PREMIO PLANETA: EL CONCURSO QUE NO LO ES
Cuando el galardón más mediático de las letras españolas parece más un escaparate que una oportunidad literaria real.

Ya escucho las justificaciones: «Con medio millón de euros en juego, no se lo van a dar a un autor anónimo; necesitan asegurarse las ventas. Con un nombre conocido, el retorno de lo invertido está garantizado». Y sí, ese es precisamente el meollo. Si Planeta quiere asegurarse las ventas, está en su derecho de premiar a quien le plazca; al fin y al cabo, hablamos de dinero privado. Pero entonces, no lo llamen concurso.
Porque eso crea una falsa ilusión entre quienes se presentan pensando que una gran editorial leerá, valorará y premiará su trabajo, para luego descubrir que el galardón vuelve a caer —una vez más— en manos de un autor ya conocido, y cada vez más mediático. Que conste: no critico la calidad de sus textos; muchos escriben de maravilla. Pero cuesta creer que solo se presenten al Planeta escritores con una carrera ya consolidada.
En las novelas premiadas hay de todo —buenas, malas y peores—, como en cualquier editorial o librería. Pero si el Planeta quiere presumir de ser un concurso literario, al menos debería garantizar un nivel de calidad proporcional al tamaño del premio en metálico. Que después guste o no la obra ganadora es otra historia, pero la calidad debería ser incuestionable.







