El Círculo de Bellas Artes, con un lleno absoluto, ha sido el lugar elegido para presentar en Madrid la última novela de Isabel Allende, Mi nombre es Emilia del Valle.
Acompañada de la periodista y escritora Silvia Intxaurrondo,
durante más de una hora ha contado anécdotas de su vida pero poco sobre su
novela.
San Francisco, 1866: una monja irlandesa, embarazada y
abandonada por un aristócrata chileno tras una apasionada relación, da a luz a
una niña a la que llama Emilia del Valle. Criada por su cariñoso padrastro,
Emilia se convertirá en una joven brillante de gran personalidad, autónoma e
independiente, que desafiará las normas sociales de su tiempo para profesar su
verdadera pasión y vocación: la escritura.
Con tan solo diecisiete años, publicará novelas de
aventuras bajo un pseudónimo masculino. Pero, enseguida, su mundo ficticio se
le quedará pequeño y decidirá optar al puesto de periodista que se le ofrece en
el periódico local para vivir de cerca la realidad.

Sus reportajes la situarán en el centro de la guerra, soportando situaciones de terrible violencia en el campo de batalla, en el hospital de sangre y en la cárcel, donde varias veces se debatirá entre la vida y la muerte. Al tiempo, vivirá -y sufrirá- el amor y conocerá también, entre bosques, lagos y volcanes, una tierra donde no llega el horror de la guerra y donde, tal vez, acabe descubriendo no solo su destino sino su propia identidad.
Una cautivadora e inolvidable historia de amor y de
guerra, de descubrimiento y redención, protagonizada por una mujer que,
enfrentada a los mayores desafíos, sobrevive y se reinventa. Emilia del Valle
es desde ya un personaje inolvidable del universo más fértil de Isabel Allende,
la saga Del Valle, que empezó con su obra maestra La casa de los espíritus y
continuó con Hija de la fortuna y Retrato en sepia.
La protagonista tiene cierto paralelismo con la historia de
la propia autora, como el abandono de su padre biológico, el cariño de su
padrastro, que murió en sus brazos con casi 102 años y su trabajo como
periodista en su juventud, en Santiago de Chile, en una revista que se podía
considerar feminista.
A sus 82 años, hemos encontrado a una oradora
extraordinaria, que sigue recordando Madrid con la tristeza por el recuerdo de
su hija y que tan magistralmente nos contó en su novela más íntima: Paula
(1994), pero que la enamora como ciudad, tanto, que si tuviese que cambiar su
lugar de residencia, California, porque las cosas se pusiesen del «color de las
hormigas», sería el lugar elegido para vivir.
Fue en Barcelona donde Plaza y Janés, le publicó su primera
novela, La casa de los espíritus, que la hizo mundialmente famosa, algo
que nadie esperaba.
Una de las curiosidades que ha explicado es que empezó a
escribir La casa de los espíritus un 8 de enero, en la cocina de su
casa, mientras los demás miembros de la familia veían la televisión.
Para su segunda novela, eligió esta misma fecha y, a partir
de ahí, no se atrevió a cambiarla por superstición y organización del trabajo,
por lo que siempre empieza sus historias un 8 de enero, aunque previamente se
haya estado documentando sobre el tema elegido.
No puedo resumir aquí todo lo que nos ha contado y lo que
hemos disfrutado escuchándola: ha hablado de sus maridos, de política, de los
reconocimientos recibidos, de la especial relación con su madre y su colección
de miles de cartas intercambiadas con ella a lo largo de los años y que ahora
han digitalizado, de la autobiografía que está intentando escribir …
Poco reconocida, a lo largo de los años, por las
instituciones en el mundo hispano, y en especial en su país natal, Chile, en
2010 le concedieron el Premio Nacional de Literatura de Chile. El próximo
jueves será investida Doctora Honoris causa por la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo, en un acto que se celebrará en el Instituto Cervantes de
Madrid. Este reconocimiento constituye la primera vez que una universidad
española le otorga este título a la escritora chilena.
Acabo este artículo con una frase que me ha gustado cuando
le han preguntado por el futuro: «El arco de la historia de la humanidad va
siempre hacia el progreso».
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Almudena Gutiérrez |
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