El segundo ciclo
de lecturas del Club de Lectura Las Tardes en la Regional, se inició el pasado
viernes 27 de abril, con la obra Cervantes
tiene quien le escriba, de varios autores.
Este libro es
una recopilación de veinte relatos que se hicieron para conmemorar el Cuarto
Centenario del fallecimiento del genio que cambió la literatura universal:
Miguel de Cervantes.
Esta tarde modera
Carolina Molina, que fue, junto con Ana Morilla, la coordinadora de este
proyecto. La acompañan Víctor Fernández Correas, autor de uno de los relatos, y
Eduardo Valero, especialista en temas madrileños (autor del blog «Historia Urbana de Madrid»)
Carolina nos fue
desgranando las curiosidades que vivieron en la creación de esta obra, como que
el título se le ocurrió a Ana Morilla por las poquísimas cartas que se
conservan del escritor, o la rapidez con que todos los autores a los que se les
ofreció participar contestaron afirmativamente, a pesar del poquísimo tiempo
con el que contaban para escribir un relato inédito con una parcelita de la
vida de Cervantes, por otra parte muy poco conocida.
Para mí fue una
sorpresa enterarme de que la cara de Cervantes que siempre hemos conocido, se
ha demostrado que no le pertenece, por lo que sólo podemos acercarnos a saber
su verdadero rostro a través de la descripción que él mismo hace en el prólogo
al lector de sus Novelas Ejemplares.
Dando por buena
la partida de bautismo encontrada en Alcalá de Henares del 9 de octubre de 1547
y la cercanía del día de San Miguel en una época en la que se solía poner el
santo del día, se puede asegurar, aunque sin demasiadas pruebas, que nació en
esta ciudad.
Aunque la
historia le lleva a la cárcel de Sevilla, lugar en el que comenzó a escribir
Don Quijote de la Mancha, en Argamasilla de Alba aseguran que fue en la Cueva
de Medrano en la que estuvo preso, donde escribió su obra maestra.
¿Fue un hombre
feliz? Probablemente no. No tuvo una vida agradable, quiso ser autor teatral
como Lope de Vega, al que admiraba y envidiaba a partes iguales, para vivir
bien y no pasar penurias económicas. Sufrió
largos cautiverios en Sevilla y en Argel, participó en la batalla de Lepanto,
enfermo de calentura y en la que terminó herido en el pecho y en la mano
izquierda, cuyo tendón quedaría dañado para siempre convirtiéndole en un
tullido, no en el «manco de Lepanto», otro de los grandes bulos que hay en
torno a su persona. Viajó por España e Italia, a las órdenes de distintos
señores, pero poco más se sabe de él.
Su vida, llena
de sinsabores, estuvo rodeada de mujeres: su madre, sus hermanas, su esposa, su
hija, sus sobrinas, que han dado lugar al mote de «cervantinas». Sus hermanas,
que sabían leer y escribir, para ganarse la vida, en una época difícil,
ejercieron de barraganas, definición poco conocida y que implicaba unirse a un
hombre mediante contrato, sin ser un matrimonio, pero disfrutando de los
privilegios de esposa. Es curioso como todo está inventado y nos recuerda a las
actuales «parejas de hecho». Se puede decir que Cervantes fue marcado por las
mujeres y a ellas les dedicó muchas de sus obras, pudiendo considerarse un
adelantado en cuanto a libertad y feminismo.
Gracias a Cervantes tiene quien le escriba,
podemos imaginarnos un poco más su vida, aunque seguirá siendo una gran
desconocida, pero lo realmente importante es la obra que nos ha dejado, convirtiéndole
en un personaje al que se le sigue leyendo, homenajeando y celebrando, cuatro
siglos después.
Almudena Gutiérrez
Felicidades por la publicación. Espero conseguirla pronto.
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