miércoles, 25 de abril de 2018

Hablando entre amigos con Víctor Fernández Correas


El próximo 21 de mayo «Se llamaba Manuel» estará en nuestras manos. Mientras esperamos, os invito a conocer a este escritor, amigo y colaborador de nuestra revista.


Hoy, por fin, he entrevistado a este «amigo escribidor» como le llamo cariñosamente.

Nos conocimos a través de Facebook pero enseguida comenzamos a tener un trato diario, una relación de amistad en las redes, que traspasó lo virtual para convertirse en algo personal, alejados del público, como a él le gusta decir, «a discreción y con alevosía»
AG— Buenas tardes, Víctor. Ha llegado el momento de que me cuentes cosas sabiendo que las voy a publicar.
VF—Buenas tardes y bienhallada. Pues aquí estamos, para lo que gustes mandar. Aunque ya sabes, eso de preguntar a un periodista, ja, ja, ja…
AG—Naciste en Sant Denís, hijo de la emigración. ¿A qué edad te viniste a España? ¿A Valverde de la Vera?
VF—En efecto, nací en Saint-Denis, una población del noreste de París. E hijo de la emigración. Poco trabajo en España y el efecto llamada, pues mis padres tenían familia y conocidos en Francia. A España volví con seis años, y directamente a Madrid, aunque a Valverde regresaba todos los veranos, tanto estando en Francia como ya establecidos aquí. Después he estado treinta años sin volver a París. La primera vez que lo hice fue por trabajo, y las siguientes ya por iniciativa propia. Eso sí, no he vuelto a pisar Saint-Denis, así que es una deuda pendiente que espero cobrarme con el tiempo.
AG— En la actualidad vives en una ciudad cercana a la capital. ¿Te ves viviendo siempre aquí o volviendo a tus orígenes extremeños?
VF — Es una difícil pregunta. Con Madrid existe una relación de amor-odio: por un lado, es la ciudad en la que me he criado, en la que viví durante la mayor parte de mi vida, y eso ya es motivo suficiente para quererla; por otro, como toda gran ciudad, siempre quieres alejarte de ella en cuanto tienes oportunidad. No obstante, no tengo claro que sea el lugar en el que viva siempre, ni siquiera en sus alrededores. Aunque, como todo, la vida es la que te trae y te lleva. A saber.
AG— Tu primera novela La conspiración de Yuste, comenzó siendo un relato corto, de ahí, al pedazo de libro en el que se convirtió ¿Cuánto estudio? ¿Cuánto tiempo te llevó el proyecto?
VF —Ocho páginas. Esa era la extensión de Epílogo Imperial, que es como se llamó aquel relato que, con el tiempo, se convirtió en La conspiración de Yuste. Me costó cerca de dos años y medio de documentación y de escritura, y reescribí el comienzo tres veces porque no me gustaba. Y cuando digo el comienzo me refiero a sus primeras cien páginas hasta conseguir lo que buscaba. Es la primera novela y, como tal, está llena de imperfecciones, de deseos de agradar, de la búsqueda de la perfección… Quise escribir una novela histórica al uso y el resultado fue esa novela. Ahora, cuando la leo, me cuesta identificarme en sus párrafos, en la manera de contar la historia. Cosas de la evolución a la hora de escribir, supongo, aunque es la primera, y como tal le tengo un cariño enorme.
AG— Imagino que este personaje histórico, Carlos I, ya te gustaba, ¿Por qué?
VF —La figura del Emperador es toda una referencia en La Vera, en el norte de Cáceres, está en todas partes, lo ves por todos lados. Eso y que, por entonces —y todavía ahora, en parte— me apasionaba la novela histórica, y eso me llevó a buscar una figura capital en la historia de España sobre la que escribir. La tenía a mano, conozco sus últimos meses de vida porque siempre he oído hablar de ellos y están muy presentes tanto como su figura en la comarca de La Vera. El resto vino solo, y realmente disfruté escribiéndola, pero ahora disfruto aún más escribiendo de un personaje al que ya considero un viejo amigo, como es mi colega Carlos, como le llamo.
AG—Después viajaste mucho más atrás en el tiempo, a Atapuerca, y novelaste lo que pudo ocurrir con el Homo heidelbergensis. ¿Cómo se te ocurrió esta idea?
VF. —Realmente la idea no fue mía, sino de mi agente literario por entonces, José Miguel Romaña. Llevaba tiempo rondándole la idea en la cabeza, pero lo que nunca imaginó es que de mis manos saldría una novela como aquella, en la que los personajes no hablan sino gruñen, una novela que no tiene diálogos y sus personajes se acostaban sin saber si al día siguiente verían amanecer. Su idea iba más bien por una recreación de la Prehistoria pero vista desde el pasado, pero se topó con mi querencia por investigar hasta el mínimo detalle, que fue cuando me topé con La Sima de los Huesos de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. El resto ya es novela.
AG— Volvamos al presente. En facebook empezaste a ser conocido por tus juegos. Una vida en diez líneas de Word, un personaje para adivinar, muchos seguidores buscando, tarde tras tarde, ser el primero en acertar, algunas veces en cinco minutos había una respuesta, otras se tardaban horas. ¿Qué te deparaba este juego?
VF. —Diversión por encima de todas las cosas. Una de las máximas del periodista, algo que aprendí en la facultad, es que ha de informar, formar y entretener en la medida de lo posible. Esas diez líneas me permitieron, por un lado, cumplir con esa máxima, pero también mejorar a la hora de escribir, ganar en seguridad, y por qué no, también seguidores, que llegaban atraídos por esa manera de contar la vida de una persona de manera tan resumida; y también aprender curiosidades acerca de muchos personajes. Fue, podríamos decir, una relación en la que todos ganábamos: en mi caso, en seguridad, en estructurar esas diez líneas, en decir lo máximo en el mínimo espacio posible; y algunas personas pudieron conocer cosas sobre personajes históricos de las que, en algunos casos, nunca habían oído hablar, lo que les impulsaba a conocer mejor a esos personajes, a interesarse más por la historia. Y puedo asegurar que pocas cosas hay más bonitas que alguien te diga que ha aprendido algo nuevo gracias a ti.
AG— ¿Qué te hizo abandonarlo?
VF. —Digamos que lo abandoné antes de que esas diez líneas me abandonaran a mí. Las cosas hay que dejarlas antes de que sean ellas las que lo hagan, e intuí cierto cansancio. Ya sabes que se trataba de un juego diario, y abusar de algo suele conducir al aburrimiento. No hay más razón que esa.
AG— Eres un escritor generoso que casi todas las mañanas nos regalas un microrrelato en forma de buenos días, abriendo una ventana o recordando un suceso histórico ¿Te reporta alguna satisfacción además de lo que disfrutas al escribirlo?
VF. —Mucha. Más allá del ego que provoca recibir reacciones positivas a lo que publicas, escribir esos relatos supone una ventana por la que puedo escaparme del trabajo diario durante unos minutos. Suelo escribirlos bien al comienzo bien al finalizar mi jornada laboral, de tal manera que me sirve de relajación antes de empezar o de terminarla. Además, tengo el tiempo medido, de tal manera que no le dedico más allá de veinte minutos o media hora, y eso te permite agudizar el ingenio y medir hasta dónde eres capaz de llegar. La música ayuda, y casi siempre me acompaña una canción en el trance, canción que suele ser un personaje más del relato o ventana que tenga entre manos en ese momento.
AG— Siguiendo con Carlos I, estás escribiendo por capítulos su biografía de una forma muy personal, ¿veremos nuevos libros con este protagonista?
VF —Sí. Hay un proyecto encima de la mesa, aunque aún tengo que darle vueltas. Posiblemente me siente una tarde con él, con mi colega Carlos, nos miremos a la cara, y le demos vueltas hasta ver qué sacamos, pero sí que volveré a él. A los viejos amigos nunca hay que dejarles de lado, y más cuando, como es mi caso, le estoy tan agradecido. En parte, si estoy aquí, si me estás haciendo esta entrevista, es gracias a él.
AG— Eres un gran escritor de relatos, ¿no has pensado publicarlos?
VF —Lo primero, gracias por lo de gran escritor de relatos. Lo segundo es que ya tengo recopilados muchos de ellos en una antología dividida en temáticas y que incluso tiene hasta título. Quién sabe si algún día…
AG— ¿Cómo llegaste a encontrarte con Cervantes para escribir La del Alba fue?
VF —La culpa es de Carolina Molina, coordinadora de esa antología y, además, directora de la Asociación Cultural Verde Viento, de la que formo parte junto a ella y David Yagüe, Olalla García y Eduardo Valero. Buscaba autores que quisieran escribir un relato dedicado a Don Miguel destinado a una antología que, finalmente, publicó la editorial granadina Traspiés con fines benéficos para conmemorar el cuarto centenario de su nacimiento. Después de cuatro años sin publicar vi el cielo abierto, y como entonces veía bastante complicado volver hacerlo, me lancé a tumba abierta y confié en Don Miguel para volver a asomar la cabeza, que no es poco.
AG— Y ahora vamos al presente. Tienes una novela a punto de publicarse. Una historia ambientada en la posguerra, año 1953. ¿Cómo has hecho para moverte por el Madrid de esa época?
VF —El 21 de mayo saldrá a la venta, en efecto, y lleva por título Se llamaba Manuel. Tenía muchas ganas de escribir una novela de esas características. Es una época que da para mucho: el régimen político del momento, la manera de vivir, las estrecheces, la música… Y poco a poco fui recopilando documentación, vídeos, libros… También encontré un mapa de Madrid de 1951 para ubicar calles, espacios y lugares, y el resto consistió en imaginar unos personajes y darles vida. Unos amigos con los que puedo jurar, sin recato alguno, que he pasado unos meses maravillosos.
AG — El bar de la calle Fomento en el que desayuna Gonzalo Suárez, ¿un guiño a tu familia?
VF —Lo es. Allí trabajo mi suegro durante cerca de cuarenta años, y además de contarme historias del bar y de la zona, me apetecía hacerle un homenaje. De hecho, es un personaje secundario de la novela.
AG — ¿En qué piensas para escribir sobre un tipo como Arturo Saavedra?
VF —En la época, que era lo que era. Tipos como él eran muy habituales, y con Arturo Saavedra he ido más allá en lo que a tratar los personajes se refiere. Seis años sin publicar hace que tengas que reinventarte para seguir ahí, intentando llegar al lector, y en mi caso lo fie a los relatos. Eso me permitió experimentar con todo tipo de personajes. De Arturo Saavedra me siento más que satisfecho: arribista sin escrúpulos, putero, con demasiada tendencia al alcohol y con alguien siempre dispuesto a salvarle el culo. Una joya.
AG— ¿Y sobre Marga Uriarte?
VF. —Marga es el odio personificado. Vive con odio porque no ha conocido otra cosa en su vida, y ese odio recorre su cuerpo, le permite seguir viva porque sabe que, tarde o temprano, tendrá que darle salida a través de la venganza, que ansía por encima de cualquier otra cosa. Pero, por otra parte, es un personaje del que compadecerse por el pasado que tiene, por cómo le ha tratado la vida. Con Marga me ha pasado como con Adela, la protagonista de la novela que tengo ahora mismo sobre la mesa: quiso ser, pero no fue, y eso, ese límite impuesto por el destino y que no le deja ser feliz, le lleva a ser como es. Marga es el resultado de la vida cuando se ceba con alguien a conciencia,
AG — Bueno, ya puestos dime lo que sientes cuando te pones en la piel de Gonzalo Suárez.
VF —Gonzalo es mi debilidad, pero lo diré bajito para que no se enteren aquellos dos. Además de ser del Aleti, como un servidor, es un tipo con unos ideales, con unos valores claros y definidos. Gonzalo es un tipo íntegro, y me apetecía contar con un personaje como él para mostrar mejor cómo fue aquella época y lo incomodo que podía llegar a ser un tipo como él, un desubicado del momento.
AG — ¿Por qué La sombra del ciprés es alargada de Delibes es el libro que eliges para que lea el inspector Suárez?
VF —Es la primera obra de otro Don Miguel, uno de los escritores por el que siento más aprecio y más he aprendido. No son pocas las veces que me echo en sus brazos y releo fragmentos de sus obras, ya sean novelas o ensayos, y me apetecía rendirle homenaje. Lógicamente no pude hacerlo con La Conspiración de Yuste ni tampoco con La tribu maldita por razones obvias, y Se llamaba Manuel era el mejor momento para hacerlo. La lectura de su sombra del ciprés ayuda a Gonzalo a entender muchas cosas de la vida, a reconocerse en sus páginas cual espejo vital.
AG — Cuidas mucho la música en tus obras. En esta Juanita Reina, Miguel de Molina y seguro que hay más que no recuerdo. ¿Cómo la eliges?
VF —Depende de la atmósfera, del momento, del lugar de la novela, pero, sobre todo, de la época. Cada novela, cada relato, cada ventana tiene su propia banda sonora, y Se llamaba Manuel la tenía muy clara. Por sus páginas desfilan Antonio Machín, Jorge Sepúlveda o AmàliaRodrigues además de los que has mencionado. Concibo la música como un personaje más de todo lo que escribo, y en esta ocasión disfruté con esas canciones, poniéndolas en boca de los personajes, bailándolas a su ritmo.
AG— ¿Tienes claro el final cuando comienzas la novela?
VF —En el caso de Se llamaba Manuel, por completo, y también con La tribu maldita. Salvo que los personajes me líen, lo que nunca es descartable porque siempre acaban haciendo lo que les da la realísima gana, sí suelo tener el final previsto de antemano.
AG— De Brujas a Shanghái. Cuéntame lo que más te ha impresionado de tus viajes.
VF —Por motivos laborales, he conocido bastante mundo, más de lo que nunca hubiera podido imaginar, y también he tenido la suerte, por el mismo motivo, de acceder a cosas que, por cuenta propia, hubiera sido difícil conseguir. He visto un atardecer como el que cierra el episodio III de la saga de La Guerra de las Galaxias en el mismo lugar donde se rodó, en el desierto de Túnez, cerca de Tozeur; he visto correr el agua del mar como si de un río se tratara bajo el Golden Gate de San Francisco; incluso hasta he levantado el trofeo de la Copa de la UEFA en el reservado del estadio del Feyenoord de Rotterdam. Momentos que quedan dentro, que vives porque sabes que son irrepetibles.
AG— ¿Tu comida favorita?
VF —Me contento con cualquier cosa, soy cochinillo de buen diente, como dicen en Extremadura. Me sería difícil escoger una sola.
AG— Un libro, una película, una banda sonora…
VF —Libro me quedo con Grandes momentos estelares de la humanidad, del Maestro Stefan Zweig; película, si me lo permites, dos, y son totalmente opuestas: Blade Runner y Volver a empezar. Tan distintas, y a la vez tan sorprendentes. Me las sé de memoria. Aunque, como broma, siempre digo a quien quiera escucharme que la mejor película del cine español, y con mucha diferencia, es la mítica Yo hice a Roque Tercero, del no menos mítico Mariano Ozores; y como banda sonora, Camino Soria, de Gabinete Caligari, disco de cuyo lanzamiento se cumplen treinta años este 2018. Y de sus canciones me quedo con La Sangre de tu tristeza.
AG— ¿Quiénes son los primeros en leer tus libros?
VF. —Mi mujer. Al menos que tenga recompensa por aguantarme dándole a la tecla. Luego suelo recurrir a amigos y personas de confianza, que me aportan puntos de vista que enriquecen los manuscritos.
AG— ¿Libros en el cajón?
VF—Uno, la historia de Adela, que estoy corrigiendo a la espera de que, algún día, sea una realidad.Y creo que es una historia que gustaría.
AG— ¿Proyectos inmediatos?
VF —Mi colega Carlos, como he dicho con anterioridad, me reclama, y lo hace con fuerza. Tengo una deuda pendiente con él, y luego tengo una idea que encontré en una revista de historia a la que me gustaría darle un par de vueltas para encontrar su sentido y posibilidades.
AG — ¿Te veremos en la Feria del Libro de Madrid?
VF—Espero que sí.
AG— ¿Quieres contarme algo que no te haya preguntado?
VF. —¿Por qué soy del Atleti? ¡Ja, ja, ja!
AG — Ja,ja, ja…yo soy madridista pero nos queremos y respetamos. Gracias por concederme tu tiempo.
 Almudena Gutiérrez

lunes, 23 de abril de 2018

Sant Jordi 2018.


El 23 de abril es el Día Internacional del Libro y, como tal, se festeja en muchas ciudades de todo el mundo pero  para Barcelona, que conmemora la festividad de Sant Jordi, se convierte en un día especial.  Una tradición que comenzó en esta bella ciudad, aunando la tradición popular de la Feria de las Rosas con el sueño del editor y librero Vicente Clavel Andrés y su amor por los libros.
En la el número seis de la Revista Pasar Página, os hemos contado esta historia, pero hemos pedido a una persona amiga, que lo ha vivido en primera persona, que nos haga su particular narración.

Esta es su crónica.

Este año el día del libro ha sido diferente para mí, tuve el privilegio de poder estar dentro del stand de una editorial y hablar con varias escritoras. Me sorprendió gratamente la gran cantidad de personas que a las 10 de la mañana ya paseaban por las calles de la Feria: Rambla Catalunya y de las Flores, Paseo de Gracia y plaza Cataluña; sobre las 6 de la tarde eran mareas humanas las que inundaron las calles.
Como siempre, los dos grandes grupos editoriales ocupaban los mejores sitios, lo más céntricos y estratégicos, si eso se tradujo en ventas no los sé, pero apostaría a que sí.
Otra sorpresa agradable: ni los famosillos de turno, ni los famosos bloggers, ni siquiera los presentadores de televisión fueron los que más cola tenían en su stan, fue Elisabeth Benavent, autora de romántica, el tiempo de espera para que esta autora te firmara uno de sus libros oscilaba entre tres y cuatro horas.
También me llamó la atención la gran cantidad de policía que rodeaba las calles y paseaban entre el público.
Una año más el día de Sant Jordi ha brillado por el ambiente festivo, por las rosas, por los libros y porque «nadie» consiguió politizar el día.

Chelo Ruiz Ortíz

domingo, 22 de abril de 2018

El Día del Libro


El Día del Libro, mucho más que un día.

El 23 de abril se celebra, cada año, el Día Internacional del Libro, esta es su historia. 

Este día surgió del sueño de un escritor y editor valenciano afincado en Barcelona, Vicente Clavel Andrés, que hizo de los libros su filosofía de vida. Su ilusión era divulgar la cultura en una época, los difíciles años veinte, en la que estaba al alcance de muy pocos.

Cervantes no fue solo el emblema de su empresa, si no el guía intelectual de todas sus acciones, quería poner de relieve el valor de la lectura y fomentar, potenciar y difundir el interés por los libros. Para ello propuso en 1923 a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, la creación de un día al año que se dedicase al libro español y eligió para ello el 7 de octubre, el día que se suponía había nacido su admirado Cervantes. 

Todas las ciudades con Universidad secundaron la idea de Vicente Clavel, consiguiendo que el rey Alfonso XIII aprobase en 1926, mediante un real, decreto redactado por el propio escritor, la celebración del Día del Libro Español. 

En 1929 se celebró en Barcelona la Exposición Universal y los libreros sacaron tenderetes a la calle coincidiendo con San Jordi, siendo un éxito de público. Este día ya era costumbre en Cataluña regalar una rosa a las mujeres, como símbolo del amor, siguiendo una tradición medieval en la que los enamorados acudían a la capilla de San Jordi en la llamada Feria de las Rosas. Esto les llevó a pensar que la bonanza del tiempo en primavera y la unión de la tradición romántica con la cultural podía ser el empujón necesario para perpetuar el día del libro que, en 1930 pasó a celebrarse el 23 de abril, iniciándose la costumbre de que los hombres recibiesen un libro de sus enamoradas a cambio de una rosa. 

Era además este día, o así se creía entonces, el aniversario de la muerte de Shakespeare, de Inca Garcilaso de la Vega y del propio Cervantes. Como curiosidad, el primero murió el 23 del calendario juliano, que equivale al 3 de mayo de nuestro calendario y Cervantes murió el 22, aunque fue enterrado el 23. 

En 1995 tomaría esta fecha tintes internacionales cuando el gobierno español propone a la UNESCO su instauración a nivel mundial. En el año 2000, la propia UNESCO decidió otorgar la capitalidad del libro cada año a una ciudad, comenzando por Madrid. Este año ha sido Atenas la capital elegida para ostentar este honor. 

En la actualidad la fiesta del libro la celebran millones de personas en más de cien países. En España es, además, el día elegido para entregar el Premio Cervantes, máximo reconocimiento que se concede en el ámbito de la lengua castellana. También se lee durante cuarenta y ocho horas ininterrumpidas la obra cumbre de las letras españolas Don Quijote de la Mancha, tanto en el salón de columnas de Círculo de Bellas Artes de Madrid, como en las sedes del Instituto Cervantes repartidas en todo el mundo. 

En Barcelona, las Ramblas se convierten en una enorme Biblioteca al aire libre llena de rosas rojas, convirtiéndose en un espectáculo único en el mundo. El bonito intercambio de libros y rosas que para los catalanes es su particular día de los enamorados, se está extendiendo a otros muchos lugares y saliéndose del ámbito exclusivo del amor. 

El Día del Libro es una fecha muy querida para los amantes de la literatura y el aperitivo ideal para las distintas Ferias del Libro que llenarán todos los rincones de nuestra geografía a lo largo de la primavera. Las calles están repletas de libros y se programan innumerables actividades culturales para acercar el mundo de las letras a la gente, tal y como lo soñó Clavel. 

Se rinde homenaje a ese compañero con el que imaginamos historias, aprendemos, viajamos y nos entretenemos. «El más asombroso instrumento del hombre, una extensión de la memoria y la imaginación» (Jose Luis Borges).


Almudena Gutiérrez

Este artículo fue publicado en la Revista Pasar Página número 6 Abril.


sábado, 21 de abril de 2018

Campeones de Javier Fresser



«Empezar riéndose de ellos para acabar riéndose con ellos».

Esta frase de mi amiga Montse, es el resumen de una película que me ha hecho reír y llorar. Me he reído con ganas, como hacía mucho, con este equipo de diez actores debutantes que, en su primer trabajo para el cine, llenan cada uno de los momentos de la película.
Un guión fácil: entrenador profesional que va a intentar lo imposible, conseguir un buen equipo a partir de un desastre; es sencillo, nos recuerda a muchas películas pero, en este caso tiene algo de especial, sus actores tienen discapacidad intelectual y dan una lección al resto de los protagonistas y, por supuesto, a los espectadores.
Sergio Olmos, Julio Fernández, Jesús Lago, José de Luna, Fran Fuente, Gloria Ramos, Alberto Nieto Fernández, Roberto Chinchilla y Stefan López, no nos equivoquemos, están interpretando y lo hacen muy bien.
Javier Gutiérrez, ese magnífico actor que hace bien cualquier papel que le ofrezcan, vuelve a bordar su interpretación y Luisa Gavasa, su madre, también nos tiene acostumbrados a grandes aportaciones como actriz de reparto, que nunca pasan desapercibidas.
Da igual que sea totalmente predecible, que lo es, porque lo importante, vuelvo a repetir, no es el guión, sino el magnífico trabajo de este grupo de personas, dirigidas por Javier Fesser, que han conseguido hacer una película de actores, una apología a la integración y una crítica a la intolerancia, que no debe dejar indiferente a nadie.
No os la perdáis. Merece la pena.
Almudena Gutiérrez
(Publicación original blog Cosas mías)

viernes, 20 de abril de 2018

Encuentro con Marcelo Luján


El club de lectura Compás nos invitó al encuentro con el escritor Marcelo Luján. Tras una breve presentación, el autor comenzó a contar, con esa forma de hablar tan particular que tienen los argentinos, arrastrando las palabras, todo lo que nos podía interesar sobre su novela Subsuelo.
Es una novela negra, muy negra, porque le atrae escribir sobre el mal, el Mal con mayúscula. En un espacio muy reducido, acotado, con muy pocos personajes, trama una durísima historia en la que el narrador omnisciente es un protagonista más, lo necesita porque hay muchos silencios. Lo utiliza para jugar con el lector, dejando fuera a los personajes, haciendo movimientos al pasado y, lo que es más extraño, al futuro.
¿Cómo llegó a esta historia? Por dos motivos: como padre quería indagar en un mundo que le inquietaba, el de las nuevas tecnologías y porque quería escribir sobre la familia, sea del tipo que sea, como el núcleo más importante de nuestra sociedad. Incluir la dictadura militar argentina, de pasada, tiene también su explicación. Para cualquier argentino la dictadura es el mal absoluto y le pareció idóneo para armar el personaje de la madre. En Subsuelo, aisló a una familia burguesa e inoculó una gota de veneno, metafóricamente hablando, para a partir de ahí, trabajar el mal.
Le da igual como le cataloguen sus obras, eso es cosa de las editoriales, a él lo único que le interesa es hacer buena literatura. Llena su tiempo entre escribir, de una forma anárquica y trabajar en la docencia con talleres de literatura y novela negra.
Su próxima obra será un libro de cinco cuentos (nosotros los llamamos relatos). Una escritura compleja, porque cada relato, cuando acaba, le deja vacío, tiene que empezar de cero con el siguiente, pero no tiene prisa…
En las casi dos horas de conversación, ha tenido tiempo para asegurarnos que Javier de Marías será Premio Nobel y para recomendarnos la lectura de un compatriota suyo Mariano Quirós, y su obra Una casa junto al tragadero, que ha visto expuesta en las estanterías de la librería.
Ha sido un encuentro muy agradable que nos invita a seguir la trayectoria de este autor.

Almudena Gutiérrez

sábado, 14 de abril de 2018

Entrevista a Mercedes Gallego


En el número 4 de la Revista Pasar Página, Carmen Martín Audouard entrevistó a la escritora Mercedes Gallego Moro.


Hoy creo que es interesante publicarla en este blog, ya que es noticia por haber publicado una nueva novela, «Mauri».
Mercedes nos tiene acostumbrados a novelas de género negro, con protagonistas femeninas. Aunque también publicó un libro de relatos y uno de poesía en el que desnuda su alma, en esta ocasión ha dado un giro de trescientos sesenta grados para meterse en la piel de un psicópata maltratador.

Si queréis leer lo mejor que ha escrito esta autora, no dudéis en comprar Mauri, no lo vais a olvidar.
Si os apetece conocer un poco mejor a Mercedes leed la entrevista. 

Todas sus obras están disponibles en Amazon.



LA ENTREVISTA DESEADA

¡Por fin! Si el mes pasado apareció en la revista «La Entrevista Soñada» este mes el título le va que ni pintado. Después de llevar al menos dos años golpeando como un yunque en hierro frio conseguimos que nuestra directora cambie de papel y hoy, además, aparezca como protagonista de la entrevista.
Mercedes Gallego Moro nació en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), por supuesto y aunque ella no lo oculta, yo como siempre, no voy a poner el año. Ha sido funcionaria del Estado, pero no una funcionaria como casi todos las imagináis, no, ella estuvo dos años en la Policía Nacional (Grupo Especial Femenino) que además estaba en creación, y después en CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) que en un ámbito distinto tampoco estaba mal, y creo que es lo único que se puede decir de ella en pasado porque sigue siendo Psicóloga, escritora, amante de la vida, activa y por encima de todo buena persona.

CMA— Gracias Mercedes, se que lo vas a pasar mal porque siempre te has  negado a ser entrevistada, pero creo que nuestros amigos necesitan conocerte un poco mejor, aunque tienes muchos seguidores que sin duda lo son también de tu Blog «Lo que el viento no se llevó»
MGM— Gracias a ti, Carmen. Tienes razón, me he negado a la entrevista, aunque desde el principio me la habéis pedido, porque no me gusta que los lectores piensen en un «yo me lo guiso y yo me lo como», es decir, utilizarla para darme bombo, pero bueno. Aquí me tienes.

CMA— Has vivido casi como los feriantes, en muchas provincias españolas ¿por qué todas tus novelas se desarrollan en Barcelona?
MGM— Porque cuando comencé a escribir vivía allí y los hechos de la Saga de Candela están muy unidos a Barcelona. Sin embargo, una novela que tengo empezada (la quinta de Candela), transcurre en Madrid.

CMA— ¿Candela Luque o cualquier otro de tus personajes se parece a alguien que hayas conocido?
MGM— Candela tiene mucho mío: el amor a la justicia, que no a la ley, por ejemplo. El inconformismo, la lucha contra la injusticia, que me ha creado no pocos problemas en mis diferentes puestos de trabajo… Si yo te contara…

CMA— ¿Cuándo empezaste a publicar?
MGM— A escribir novela comencé en 2006, cuando después de cotizar los años exigidos, pude jubilarme. Siempre he escrito, pero como soy un poco exigente conmigo misma, no escribía novela ya que para ello necesitaba hacer de escribir mi oficio y trabajando no era posible. Admiro a las escritoras que trabajan y pueden simultanearlo con la creación literaria. Yo no he sido capaz. En cuanto a la pregunta, creo que fue en 2009 cuando aterricé en Amazon, porque la crisis económica abocó a las editoriales a restringir el pago de adelanto editorial y no estaba yo por la labor de trabajar gratis además de ceder los derechos por unos cuantos años.

CMA— ¿Fue la figura de tu padre el referente para que te decidieras a escribir?
MGM— Mi padre me enseñó a escribir y me regaló mi primera máquina Olivetti Estudio 44, que todavía tengo aunque ahora la utilice de reposapiés por la forma de su caja; utilizo la funda, la máquina no, claro.
»A los catorce años yo le pasaba a limpio un programa que hacía en Radio Nacional que se llamaba La huella del hombre, en el que recogía la vida y obra de músicos y otros creativos. También me exigía una redacción diaria con tema libre. Todavía recuerdo que la que más le gustó fue una en la que una mesa de madera recordaba la época en la que había sido árbol.

CMA— ¿Cuándo una nueva novela de la saga Candela?
MGM— De momento eso está parado. Tengo una novela terminada y pendiente de revisión a fondo, después de recoger opiniones de amigas de confianza a las que se la di para leer. En este momento estoy terminando una nueva historia que no tiene nada que ver con lo policiaco, aunque como pasa en casi todas mis novelas, haya asesinatos. No lo puedo evitar.

CMA— ¿Te has bebido la vida, o ahora consideras, que ha sido a la inversa?
MGM— Creo que he vivido muy intensamente cada una de mis etapas, que son muchas, porque desde que tengo uso de razón, cuando no me gusta el rumbo que ha tomado, doy portazo y empiezo de cero. Sí. Me la he bebido. Prueba de ello es que cercana a los setenta años volví a darle un giro porque no me gustaba en lo que se había convertido.

CMA— ¿Hay muchas cosas que no volverías a hacer?
MGM— Creo que todos tenemos ese baúl de recuerdos con algunos que nos hacen daño. Sí hay algo que no volvería a hacer: estar lejos de mi familia tanto tiempo. Mis hermanos y por supuesto, las familias que han creado, son lo mejor que me ha pasado.

CMA— ¿De verdad crees que los recuerdos se borran con el paso del tiempo?
MGM— No se borran, pero se transforman. La añoranza magnifica los buenos y el dolor minimiza los malos, pero siempre están ahí esperando la ocasión para hacerse actuales. Esa es nuestra lucha diaria, mirar hacia adelante y vivir el momento. El pasado no tiene solución y el futuro no existe. Vivir al día es la solución.

CMA— ¿Crees que hay que ser conocido por algo ajeno a la escritura para que te publiquen un libro o hay que tener más apoyo de las editoriales?
MGM— Me atrevería a decir que lo importante es escribir bien, pero viendo algunos bodrios publicados por grandes grupos editoriales, creo que algo de enchufe hay que tener.

CMA— ¿Eres una escritora… vamos a decir visceral?
MGM— Soy visceral en todo lo que hago, escribir no es una excepción.

CMA— Esta pregunta te la hace Don Francisco de Quevedo. ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
MGM—  Otro de mis errores vitales: decir lo que siento. No es lo mejor, pero me acepto como soy porque ya no me da tiempo a cambiar.

CMA— ¿Crees en la amistad? Y no te digo desinteresada, porque si no lo es ya no se le puede llamar amistad.
MGM— Creo en la amistad por encima de todo y siempre es interesada. Para mí la amistad es amor sin deseo y esperas correspondencia en la misma medida de lo que das. Es un interés no material, pero interés al fin.

CMA— Nos decía Raimon Al vent,  la cara al vent, el cor al vent, les mans al vent, al vent del món. ¿No te parece que el viento se ha llevado demasiadas cosas nuestras?
MGM— El viento es la vida y se lleva ilusiones, idealismo y creer que puedes cambiar el curso de la historia con tu esfuerzo. Los vientos que ahora soplan están muy alejados del humanismo porque los ideales han muerto, las ideologías también y las metas se han reducido a la ambición en toda la extensión de la palabra: poder y dinero.

CMA— ¿Grosso modo te han decepcionado muchas cosas?
MGM— Más que muchas cosas, mucha gente, creo que le sucede a cualquiera que tenga más años por detrás que por delante, pero no me gusta regodearme en lo negativo. Paso página y miro hacia otro lado.

CMA— ¿Quién manda en tu casa. Mercedes la humana de Candela o Candela la gata de Mercedes?
MGM— Me temo que se me está yendo de las manos, por eso no quise tener hijos. Se ha convertido en una celosa posesiva que campa a sus anchas. De momento me impide viajar, que ya es mucho para una sagitario inquieta.

CMA— Muchas gracias por tu tiempo, espero que no te hayan defraudado las preguntas, a nosotros las respuestas seguro que nos parecerán muy, muy interesantes. Un fuerte abrazo Mercedes.
MGM— Gracias a ti y a la redacción que ha aprobado esta entrevista. Me queda por decir lo agradecida que estoy a todas por apoyar y trabajar en uno de mis sueños: dirigir una publicación.

Su obra:












miércoles, 11 de abril de 2018

MAURI de Mercedes Gallego Moro


Mercedes Gallego nos tiene acostumbrados a novelas de género negro, con protagonistas femeninas. Aunque también publicó un libro de relatos y uno de poesía en el que desnuda su alma, en esta ocasión ha dado un giro de trescientos sesenta grados para meterse en la piel de un psicópata maltratador, con una madre víctima y una trama policiaca de fondo que no es, ni mucho menos, protagonista de la novela.
Si queréis leer lo mejor que ha escrito esta autora, no dudéis en comprar Mauri, no lo vais a olvidar.
Disponible en Amazon (relinks.me/B07C3ZDFJP)

Esta historia relata la vida de una madre maltratada por su hijo, al que protege más allá de toda lógica. A lo largo de estas páginas veremos cómo el miedo atenaza la voluntad de la mujer, hasta convertirla en víctima de sí misma, porque la autoestima se ve vulnerada hasta niveles insospechados, incomprensibles, tanto para los demás, como para ella. Veremos también que el maltratador no se conforma con una sola víctima, sino que en su devenir, convierte su entorno en una cárcel de la que no es posible escapar, por la manipulación psicológica que es capaz de tejer en torno suyo, con tal de lograr su objetivo.

Apenas dos números hemos podido disfrutar de su presencia, pero ha valido la pena. Concha es una mujer seria y responsable, por eso se va. Porque le gusta dar el cien por cien cuando hace algo y en estos momentos no puede hacerlo.
No sé si la había visto antes, pero recuerdo haber conocido a Concha en un encuentro con Antonia J. Corrales. Seria, discreta y callada, como es ella, me gustó su forma de estar, la amabilidad que destilaba y ver que cuando hablaba no decía tonterías, dominaba el tema o callaba.
Esta es Concha y por eso se va. Porque se siente mal de no poder aportar más a la revista, aunque nadie se lo ha pedido, pero ella es así. No necesita que nadie le diga lo que tiene que hacer. 
En fin, Concha, que sentimos mucho que nos dejes; que no entrará nadie en tu lugar, nos quedamos nueve porque tú eras ese diez que permanecerá desierto por si un día decides volver. 
Te echaremos de menos. Suerte y en nombre de toda la redacción, gracias por haber pasado por aquí.

Mercedes Gallego

jueves, 5 de abril de 2018


LA LIBRERÍA DEL SEÑOR LIVINGSTONE 

Mónica Gutiérrez

Autopublicado. En digital (3,10€) y en papel (9,97€)
Páginas: 236

Sinopsis:
Agnes Marti es una arqueóloga en paro que se ha mudado a Londres en busca de una oportunidad laboral. Una tarde, desanimada y triste por su poco éxito profesional, tropieza en el corazón del barrio del Temple con el pomo de una puerta en forma de pluma, el sonido de unas lúgubres campanillas y el hermoso rótulo azul de Moonlight Books. La librería, regentada con encantador ceño fruncido por Edward Livingstone, debe su nombre a un espectacular techo de cristal que permite contemplar la luna y las estrellas en las noches despejadas. Intrigada por la personalidad y el sentido del humor del señor Livingstone, Agnes decide aceptar la oferta de convertirse en ayudante del librero mientras continúa su búsqueda de trabajo. El té de la tarde en el rincón de los románticos, las visitas de Mr. Magoo, las conversaciones con la bella editora de Edward, las cenas junto a la chimenea del Darkness and Shadow y la buena lectura convencerán a Agnes de que la felicidad está en los pequeños detalles cotidianos. Pero aunque Moonlight Books podría parecer un oasis de paz en el acelerado Londres, las extrañas campanillas de su puerta daran paso a los sucesos más inesperados: una noche de tormenta, el inspector John Lockwood...

OS CUENTO...

Este mundo actual necesita feelgood, mucho diría yo, y nadie mejor que Mónica para llenarnos de él, ¡es la reina!
En esta particular librería nos encontramos con personajes de lo más pintorescos y magia, mucha magia.
Un viaje por Londres, con su humor, su lluvia y sus paisajes que son tan protagonistas como los personajes de esta novela.
Agarra manta, sofá y mucho té caliente -o chocolate y adéntrate en esta novela mágica, de las que apetece abrazar cuando la terminas. El señor Livingston y sus amigos nos esperan para pasar un rato de lo más mágico.
Gracias, Mónica, leerte es entrar en un mundo aparte, mucho más interesante que el que nos toca vivir.
Marina Collazo

Que en este mundo que nos ha tocado vivir, inicies un libro con una sonrisa y no desaparezca 233 páginas después, tiene muchísimo mérito.
No puedo decir qué personajes me han gustado más porque son todos maravillosos, magníficamente perfilados, fáciles de imaginar, entrañables.
Me encantaría poder pasar en la librería del señor Livingstone la tarde de los jueves, que es el día que ocurren los acontecimientos inesperados y subir descalza la preciosa escalera para tomarme un café (no me gusta el té) sentada en un sillón del rincón de los románticos, conversando de libros.
Las continuas citas de la autora a otros libros, con títulos y frases tiene detrás un gran trabajo y la portada me parece preciosa, una muestra de que la sencillez puede resultar muy atractiva.
Almudena Gutiérrez





II Feria del Libro del Puente de Vallecas


Después de cuarenta años, el pasado 2017 Puente de Vallecas (Madrid) celebró su primera Feria del Libro de este siglo, con un éxito de participantes libreros, editores y escritores y, lo que es más importante, de público.

Este año se ha anunciado que la cita que tendrá lugar del 13 al 29 de abril.

Ya conocemos la asistencia de varios escritores, que iremos publicando aquí por si os apetece acercaros a conocerlos y a que os firmen uno de sus libros.

  • Maite Ruíz Sarmiento firmará ejemplares de Esas benditas manos de Ediciones Coral, el viernes 27 por la tarde.



Os seguiremos contando.