Hoy se ha retirado un caballero del deporte español
y lo ha hecho de la mejor manera: colgándose el oro europeo por séptima vez
consecutiva, algo que no se conseguía desde la década de los treinta del pasado
siglo.
Desde que comenzó, su sonrisa ante las adversidades,
las faltas de apoyo fuera de su entorno familiar, tenerse que ir al otro lado
del Atlántico con menos de dieciocho años, y sus éxitos deportivos, han
conseguido que se ganase el respeto y la admiración de los que seguimos
habitualmente el patinaje artístico y nunca soñamos con ver a un español en
el podio, y de los que le han conocido ahora, a pesar de no interesarse por
este deporte.
En los doce años transcurridos desde su debut en un
europeo en Varsovia en 2007, nos ha dado tantas alegrías que va a dejar un
vacío importante pero, gracias a él, un deporte minoritario ha visto crecer el
30% sus licencias, y no aumentan más por falta de lugares para practicar
patinaje, algo que tal vez se pueda ir subsanando.
Con una gran sencillez, ha vuelto a su país para
presentarnos, en dos ocasiones, un espectáculo en el que su pasión por el hielo
pudiese llegar a toda clase de público, volcándose en la promoción de Revolution
On Ice.
Sus proyectos futuros seguro que irán ligados al mundo del
patinaje y a enseñar todo aquello que él ha aprendido. Ha abierto un camino
para que los que vienen detrás de él lo tengan más fácil en un país sin ninguna
tradición en este deporte que, a día de hoy, sigue sin abrir las noticias de
los informativos aunque su hazaña pase a la historia.
Hace unos días tuve el privilegio de entrevistar a
Paloma del Río que hoy ha sido la comentarista, la voz del patinaje,
en la despedida de Javier.
Sus emocionadas palabras, después de presenciar su
ejercicio, son una prueba de lo que ha significado este patinador:
«Bravo, bravo, Javier. Bravo. ¡Enhorabuena!.
Gracias por todo lo que has hecho por el
patinaje. Es emocionante.
Este es el último ejercicio de Javier en
su carrera profesional y es muy emocionante.
La de niños y niñas que le habrán visto,
lo que nos ha hecho disfrutar.
Sea la clasificación que sea, a sus pies
señor Fernández».
Y ya con la medalla de oro al cuello y
antes de que comience a sonar el himno de España, Paloma del Río se despide diciendo: «Ha sido un honor poder narrar todos los
éxitos de este patinador»
Un deportista querido que hoy se ha convertido en otro «Quijote»
que pasará a la historia con su Hombre de la Mancha y sus 271,59 puntos.
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