martes, 15 de enero de 2019

El último romántico de Carolina Molina.




Sinopsis:
Granada, 1890. La Alhambra acaba de sufrir su peor incendio. Sofocando sus llamas cae herido Max Cid lo que aprovechan sus detractores para incriminarle como autor del suceso. Hasta Madrid llega su hija Carmela a pedir ayuda al conocido novelista Benito Pérez Galdós con quien entablará una gran amistad. Max Cid es ya un reconocido periodista granadino que critica la destrucción del patrimonio histórico de su ciudad y por ello se ha creado grandes enemistades entre políticos y empresarios que ven con buenos ojos que Granada se modernice a cambio de destruir sus antiguos monumentos.

La autora:

Carolina Molina es una periodista y novelista española, dedicada a la novela histórica y especializada en la historia de Granada, ciudad a la que está vinculada desde hace más de veinte años. Su novelística también se amplía al género del cuento y la divulgación de la ficción histórica en todos sus ámbitos, como es el caso de la coordinación de jornadas literarias.
Si queréis conocerla un poco mejor, podéis visitar su blog carolinamolina.blogspot.com/

Mi opinión:

Este libro cierra la trilogía que comenzó con Guardianes de la Alhambra y continuó con Noches en Bib-Rambla. Los tres volúmenes se pueden leer de forma independiente pues la autora nos da suficientes pinceladas para que no nos perdamos.
El último romántico comienza en 1890 el día en el que La Alhambra se incendia. De este desastre se culpa a Maximiliano Cid, el protagonista.
A partir de este triste suceso, se va desgranando la vida de este hombre tan especial, con un honor fuera de toda duda y férreo defensor del patrimonio de Granada que, con las nuevas ampliaciones de la ciudad, los «pelotazos» urbanísticos que ya existían en el siglo XIX, las envidias y los políticos, están acabando con buena parte de los monumentos históricos, tanto las casas típicas levantadas a la orilla del río Darro, como las iglesias y palacios que desaparecieron para la construcción de la Gran Vía.
Con este panorama de fondo, y una creciente burguesía inculta que sabe más de toreros que de escritores o pintores, Maximiliano, Max para los amigos, nos va contando su historia en primera persona. Tanto lo que va ocurriendo, el día a día, como sus recuerdos.
La autora ha hecho una magnífica labor de documentación y ha conseguido unir los personajes reales con los de ficción. Así se pasean en nuestra lectura Pérez Galdós, Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, José Zorrilla o Ángel Ganivet, entre otros, con los inventados por la escritora, estableciendo una fluidez que nos hace dudar de cuáles son los reales y cuáles no.
A mí me han gustado particularmente las mujeres de esta historia. Empezando por Carmela Cid, joven muy inteligente y audaz, Delmira, Greta e incluso Rosita, tienen un protagonismo importante en la vida de Max, así como las que ya no están pero nos cuentan su historia, como la madre de Max o Valeria. Mujeres todas ellas muy bien descritas, tanto en lo físico como en el papel que desempeñan.
El lenguaje que usan todos los personajes, muy cuidado, nos sumergen en el siglo XIX, lo que ayuda a ir entendiendo la trama.
El capítulo dedicado a Manuel, Lolo, el hijo de Max, es de una ternura poco habitual en una novela histórica.
Creo que los lectores granadinos añadirán un plus al leer esta historia, ya que caminar por lugares conocidos ayuda mucho y yo he estado solo un par de veces en Granada y no me sirve para imaginar los paseos de Max. A pesar de ello he aprendido muchísimo sobre esta preciosa ciudad.
Aunque la historia queda totalmente cerrada, el último capítulo me hace pensar que algún personaje de esta novela pueda protagonizar una próxima.
Si os apetece conocer a Maximiliano Cid, en el contexto histórico en el que le ha tocado vivir, no dejéis de leer El último romántico.



Almudena Gutiérrez

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