El paciente mira al médico, y dice:
— Lo siento, doctor. ¿No habrá un malentendido? Es que a mí
me parece que no estoy muerto.
El médico calla, y juguetea con un bolígrafo negro. El
paciente insiste:
— Me da vergüenza molestarle, pero es que tengo la
impresión de seguir vivo.
El médico señala un documento que está sobre la mesa.
— Eso le parece a usted. Pero su historia clínica dice otra
cosa. Dice que está usted muerto. Yo mismo firmé el certificado de defunción.
— Es verdad. Pero, si estoy muerto, ¿por qué sigo viviendo?
El médico hace un gesto negativo con la cabeza.
— Usted no está vivo. Se lo digo yo, que soy su médico.
Ahora, el médico apunta con el dedo índice al pecho del
paciente y dice:
— Dígame una cosa: ¿su señora va de luto?
— Sí. Desde que usted le dijo lo de mi muerte, se puso de
luto.
El médico levanta el bolígrafo hacia el cielo y dice:
— Ahí lo tiene usted. Su señora, de luto; el certificado,
firmado por mi mismo. ¿Qué más quiere?
— Ya, pero mi señora me sigue regañando si fumo en la cama.
— Bueno, en eso tiene razón sus señora.
— Y usted, ¿qué me aconseja?
— Hombre, lo mejor es que deje de fumar en la cama.
— Yo le preguntaba por el asunto de estar muerto y seguir
vivo.
— No sabría decirle. Yo sólo atiendo a pacientes vivos.
Tiene usted que ir al forense. Aquí le dejo un volante para que le atienda.
El paciente coge el volante y sale del despacho.
El médico mira hacia la puerta, mueve la cabeza y dice:
— ¡Ah! ¡Qué difícil es morir a veces!
Jose María Sulleiro
Periodista
Fuerte, fuerte.
ResponderEliminarMuy bueno. Los datos externos van a decir más al final sobre la vida y la muerte que el propio corazón. Tuve una experiencia con mi padre. Estaba internado en el hospital y llegá la hora de la merienda. Él, aunque no era excesivamente comiente, pidió sus galletas. Cuando acudí a reclamar a la enfermera, me dijo: esta mañana han dicho que no la preparásemos. Que no iba a hacer falta....subrealista. Mi padre aún vivió cinco días más.
ResponderEliminar