Pilar Muñoz nació en Pozoblanco (Córdoba), en 1967,
aunque reside en la capital cordobesa desde su infancia. Es licenciada en
Psicología ―Especialidad de Psicología Clínica― por la UNED y funcionaria de la
Administración General del Estado. Aficionada a la escritura desde la infancia
y apasionada de la vida, la psique y las relaciones sociales y humanas, hace de
la literatura un medio de entretenimiento con el que transmitir, además, la
realidad de nuestro tiempo y las emociones, reflexiones y sentimientos que
suscita en quienes la viven. Sus obras publicadas son Ellas también viven.
Relatos de mujer, Los colores de una vida gris, ¿A qué llamas tú
amor?, Un café a las seis y Aquello que fuimos (ficción
contemporánea). Por esta última ha sido galardonada con V Premio Literario de
Amazon de habla hispana.
La Revista Pasar Página no quería dejar
pasar la oportunidad de entrevistar a la que consideramos nuestra amiga, además
de colaboradora. Para la ocasión se han reunido Marina Collazo y Almudena
Gutiérrez para hacerle esta entrevista.
Marina Collazo-Almudena Gutiérrez —Buenas
tardes, Pilar. Lo primero, enhorabuena por este merecido premio.
»Cuando te convertiste en finalista, te
preguntamos por qué te habías presentado a este premio y nos respondiste: «Por
tres razones, fundamentalmente. La primera de ellas, porque pensé que tenía
algo bueno que ofrecerle al lector y que, además, podía estar a la altura de un
concurso literario donde sabía que se iba a medir con otras muchas buenas obras
y que debería enfrentarse, en caso de llegar a la final, a un jurado compuesto
—en su mayor parte— por escritores capaces de analizar no solo la calidad de la
historia, sino también todo aquello que la envuelve y la engrandece —narrativa,
personajes, trama, tensión…—, con independencia de otros criterios adicionales
que puedan tener también en cuenta a la hora de elegir a la ganadora.
La segunda de ellas, por visibilidad.
Creo que el Premio literario de Amazon sigue estando en el punto de mira de
muchos lectores, blogs literarios y otros medios de comunicación, y esto,
indudablemente, puede contribuir a que las miradas lectoras se centren un
poquito más en las novelas que se presentan y decidan, a partir de ahí, darles
una oportunidad. En un mundo literario en el que lo que no se ve, no existe,
esto es fundamental, al menos como arranque inicial; el boca-oreja y las
críticas posteriores ya se encargan luego de continuar la difusión.
La tercera, porque ganar este concurso
implica abrirle a nuestra obra una puerta importante, que comienza con su
publicación editorial y continúa con una campaña publicitaria y promocional que
nos resulta inaccesible a muchos de los escritores autoeditados»
AG — Ahora eres la flamante ganadora ¿Un
sueño cumplido?
PM — Un sueño cumplido, otro más, en
este caso el de abrir una puerta que me permita darle más difusión a una
historia que he construido con muchísimo mimo, con el reconocimiento y el apoyo
de un sello editorial que, sin duda alguna, me brindará herramientas de las que
no dispongo por mí misma como autoeditada.
MC — ¿Qué crees que ha cautivado al
jurado para elegirte ganadora?
PM — Por fortuna, he podido conocer en
parte —por sus propios comentarios— la opinión de algunos de los miembros del
jurado. Coinciden en una buena valoración de la narrativa, «elegante» e
«impecable», así como la profundidad de la historia, que Fernando Gamboa
califica de «deliciosa» y«real», y la originalidad de la trama.
AG — ¿Cómo y cuándo te comunicaron que
habías ganado?
PM — Fue muy anecdótico. Sonó mi móvil
alrededor de la una y media del mediodía. Yo iba conduciendo en dirección a
Madrid para presentar la novela por la tarde en El Dinosaurio todavía estaba
allí. Me puse atacada cuando, de reojo, vi en el visor que el número de
teléfono era de Amazon KDP. Mi marido atendió la llamada, pero claro, no
quisieron anticiparle nada, así es que quedé en devolvérsela en cuanto pudiera.
Busqué a la desesperada una salida de la autovía y a un lado de la carretera,
con el corazón desbocado por completo, escuché la voz de Carlos Liévano,
director de Amazon KDP, anunciándome que era la ganadora del concurso. No me lo
podía creer. Se me saltaron las lágrimas, me puse a caminar de un lado a otro y
a levantar los brazos como los púgiles de boxeo para que la familia que me
acompañaba supiera lo que pasaba J; más de un
conductor que pasara por allí pensaría que estaba loca. Por cierto, confieso
que guardo de recuerdo una foto del lugar, ¡ja, ja, ja!
MC — ¿Por qué sigue siendo tan difícil
ser mujer y triunfadora, sea en la faceta que sea?
PM — Porque seguimos asumiendo, en su
mayor parte y hasta en exclusiva, roles que deberían ser compartidos, y eso nos
limita el tiempo y la dedicación a determinadas facetas de nuestra vida
personal o profesional. Y porque sigue sobrevolando —por educación, mentalidad,
costumbre o intereses concretos— esa supremacía masculina que no deja de
hacernos sombra. Cuesta, socialmente hablando, pensar en una igualdad absoluta
en cuanto a valía y capacidad, y lo peor de todo es que, en muchas ocasiones,
las trabas para avanzar no solo las ponen los hombres, sino también nosotras
mismas, nuestras congéneres por una mera cuestión de envidia o competitividad.
Habrá que seguir peleando por cambiarlo, en todos los sentidos.
AG — ¿Qué crees que te espera ahora?
PM — No lo sé, esa es la verdad. Y
prefiero no pensarlo. Una de las muchas cosas que he aprendido en esta vida es
que hay que vivir el momento, a ser posible sin anticipar nada. Las
expectativas suelen ser malas consejeras. Quiero disfrutar de cada detalle
novedoso que me aporte esta experiencia, saboreándolo al máximo, empapándome de
las sensaciones que me produce, y lo voy a hacer según vayan llegando, sean los
que sean y cuando sean.
MC — ¿Qué libertad has encontrado en la
autoedición que no conseguiste en la publicación con editoriales
convencionales?
PM — No tengo una experiencia amplia con
editoriales convencionales, tengo solo una obra publicada por una de ellas que,
al ser independiente y pequeña, no ha podido regirse por las mismas directrices
de trabajo que otras mucho más reconocidas. En este caso concreto, y teniendo
en cuenta esa salvedad, diría que la posibilidad de gestionar la promoción y
difusión de la obra de una manera distinta a como lo han hecho ellos. Con
respecto a lo demás, el entendimiento fue muy bueno y hubo consenso en los
detalles (portada, sinopsis…), así es que no he sentido merma alguna de esa
libertad en relación con la autoedición.
AG — En estos diez años que llevas
dedicando mucho de tu tiempo libre a la literatura, ¿has pensado alguna vez
«tirar la toalla»? ¿Qué te ha empujado a seguir?
PM — ¿Me permites que te haga una
objeción? Apenas tengo tiempo libre, así es que el tiempo que le dedico a la escritura
forma parte de mis horas de sueño o de descanso, por eso en las etapas en las que
escribo me voy durmiendo por las esquinasJ. Dicho esto, te
diré que sí, que alguna vez he pensado en tirar la toalla por un cúmulo de
circunstancias personales y literarias. Pero me he dado cuenta de que ya llevo
las letras metidas en vena y que por mucho que intente acallarlas, fluyen, se
desbordan, sin que las pueda contener. Si a eso le sumas los amigos tan pesados
que tengo, que no cesan de repetirme una y otra vez: «no dejes de escribir nunca»,
lo que podría ser un abandono de toalla definitivo se transforma en lapsus de
tiempo indeterminado destinados a «recuperarme» para resurgir de nuevo.
MC — Todas tus novelas son de gran carga
emocional, ¿cómo es el proceso de escritura en ese sentido, cómo te afecta?
PM — Me afecta muchísimo, porque entro
en la piel del personaje cuando empiezo a escribir la historia y no salgo de él
hasta que termino, y eso puede durar más de un año. Para transmitir emociones
hay que sentirlas, aunque sea partiendo de una situación imaginada. Yo recreo
mentalmente esa escena, esa situación, y me dejo abducir por el personaje,
entera, sintiendo, viviendo, reaccionando como lo haría él para luego
expresarlo. Ha habido veces en las que, al terminar de escribir un capítulo o
una escena, he tenido que irme a la calle para airearme porque estaba fatal.
AG — ¿Te consideras, por fin, escritora?
PM —Qué pregunta más difícil, ¿no? Sabes
que le tengo muchísimo respeto a esa palabra, ¿verdad?, por eso me lo
preguntas. Creo que esa catalogación deberían hacerla personas ajenas a mí
misma, como los lectores o los buenos críticos literarios, porque «autor» es
todo aquel que firma una obra como suya, pero bajo mi punto de vista, ser
«escritor» implica una trayectoria, una cierta dedicación, un conocimiento —en
relación con un arte— que no se adquiere en dos días. Creo que estoy en el
camino y, según lo que se dice por ahí, bien orientada, así es que tal vez
podríamos empezar a hablar de «escritora», pero solo tal vez.
MC — Tu novela más extensa y profunda es
Los colores de una vida gris, con un desarrollo complejo y sorprendente,
¿conseguiste salir ilesa de ella?
PM — Ese desarrollo del que tú hablas,
que afectaba sobremanera a la protagonista, fue el mayor escollo que tuve que sortear,
la mayor dificultad, además de la trama, que tampoco era sencilla. No salí
ilesa de Los colores de una vida gris,
en absoluto, porque con ella aprendí muchísimo. Como diría mi madre, me metí en
camisa de once varas, porque la dificultad de su trama estaba por encima de mis
capacidades literarias en aquel momento, por lo que tuve que rehacerla,
reescribirla, repensarla y re-todo
hasta conseguir ponerle fin. Fue un ejercicio de empeño y superación que me
aportó muchos conocimientos nuevos por lo que tuve que investigar, leer y
practicar hasta terminarla.
AG — En la liga de fútbol hay un
pichichi, en tu libro Aquello que fuimos
¿Qué personaje gana el premio especial? ¿Porqué?
PM — Es complicado elegir, creo que
habría un empate a goles. Blanca lo ganaría por su valentía y madurez,
considerando su edad; Fuensanta, por su capacidad de superación, por su fuerza
interior; y la abuela Herminia, por su inteligencia emocional y su calidad
humana, adquiridas a base de experiencias vitales que han hecho que sea,
además, un pozo de sabiduría tan entrañable como real.
MC — No hay ninguna novela ni relato
escritos por ti que no nos haga reflexionar sobre algún tema. Es admirable tu
manera de engancharnos, removernos los sentimientos y, a la vez, hacernos
pensar con cada historia. ¿Podemos decir que ese es tu sello de identidad?
PM — Sin duda alguna. El intimismo y la
reflexión son el nexo común de todas mis obras. Puedo escribir historias de
géneros diversos: ficción contemporánea, románticas, eróticas, de intriga o
suspense…, pero siempre tendrán un poso de reflexión con tintes emocionales.
AG — Víctor Fernández Correas, de
nuestro equipo de redacción y muy amigo tuyo, nos pasa dos preguntas:
VFC — ¿Porqué escribes tan bien, jodía?
PM — He soltado una carcajada al leer la
pregunta, porque ese es Víctor, tal cual. No tengo ni idea, Maestro. Muchos
aseguran que a escribir se aprende, que no hay nada innato en ello. Yo
discrepo. Hay personas que parecen haber nacido con un gen artístico que les
permite crear sin apenas dificultad y lo que hacen, a partir de ahí, es
perfeccionar ese arte con el aprendizaje oportuno, así llegan a un nivel de
calidad al que difícilmente puede llegar quien no ha tenido la suerte de nacer
con esta predisposición especial, por mucho que estudie. Yo, aunque esté feo
decirlo, siempre afirmo que debí de nacer con algo dentro, porque mi dedicación
al estudio de este arte no justifica en absoluto lo que fluye de mí, ni lo que
termino plasmando en el papel.
VFC — ¿Qué te aporta la observación a la
hora de escribir?
PM — Todo. Mi literatura y mis historias
son realistas, construidas a partir de detalles captados de
la vida cotidiana, de lo que nos rodea y de quienes nos rodean, de lo que
acontece en esta sociedad en la que vivimos. Si no observara como lo hago, no
podría fundamentar ni sustentar las tramas de la manera en que lo hago.
Marina Collazo-Almudena Gutiérrez — Gracias
infinitas, Pilar, por dedicarnos tu tiempo en un momento de tantos compromisos.
Ha sido un placer conversar contigo.
Deseamos que disfrutes de este premio y que nos sigas deleitando con más
historias tan maravillosas como Aquello que fuimos.
Pilar Muñoz —
Gracias a vosotras por cederme un espacio en vuestra revista, por darme voz,
por ser amigas.
Marina Collazo Casal
Almudena Gutiérrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario