Hoy recordamos un relato que Marina Lomar escribió para el número 20 de la Revista Pasar Página.
En el silencio del cuarto oscuro, los niños esperaban.
Agitados por el tedio de un día rutinario, intentaban permanecer callados y con
los párpados abiertos.
El aguijoneo del miedo siempre aparecía con las primeras
sombras y, en la soledad de sus camitas que lucían barrotes finos de madera,
temían la llegada de los monstruos que se arrastraban bajo sus ventanas y
rascaban los cristales.
El corazón en vilo, aguardaban. Algo se acercaba por el
pasillo. Silencio atento. La puerta crujió, tembló y se abrió despacio.
Permanecieron quietos, abrazados a sus peluches, mientras el clac clac resonaba
en el cuarto y ensanchaba sus corazoncitos: portaba canciones, cuentos, un
beso, anunciaba a María cuyo taconeo, clac clac, sonaba a ma má allí en el
orfanato.
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