No tengo nada,
salvo esas letras que flotan
espumas que alimentan las aguas.
No tengo nada,
salvo ese devenir de las olas
que pienso con la mirada.
No tengo nada,
salvo la sal que mi beso acaricia
en el sabor de tu agua.
No tengo nada,
salvo mirar esta mar
desde esa mar de tu cara.
No tengo nada,
salvo esta mar adorada
que te escribo cada mañana.
Del Poemario Inédito de Ferran Garrido
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