Hoy traemos a nuestras páginas a la escritora Mercedes Gallego Moro, que
ha autopublicado su última novela Las
mujeres que no salen en los libros.
Una historia de amistad, de amor y
solidaridad que relata la vida de las mujeres que lucharon de forma anónima
para lograr una igualdad, que en pleno siglo XXI todavía no se ha conseguido.
Consuelo y Laura entablan amistad
de forma casual cuando ambas acuden a unas clases de francés. La primera,
abogada, hija de la burguesía madrileña y Laura, que tras la muerte de su
marido, se enfrenta a las dificultades que entrañaba ser mujer en la posguerra
española, a pesar de que antes de ser viuda, era ella la que llevaba las
riendas del negocio, una tienda de comestibles que ambos poseían en el
madrileño barrio de Chamberí.
A pesar de las diferencias
ideológicas y sociales que las separan, que con el tiempo se va diluyendo,
cuando se dan cuenta de que la única lucha posible en los años sesenta de una
posguerra que se prolonga en el tiempo, es lograr los mismos derechos que los
hombres.
Consuelo es detenida cuando
investiga la desaparición de recién nacidos y se inicia su carrera por la
supervivencia. Conoce a Lucie, una mujer que solo busca sobrevivir al hambre y
a la violencia que ejerce su marido sobre ella. Lucie resulta crucial para la
supervivencia de Consuelo.
Buenas tardes, Mercedes. Hoy
no eres la directora de la revista Pasar Página, sino una escritora que acaba
de publicar. ¿Qué esperas de esta novela?
Lo mismo que de todas las que escribo, que le guste a los lectores y
disfrutar cumpliendo el sueño de ser escritora.
Has dejado atrás el género
policiaco para internarte en una novela intimista, con tintes históricos.
¿Crees que conocemos todo lo que vivieron las mujeres en la posguerra española?
A la primera parte te diré que haces bien al decir «tintes
históricos», porque no es una novela histórica, sino ambientada en unos años
que me tocó vivir y recoge parte de mis recuerdos y los de otras mujeres coetáneas,
luchadoras anónimas de un feminismo que perseguía revertir el papel que se nos
había asignado.
»en cuanto a la segunda parte de la pregunta, creo que sí, que conocemos
nuestra historia, aunque sigo viendo sesgos dependiendo de quién la cuente.
Has enfrentado a personajes
muy fuertes, de muy diferentes ideas, sin dejar nada en el tintero: los
militares, la corrupción policial, el robo de niños, el maltrato en las
cárceles y en los calabozos de la policía y, por encima de todo, la lucha de la
mujer en una época en la que no era nada en la sociedad en la que le había
tocado vivir. ¿Cómo te has documentado?
He leído libros de Lidia Falcón para refrescar mi memoria de lo
vivido, puesto que la conocí, lo mismo que a otras teóricas del feminismo, como
son Magda Oranich, Nuria Pompeia, Victoria Sau, que además fue profesora mía de
Psicología Diferencial. En aquellos años setenta acudí a sus conferencias que
dieron forma a mi pensamiento y lograron despertar un feminismo que llevaba en ciernes, puesto que desde niña luché contra
las diferencias en mi propia casa cuando me obligaban a ayudar mientras a mis
hermanos no se les exigía nada, solo por el hecho de que eran chicos.
¿Qué personaje te ha sido más
difícil crear?
No quiero ser presuntuosa, pero la verdad es que no me cuesta
trabajo crear ningún personaje. Yo diría que antes de la trama ya pienso en
ellos. Les abro una ficha para anotar sus peculiaridades, sus tics, su físico,
la forma de ser… Les doy vida y son ellos los que escriben las novelas. Para mí
la mayor dificultad de este libro ha sido remodelar mi forma de narrar, coger
la voz adecuada, puesto que el género policiaco es escueto y conciso, algo que
no se ajusta a un tipo de novela como esta.
Siempre cuentas que, cuando
estás escribiendo, tus personajes hablan contigo, ¿qué te obligaron a cambiar
muchas cosas?
Es cierto. El primer personaje que se rebeló a mis planes fue
Leonor, la madre de Consuelo. Su determinación me obligó a volver al principio
de la novela para dibujar mejor su personalidad.
¿Qué has querido reflejar con
la portada elegida?
Mujeres de la época enmarcadas en el Madrid del momento y la
fotografía ilustra muy bien lo que buscaba.
Esta novela la has corregido
varias veces y ha estado tiempo reposando en un cajón ¿por qué?
Porque no terminaba de gustarme y las amigas a las que les di a leer
el manuscrito me exigían más. Vuelvo a lo de antes: fallaba la voz narrativa.
Creo que al final lo he logrado, pero eso ya lo dirán los lectores.
»Respecto a la voz, me gustaría hacer hincapié en este hecho, porque
estoy indignada con la clasificación que se hace de novelas calificadas de
policiacas o negras, solo por el hecho de incluir crímenes o delitos en su
trama. Insisto en decir que el género tiene su propio lenguaje, sus regla y no
es negro todo lo que reluce ni policiaca toda trama en la que intervenga la
policía.
Tu novela habla de amistad,
amor y solidaridad. ¿Cómo valoras estas tres palabras en tu vida?
El amor está sobrevalorado porque en definitiva es un sentimiento
egoísta en el que esperas lo mismo que das, sin tener en cuenta que cada uno
aporta en la vida lo que puede. En el amor no veo mucha solidaridad, en cambio
en la amistad sí. Para mí la amistad es el sentimiento puro por excelencia. A
mí me duele más la traición de un amigo que la de una pareja, porque te hace
mirar con desconfianza a las nuevas personas que se cruzan en tu vida. La
amistad se elige, el amor en la mayoría de las ocasiones es cuestión de química,
de deseo, y luego pasa lo que pasa…
Ahora escribes mirando al mar
¿Cómo influye en tu día a día?
Aunque he nacido en Castilla el mar forma parte de mi vida desde
niña. Los veranos en las playas de Rota, al principio, de Garrucha en mi juventud
y, más tarde, en Cataluña, donde viví más de cuarenta años, han hecho que añore
su presencia en cuanto me alejo de él. Influye mucho en mi estado de ánimo;
cuando me despierto cada mañana lo primero que hago es asomarme a la terraza y
saludarlo. Mirar un horizonte sin límite ensancha las ganas de vivir, de
disfrutar de la vida. Mis últimos años han sido muy sedentarios, vivir a la
orilla del mar me ha vuelto más activa, incluso me he aficionado a caminar,
algo impensable antes de vivir aquí.
¿En qué proyectos estás
trabajando?
Estoy haciendo un estudio del género negro y policiaco, pero para
mí, solo por el placer de saber. Ni siquiera lo escribo en el ordenador, sino
en una libreta en la que pego portadas, recortes… Un pasatiempo ilustrado.
»También estoy escribiendo mis memorias, también para mí y en una
libreta. A mano la escritura es más íntima y mi Montblac con más de cuarenta
años en mi vida, sabe más de mí que yo misma.
En nombre de toda la
redacción y en el mío propio, te deseamos mucho éxito con esta nueva novela.
Os doy las gracias, pero el éxito es haberla escrito, con eso me
conformo.
Almudena Gutiérrez |
Su obra:
La podéis encontrar en Amazon y en Kindleunlimited (cada foto os lleva a su enlace)
Una vez más os doy las gracias por vuestro apoyo. Estoy feliz porque sé que la revista Pasar Página va más allá de mi presencia. Nuestra redactora jefe, Almudena Gutiérrez tira del carro con su enorme energía.
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