e incluso denunciarlas a la Inquisición, no solo para impedir que se publicasen, sino para que no se hicieran ricos los impresores. Y escribió una obra que ha llegado a nuestros días La vida del Buscón, donde, con cierto humor escabroso, hay explícitos pasajes que avergonzaban en la época.

FdQ —Yo he escrito lo que se leía, aunque la gente lo negara. El sexo era de tapadillo y sin embargo, no se si hubo o ha habido otra época, donde nacieran tantos hijos que no lo fueran de los maridos de sus madres.

CMA — ¿Fue usted un confabulador a favor del Duque de Osuna?

FdQ —Tuve una gran amistad con Pedro Téllez-Girón, el Gran Duque de Osuna. Le acompañé como secretario por distintas ciudades europeas y me pareció que él debía de ser virrey de Nápoles. Yo estaba integrado entonces en el entorno del Duque de Lerma y le pedí el favor. Cuando volvimos a Italia Pedro me encargó dirigir y organizar la Hacienda del Virreinato de Nápoles y, entre otras, cosas fui muy bien recibido por la «Academia de los Ociosos» que patrocinaba y protegía mi amigo el Duque. La verdad es que en aquella época fui un hombre importante.

CMA —Don Francisco a la caída de Osuna ¿qué pasó con usted?

FdQ — Como hombre de confianza fui arrastrado con él. Me desterraron en 1620 a la Torre de Juan Abad, en Ciudad Real. Mi madre antes de fallecer había comprado con los ahorros de toda su vida el señorío para mí, pero los vecinos no reconocieron la compra y tuve que pleitear interminablemente con el Concejo, sin llegar a ver la resolución a mi favor, que se generó después de mi muerte a favor de mi sobrino y heredero Pedro Alderete.

CMA —Usted que siempre fue misógino, nunca estuvo de acuerdo con que se le otorgara a Teresa de Ávila el segundo patronazgo de España.

FdQ — Mire señora, hay que ser realistas. Una mujer no está llamada a ciertas cosas como son las artes pictóricas, escultóricas o las letras, entre otras muchas. Las mujeres deben dedicarse a llevar sus casas, a sus maridos y a sus hijos, y si quedan solteras, su mejor destino debe ser el convento, donde sus oraciones, que no supuestas visiones, que para eso son ustedes bastante histéricas, y perdone el adjetivo; como le decía, sus oraciones deben valer para la salvación de las almas que han quedado fuera del claustro.

CMA — ¿Qué supuso para usted la llegada de Felipe IV al trono y el válido Conde Duque de Olivares?

FdQ — De momento, el Rey nuestro señor, que Dios tenga en su Gloria, levantó mi castigo y pude volver a la política y a la Corte. Acompañé a S.M., que era muy joven, en algún que otro viaje y correría, que de todo hubo.

CMA —Usted llevaba una vida un poco desordenada, con 50 años se mantenía soltero, le gustaba fumar y mucho, acudía a las tabernas y a pesar de vivir amancebado frecuentaba los lupanares.

FdQ —Veo que ustedes las mujeres a pesar de los años transcurridos, que son bastantes, han cambiado poco. Siguen inmiscuyéndose en la vida de los hombres. Me gustaba mi vida y mi libertad. Yo tenía una barragana, e iba de meretrices porque me apetecía, pero no, siempre aparece alguna queriendo enmendar la plana. La mujer de mi amigo el Duque de Medinaceli le hostigó para que me obligara a casarme y ¡voto a …! que lo consiguió. Me casé con una viuda que tenía hasta hijos, Doña Esperanza de Mendoza se llamaba, pero claro, también quiso cambiar mis hábitos y ¡ah no! Eso sí que no lo consentí. El matrimonio duró apenas tres meses. Yo llevaba una vida cultural muy activa, de la que salieron muchas de mis obras La cuna y la sepultura y la traducción de La introducción a la vida devota, de Francisco de Sales, entre otras muchas.

CMA —Pero ¿usted fue de nuevo detenido?

FdQ — Sí señora mía, la envidia ha sido siempre en España lo más practicado por todo tipo de gentes, desde el pobre analfabeto hasta el más alto de los personajes de la Corte. En 1639, debajo de la servilleta de su Sacra Majestad Felipe, apareció un memorial denunciando la política del Conde Duque de Olivares y yo, como íntimo suyo, fui detenido y llevado al Convento de San Marcos en León. Previamente se confiscaron todos mis libros y estuve en aquel monasterio hasta que me retiré a Loeches en 1613.

CMA — ¿A qué dedicó su tiempo en aquellos cinco años?

FdQ —A rezar y a leer buenos y malos autores; porque no hay ningún libro por despreciable que sea que no tenga alguna cosa buena. De unos y otros procuré aprovecharme, de los malos para no seguirlos y de los buenos para procurar imitarlos. Así y todo a mis 63 años tenía cerca la muerte y procuré meditar buscando consuelo en la filosofía.

CMA — Escribió obras satíricas, morales, festivas, teatro, poesía, obras políticas, ascéticas, filosóficas, crítica literaria, epistolarios, traducciones y no dejó, como diríamos ahora en el siglo XXI, «títere con cabeza». Usted fue un genio ¿lo sabe?

FdQ — Claro, naturalmente que lo sé. Junto con Lope fui uno de los mejores escritores que se dieron en el Siglo de Oro y que no ha tenido parangón, aunque creo que tanto Lope como yo estamos de capa caída.

CMA — Usted y Lope de Vega junto con Don Miguel de Cervantes, no podrán ser nunca olvidados. Sería injusto y una terrible pérdida cultural para las generaciones venideras. Se les recuerda por sus obras, sus estatuas, los ensayos sobre ustedes escritos por grandes hombres de letras contemporáneos, incluso les conocemos a través de los cuadros que les pintaron. Son ustedes los padres de las letras españolas en el mundo entero.

FdQ —Muchas gracias en mi nombre y en el de mis amigos, aunque la verdad es que ni Lope ni yo nos llevamos demasiado bien con Cervantes.

CMA — Ahora que una mujer ha tenido el placer de entrevistarle, junto con el propio valor que da la falta de seso, porque de ustedes han hablado los personajes más eruditos de las ciencias y las letras de todos los siglos, ahora quiero hacerle una última pregunta. Escribió usted una Epístola satírica a Don Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares, donde usa el retruécano, figura que me fascina. Esa epístola que me parece de gran moralidad con uno mismo en muchos de sus versos y que en otros es de advertencia a la vez que contesta muchos porqués, es muy larga, pero le diré los primeros versos que sé de memoria:


«No he de callar por  más que con el dedo,

ya tocando la boca o ya la frente,

silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?»

 

FdQ — Señora, dé usted a leer y pensar esos versos a más de uno, y si uno solo los lleva a cabo, no tenga duda que el mundo habrá ganado un valiente. Y no dude que es más importante para uno mismo, decir lo que se siente que sentir lo que se dice.

CMA —Don Francisco muchas, muchísimas gracias por atenderme y, como decían los autores pidiendo benevolencia de forma más o menos chistosa en las despedidas de los sainetes:

«Y aquí termina el sainete;

perdonad sus muchas faltas»

Personas como usted no deberían morir nunca. Gracias por su legado.

FdQ — En total acuerdo con usted. Siempre a sus pies señora.


Carmen Martín Audouard


Esta entrevista fue publicada en el número 6 de la Revista Pasar Página