NUNCA SUBESTIMES
UNA DECISIÓN, POR INSIGNIFICANTE QUE PAREZCA. EL RUMBO DE TU VIDA PODRÍA
DEPENDER DE ELLA.
Son
incontables las veces en que parecemos tener claro quién es víctima y quién
verdugo; a quién hemos de salvar y a quién culpar sin ninguna contemplación, a
pesar de contar con elementos mínimos, los que nos brinda el hecho de ser
testigos de un único suceso puntual, sin ahondar en nada más. No reparamos
entonces en la probable conjunción de ambos papeles, ni siquiera en su
alternancia dentro de un mismo ser. Como tampoco reparamos en la triste
realidad de que cualquiera de nosotros, y en cualquier momento, puede dejar
víctimas a su paso sin pretenderlo, incluso aquel que siempre juró que jamás
dañaría a nadie.
Esta historia no
habla de crímenes ni venganzas. Habla de decisiones, trascendentes o
intrascendentes, cobardes o valientes, que no solo condicionan nuestra vida,
sino la de aquellos que habitan a nuestro alrededor. Decisiones y acciones que
truncan el camino de los inocentes hasta convertirlos en culpables, para luego
enjuiciarlos moral y legalmente como si todo, absolutamente todo, fuera producto
exclusivo de su voluntad.
Pero... ¿en
realidad es así?
Resumen
En
plena juventud y tras cuatro años de ausencia, Blanca regresa a su Málaga natal
arrastrando una maleta y un pasado que no sabe si podrá afrontar.
En
otro punto de la ciudad, un año más tarde, Víctor recibe una llamada de
teléfono en relación con Fuensanta, su madre, que pondrá su vida en jaque
dejando al descubierto una estela de engaños en la que todos se verán
implicados, hasta descubrir una oscura verdad.
Vidas
con diferente origen, fuertemente marcadas por decisiones propias o ajenas de
aparente insignificancia. Futuros rotos que requerirán un máximo de valor,
fuerza y coraje para poderlos superar.
Mi opinión:
Antes de que esta novela se publicase ya sabía que
me iba a gustar, porque Pilar no escribe con palabras si no con sentimientos,
ya sé que me repito, pero es la verdad, me lo ha demostrado con sus novelas
anteriores y con sus relatos.
En esta última, los sentimientos que relata son tan
fuertes, en ocasiones tan duros, que hay que saber hacerlo muy bien para que el
lector se meta en la piel de cada uno de sus personajes. El amor entre madres e
hijos, incondicional aun cuando no queramos reconocerlo y nos pongamos una coraza.
El amor de pareja, tan dañino algunas veces, que nos pone una venda en los ojos
para ocultar el egoísmo del otro. El amor fraternal, que no siempre se fragua
conviviendo. Y, por supuesto, el amor del amigo, esa otra clase de amor, tan
necesario en el ser humano.
No estamos, ni mucho menos, ante una novela de amor.
Muy al contrario, es una novela dura, cruda, en la que la autora ha plasmado
con maestría temas muy actuales que no voy a enumerar porque se deben ir
descubriendo con la lectura.
Blanca y Fuensanta, dos mujeres contando su
historia, dos historias paralelas que nos van envolviendo, del presente al
pasado, para ir entendiendo todo, lo que ocurrió entonces, las decisiones que
tomaron y que han conformado sus vidas y la de los seres que las rodean.
También está Víctor, el tercer protagonista, que comienza siendo un poco
insulso, para ganarse al lector, poco a poco.
Y luego están los secundarios, esos personajes tan
importantes que sin ellos no habría historia y de los que tengo que destacar a
Herminia. He sufrido con ella, he llorado con ella, he oído su ¡Ay, niña!, como
un quejido, me ha encantado; siempre que piense en esta novela recordaré a esta
abuela tan especial.
Poco más puedo deciros, que es buenísima, que todo
va encajando a la perfección y que cierra el final con una superluna que nos
deja plenamente satisfechos.
Solo me queda invitaros a leerla con la seguridad de
que no os defraudará.
Almudena
Gutiérrez
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