Mónica Gutiérrez nació y vive en Barcelona. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y en Historia por la Universitat de Barcelona (UB).
Apasionada lectora, escribe novela, relatos y poesía. En la actualidad compagina la escritura de ficción con la docencia y suele charlar de literatura con buenos amigos en su blog Serendipia.
Debutó en el mundo de la publicación con Cuéntame una noctalia, y las buenas críticas de Un hotel en ninguna parte, su segunda novela, mantuvieron a la autora durante más de un año en la lista de los más vendidos de Amazon.
Después publicó El noviembre de Kate y la última La Librería del señor Linvingstone.
No me gusta
mucho etiquetar las novelas que leo y por este motivo desconocía el método
narrativo llamado «feel good» hasta que descubrí a Mónica Gutiérrez e indagando
sobre ella me encontré con que se la considera una de las mejores escritoras de
este género en España.
Para aquellos
que no lo sepan «feel good» son
historias sencillas, en las que priman los buenos sentimientos y en las que la lectura busca dejar
un poso positivo. A mí personalmente me parecen cuentos de hadas para
adultos.
Pues dicho esto,
yo necesitaba leer algo que supiese que no me iba a decepcionar y que me
asegurase una sonrisa y recordé que tenía pendiente Un hotel en ninguna parte.
Resumen:
Cuando Emma
Voltarás acepta trabajar ese invierno en El Bosc de les Fades, un excéntrico
hotel emplazado en el corazón de un bosque, poco puede imaginar que va a
resultar ser la mejor de las segundas oportunidades que a veces concede la
vida. Sumida en el tiempo fuera de descuento de El Bosc de les Fades, Emma
descubrirá que la amistad y la esperanza pueden encontrarse en cualquier lugar,
por muy escondido que esté. Quizás de la mano de una camarera de habitaciones
hada madrina. O de una niña extraordinaria. O de un viejo escritor necesitado
de ternura. O de un cocinero que le abrirá las puertas de los escenarios. O de
un surfero que se hace mayor a su pesar. O de una jardinera susceptible,
preocupada por sus violetas. O, quizás, de la mano de un hombre huraño y
maravilloso, capaz de devolverle la ilusión de bailar sobre zapatos de cristal
entre las flores de un jardín encantado.
No importa que
el lugar en donde estés no aparezca en un GPS: cuando el amor viene a por ti,
te encuentra.
Sin mapas. Sin
prisas. Sin condiciones. Ven a perderte en El Bosc de les Fades.
Mi opinión:
Emma me ha
cautivado, pero no ha habido un solo personaje que no me haya parecido
maravilloso. Los hermanos Samuel y Tristán, el señor Linvingstone, el cocinero,
la camarera y su hija y el recepcionista gruñón.
La formula
narrativa, los correos electrónicos que escriben Samuel y Tristán a su madre y
Emma a su mejor amiga, nos sirven para familiarizarnos con todos los habitantes
del hotel, a través de lo que se cuenta en ellos y cómo se cuenta. Aunque nunca
podemos leer las respuestas, no es difícil imaginárselas y encariñarnos con las
dos destinatarias de los correos.
Pero por encima
de todo está el lugar, El Bosc de les Fades, ese enigmático hotel difícil de
encontrar, con algún que otro fantasma, o no, en el que Emma podrá
reencontrarse a sí misma y el lector envidiarla por no poder pasar allí unos
días.
Es una lectura
absorbente pero sencilla, bien escrita, bien construida, en la que podemos sentir
la música, la comida, las flores y hasta el olor del buen té.
No puedo más que
invitaros a leerla, no os decepcionará.
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