lunes, 5 de octubre de 2020

Y si digo, simplemente... No

 

Hoy nos cede nuevamente un relato Rafael Herrero Martínez, esperamos que os guste.


Estábamos en la cafetería del hotel Excelsior, charlando de todo un poco… De la película, sobre todo, claro… Era una reunión de trabajo, teníamos que terminar el guion, y no acabábamos de encontrar el desenlace. Algo no funciona. El Excelsior es el lugar de reunión preferido de Germán, un productor de cine importante, guionista, director, de esos triunfadores que consiguen todo lo que quieren… Nada se les resiste. Su móvil no dejaba de sonar; yo había dejado el mío en silencio. A veces, contesta, y otras lo apaga. Germán tiene algo especial… Es un hombre interesante, atractivo. Y él lo sabe.

Está hablando por teléfono, hace un gesto de fastidio, y de repente me dice… Anda, Marga, espérame en el apartamento, estaremos más tranquilos. No tardo. Ponte cómoda. Y luego me da la llave, y yo la cojo como si fuera lo más normal del mundo que él me diera la maldita llave de su apartamento. Yo lo que quiero es hablar de la película, del guion que estamos escribiendo, sólo eso. ¿Sólo eso?... ¿Por qué la cojo?... No lo sé… Me cabrea su seguridad. Extendió la mano, me sonrío, y siguió hablando por teléfono.

La terraza es increíble… Una botella de champagne muy fría en la cubitera, fresas, bombones… Un bouquet de rosas rojas. El decorado perfecto. No se le escapa ni un detalle. Ponte cómoda, eso me dijo. A veces me cuesta reaccionar, decir simple, y claramente: NO.

El loft es maravilloso, nos habíamos reunido allí con el equipo de dirección, pero solos nunca. Me quedo mirando las luces de la ciudad… Sé que con Germán me pueden ir muy bien las cosas. Es un hombre influyente, de esos que tiene una agenda milagrosa, contactos importantes, nuevos proyectos, nuevas películas, series de televisión… A su lado todo parece que está a tu alcance. Sería un salto en mi carrera. La posibilidad de hacer realidad mis sueños.

Yo sé lo que el quiere esta noche, lo que espera que pase en unos minutos… Y, yo… ¿Yo qué quiero? Voy al cuarto de baño, y me miro en el espejo… Y no me reconozco, pero me arreglo el pelo, me retoco los labios… Me pongo perfume… ¿Por qué me estoy mirando al espejo? ¿Por qué no me voy de una maldita vez? ¿Quiero liarme con él? ¿Quiero acostarme con Germán ahora, en este momento?... ¿Es eso?

Cuando entré en el ascensor, me sentí incómoda, como si todo el mundo supiese dónde voy, y a qué voy… El picadero de Germán, así lo llaman en la profesión… Ese lugar irresistible donde las mujeres se rinden a sus pies. Actrices importantes que quieren ascender un peldaño más, jóvenes que empiezan su carrera, modelos que buscan el triunfo rápidamente… Y ahora yo… Una escritora que ha publicado sólo una novela, sin demasiado éxito, una guionista no muy conocida en el mundo del cine. Llena de proyectos que a veces se quedan en eso, en proyectos. Historias que revolotean por mi cabeza.

Mi vida, mi pasión es escribir.

Planta treinta y seis del hotel Excelsior. Me gusta vivir en los hoteles. Tengo todo a mi alcance. Eso me dijo. Un ático con unas vistas que te caes de culo… Estoy nerviosa, como si fuera una jovencita. ¿Cómo he caído en la trampa? Es lo único que tenía claro cuando me citó en su hotel… No subir a su deslumbrante ático… Terreno peligroso. Él debe estar a punto de llegar, y sé lo que va a pasar, y entonces todo será más difícil. Y después me sentiré como una mierda.

Anda, Marga, espérame arriba. Germán, no tenía ninguna duda, sabía que iba a subir… Pero, ¿quién coño se cree que soy? Y ¿qué pasa si me quedo? Ya soy mayorcita, ¿no?

Me fui, no esperé a que Germán abriese la puerta de su majestuoso loft de la planta treinta y seis del hotel Excelsior, y me dijese, bueno, Marga, tenemos toda la noche por delante. Me perdí su sonrisa.

Tengo una sensación agridulce. Por un lado, he hecho lo que quería hacer, lo que me apetecía hacer: irme… Y por otro, pienso… A la mierda lo que pienso… No todos tenemos un precio.

No. No… Así de simple.

Y, llamo a Juan, y le digo… Te invito a una copa. Sí, una copa contigo… Sí.

 

Rafael Herrero Martínez




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