lunes, 21 de diciembre de 2020

Tierra firme

 

«Tengo un faro, pero no hay caminos. Los dibujé en la arena y el mar enfurecido los engulló.

Construí una barca con maderas viejas. Y con sus olas contra las rocas la golpeó.

Lo miré a los ojos y por su enfado le pregunté. Y me contestó que eran celos, que moriría si no estaba a mi lado, besando mis pies.

Insistió en que me quería. En que nadie me amaría nunca más que él.

Y yo le dije que se equivocaba al arrebatarme la libertad.

Que mi amor ahogaría si me mantenía presa. Que no lo volvería a mirar jamás.

Él dudó por un instante, sin comprender. Luego montó en cólera y se embraveció ante mí, salpicándome con una sentencia de sal:

«Antes muerta que dejarte marchar».

Entonces recordé que mi madre me había enseñado a nadar y que aún conservaba un faro para hacerme ver. Sin dudarlo un instante lo levanté y lo agité, aguantando valiente su marejada. Unos pescadores corrieron a socorrerme. Me agarraron de la mano y prometieron no soltarme, pasara lo que pasara. Y yo abandoné aquella isla improvisada que mi mar salvaje me construyó.

Quise pisar tierra firme.

Y con tiempo y entereza, restaurarme el corazón». 

Pilar Muñoz 

Microrrelatos de mujer



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