sábado, 1 de noviembre de 2025
jueves, 23 de octubre de 2025
«El señor del cuadro» de Manuel Guerrero de la Cruz
El señor del cuadro es una
novela que rinde homenaje a la memoria y al amor en tiempos de guerra.
Una historia conmovedora sobre las heridas del pasado, la
esperanza y la fuerza de los lazos familiares.
Publicada por la Editorial Adarve, se ha catalogado como novela de Memoria histórica.
Manuel Guerrero de la Cruz nos transporta a la Andalucía rural de principios
del siglo XX para narrar una historia de amor, lucha y dignidad en medio de un
país dividido. A través de la mirada de Dani, un joven que descubre el pasado
de su familia, el autor teje una trama donde el recuerdo se convierte en
resistencia, y el arte y la memoria se funden para devolver la voz a los
olvidados.
Sinopsis:
Nunca lo superó, se limitó a vivir. En las afueras de
Alcolea del Río, un pequeño pueblo sevillano bañado por el Guadalquivir, la
vida transcurre entre las viejas costumbres y los vientos de cambio que
anuncian una España convulsa. A través de los ojos de Dani en 1977, una
historia familiar silenciada por décadas empieza a desvelarse, conectando su
presente con un pasado tumultuoso que se remonta a 1925.
El señor del cuadro nos sumerge en la vida de Ángel, un
joven jornalero marcado por la lealtad y el honor, y María, una mujer cuya
sonrisa contagia la vida a pesar de un destino adverso. Su amor, puro e
inquebrantable, florece en un contexto de profundas desigualdades y la
creciente tensión entre terratenientes y campesinos, entre fascistas y rojos.
Manuel Guerrero de la Cruz teje una narrativa conmovedora
que honra a todas aquellas historias olvidadas y a las personas que sufrieron
la represión y el odio de una época tumultuosa. Una promesa de «estar juntos
para siempre», hecha en medio de la euforia y la tragedia, se convierte en el
hilo conductor de un relato que nos confronta con la dureza de la guerra civil
española y sus consecuencias más íntimas: la pérdida, la impotencia y la
incansable búsqueda de la dignidad.
Prepárate para un viaje emocional a las raíces de una
familia, donde el amor y la esperanza luchan por sobrevivir en un mundo que se
ha vuelto loco.
El autor
Manuel Guerrero de la Cruz. Barcelona, 1966. Se gradúa en
Contabilidad por la Academia de Prácticas de Barcelona. Desde niño siempre le
atrajo el arte, combinando el dibujo artístico con las letras. Pero no fue
hasta 2009 cuando escribió su primera novela. Su narración es tan fluida y
precisa como la que aquí presenta.
La novela está disponible desde el 21 de octubre.
miércoles, 1 de octubre de 2025
jueves, 4 de septiembre de 2025
«Una dama sin honor» de Arwen Grey
Sinopsis
Sir Percyval Huxtable es un
caballero que se esfuerza con toda su alma por aparentar ser indolente e
insufrible, pero su alma se estremece cada vez que alguien necesita su ayuda.
Lo que no se espera es que Prudence Prynne, una mujer alejada de la buena
sociedad tras cometer el mayor pecado que puede cometer una joven de buena
familia, le pida lo último que él está dispuesto a conceder: su mano.
Prudence tiene argumentos y una
personalidad difíciles de ignorar y Percy se verá pronto ante un dilema:
aceptar en matrimonio a una dama sin honor o dejar que pierda todo lo que posee
a manos de un hombre al que desprecia.
Dramatis personae
-Sir Percival Huxtable: un caballero
indolente con un insospechado sentido del honor
-Prudence Prynne: una dama sin
honor
-Lydia Prynne: su inocente prima
-John Prynne: un caballero con poca
vergüenza
-Wilkins: un hombre poco
recomendable
-Roderick P.: un abogado preocupado
UNA DAMA SIN HONOR
CAPÍTULO 1: LA CARTA
Percyval
Huxtable estaba repanchingado en su sillón favorito en el club, fingiendo leer
el Times, aunque sus conocidos sabían que era su momento favorito para
descabezar un sueño, cuando comenzaron los acontecimientos que cambiarían su
vida para siempre.
Por
supuesto, él no lo sabía. Y, de saberlo, no sabemos si habría actuado como lo
hizo. Pero el caso es que lo hizo, así que da igual hacer cábalas sobre qué
habría ocurrido si Percy no hubiera estado en el club, o si hubiera decidido no
intervenir o, quién sabe, ya estuviera dormido.
La
cuestión es que Percyval Huxtable estaba intentando dormir, pero no podía,
porque unas voces y unas risitas insidiosas se lo impedían. Durante unos
instantes pensó que una algarabía así era indigna de caballeros ingleses y que,
por tanto, alguien debería intervenir para que cesara de inmediato. Ni por un
momento se le pasó por la cabeza se planteó que ese alguien tuviera que ser él.
Al fin y al cabo, estaban en uno de los clubes de caballeros más prestigiosos
de Londres, y, por ende, del mundo. Pagaba una cuota astronómica para que el
personal se asegurase de que los miembros se encontrasen siempre en una
atmósfera civilizada.
Solo
por eso, era de lo más inconveniente que se escucharan esas risas estúpidas y
escandalosas, y más a una hora tan inapropiada como la de después de comer.
—Escuchad,
amigos, esta es mi parte favorita: todavía pienso con ardor en el tacto de
tus labios y tus manos en mi cuerpo. Estoy deseando volver a sentirte en mi…
Percy
abrió un ojo y lo clavó en el que había hablado.
Reconoció
a Wilkins incluso de espaldas. Vestía tan a la moda como era deseable y llevaba
tanta pomada en el cabello que sus ondas parecían esculpidas más que peinadas.
Ahora había bajado la voz y susurraba para deleite de sus compinches, que reían
como hienas.
Dejó
el Times a un lado con disgusto. De todas formas, ni lo iba a leer ni lo iba a
poder usar como tapadera. Al parecer, ninguno de los que rodeaban a Wilkins se
había dado cuenta de que él estaba ahí, a apenas un par de metros de distancia.
O quizás sí se habían dado cuenta y les importaba un ardite reírse así de una
dama en público.
—¿Volviste
a verla, Wilkins? —preguntó uno de los caballeros—. Aunque, si no la quieres
para ti, puedes compartirla. Una palomita así de ardiente no se ve todos los
días…
Percy
apretó la mandíbula al escuchar la voz de John Prynne, un antiguo compañero de
Oxford. Durante un tiempo habían mantenido una cierta amistad, pero John había
demostrado tener tan pocos escrúpulos como decencia. Le gustaba demasiado el
juego y derrochaba el dinero, sin importarle si era el suyo o el de sus amigos
o conocidos. Además, gracias a su atractivo, rompía los corazones de las
mujeres, sin importarle su clase o ascendencia, si estaban solteras o casadas.
—A
lo mejor quieres esperar a que acabe la carta para saber de quién es, Johnny…
—respondió Wilkins antes de soltar una carcajada impúdica que hizo que todos
los demás lo coreasen.
Después
de eso, levantó dicha carta en un gesto ostensivo.
John
Prynne trató de alcanzarla, pero Wilkins, mucho más alto y ágil que él, la puso
fuera de su alcance.
Desde
su asiento, invisible al parecer para los demás, Percy observaba la escena,
molesto sin saber muy bien el motivo. Esos hombres le caían mal. De hecho, le
caían terriblemente mal. Además, no le gustaba que Wilkins se burlase de una
antigua amante leyendo su carta delante de sus amigotes. Tampoco le agradaba
que le ofreciera a esa mujer a un hombre sin escrúpulos como John Prynne,
aunque fuera una capaz de escribir esas cosas.
—Sigue,
pues. Estoy deseando saber quién es la fierecilla que se ha atrevido a poner
por escrito todo eso. En persona tiene que ser como la pólvora —dijo John, con
ese tono de sátiro que tantas veces había sufrido Percy en sus tiempos
universitarios y aun después, hasta que sus caminos se separaron.
Wilkins
no se hizo de rogar. Alisó el papel, que parecía de buena calidad, y se aclaró
la garganta para deleite de sus compinches.
—Amado
mío…
—La
tenías bien atrapada, ¿eh, truhan?
—¿Quieres
saber más o qué, maldito seas? Amado mío… Me prometiste que me enseñarías
muchas cosas y me dijiste que no debía ser impaciente, pero… —Wilkins
volvió a callar ante los silbidos y las risas de sus amigos. Había hecho una
pausa y los miraba como un actor o un poeta a su público, deseoso de atención.
Volvió a levantar la carta y abrió la boca, listo para leer—: Oh, no sabes
cómo deseo volver a verte y…
Para
entonces, Percy ya había decidido que tenía bastante, de modo que abandonó su
mullida butaca, se alisó el chaleco y la levita y se acercó al grupo, que
estaba tan atento a las palabras de Wilkins que ni siquiera notó su presencia
justo tras ellos.
—Me
temo que va a tener usted que entregarme esa carta, señor Wilkins.
Wilkins,
que había seguido leyendo, pareció durante unos instantes ajeno a sus palabras,
hasta que vio la mano de Percy justo ante sus ojos. Entonces, resiguió su mano,
su brazo, pasando por su hombro hasta llegar a su rostro, donde se detuvo,
estupefacto.
—Lárgate,
Huxtable. ¿No ves que nos estamos divirtiendo?
El
coro de loros que rodeaba a Wilkins rio su chiste, aunque había perdido algo de
brillo.
—Deja
que Percy se una a nosotros. Seguro que le viene bien un poco de diversión.
Hace siglos que ha olvidado de lo que se siente.
Percy
se encogió al notar la palmada de John en la espalda, pero ignoró el comentario
y siguió con la mano extendida hacia Wilkins.
—La
carta, señor Wilkins, por favor. Comprenderá usted que no es digno de
caballeros leer la correspondencia privada a viva voz, y más cuando se trata de
damas. —Pudo ver cómo las mejillas de Wilkins enrojecían, aunque estuvo seguro
de que no por vergüenza—. Démela, o me temo que tendré que retarlo a duelo.
Wilkins
arrugó la carta en un puño y la guardó dentro de uno de sus bolsillos. Levantó
la barbilla y lo miró con gesto petulante.
—Los
duelos son ilegales. ¿Va a saltarse la ley un tipo como tú por una mujer a la
que ni siquiera conoces?
Percy
se preguntó cómo se había metido en aquello.
Solo
había ido al club a echarse una siesta, como cada día, porque en su casa era
imposible, con los niños de su hermano correteando por todas partes. Podría
haberse hecho el dormido, podría haberse quedado callado, como habrían hecho la
mayoría de los hombres… Pero él, a saber por qué, se había levantado y había
retado a duelo a ese idiota por una mujer desconocida.
Se
encogió de hombros y esbozó una sonrisa torcida.
—En
efecto, voy a hacerlo. Aunque también podría usted entregarme esa carta y
disculparse… Estaría comportándose como un caballero y todo acabaría bien y sin
problemas para los presentes.
Pudo
ver cómo la duda corría por el semblante de Wilkins. De no haber estado rodeado
de amigos, todos y cada uno tan estúpidos como él, habría cedido, pero no podía
hacerlo y quedar como un cobarde delante de ellos y de John Prynne.
Y
así fue cómo Percyval Huxtable fue a su club a echar la siesta y se encontró
retando a duelo a un idiota.
Y
también fue así como comenzó esta historia en la que un caballero aburrido
pensaba que salvaba a una dama, pero resultó que ella también lo salvaba a él.
* *
*
Prudence
Prynne se ajustó los anteojos para contemplar mejor el grabado que acababa de
recibir desde Francia. Había apartado con desdén la nota en la que se le
advertía que no era apta para todos los ojos, en especial los de una dama joven
e inexperta y blablablá… Ella era joven, aunque cada vez menos, al menos a los
ojos de la sociedad, aunque lo de inexperta…
Apartó
ese pensamiento y volvió a centrarse en la lámina. Mostraba el aparato
reproductor masculino en toda su gloriosa belleza. Había visto dibujos antes,
pero jamás ninguno con tanto detalle. Era magnífico, aunque no comprendía el
porqué de las advertencias a las damas. Al contrario, todas las mujeres, y
también los hombres, deberían formarse todo lo posible.
Ella
tenía la suerte de poseer una cierta fortuna y una biblioteca a su alcance
donde poder contemplar y estudiar cuanto desease, y sin interrupciones. Era
mejor no pensar en que esa calma no había sido del todo deseada en algún
momento, aunque ahora se había acostumbrado y no la cambiaría por nada.
—Acaba
de llegar una nueva carta del abogado.
Prudence
tapó el grabado para que Lydia no lo viera. Su prima no era tan abierta de
mente como ella, por muy partidaria de la educación que fuera. Las dos habían
abierto una pequeña escuela para las niñas del pueblo y daban clases cada día,
no solo de escritura, lectura, literatura inglesa, francés y bordado, que era
lo que ellas habían estudiado con su institutriz, sino que trataban de abarcar
todos los conocimientos que poseían, aunque fueran pocos: música, astronomía,
economía, política e incluso deportes. Aunque los padres de las chiquillas se
habían mostrado algo reacios al principio, las madres habían accedido con gusto
a enviar a las niñas, sobre todo al saber que, además de clases, las Prynne les
daban el almuerzo.
—¿Y
qué dice esta vez? Espera, no me lo digas: señorita Prynne, cásese o lo perderá
todo —dijo con voz grave y ostentosa.
Lydia
rio y se sentó a su lado en el banco acolchado, aunque en realidad era
demasiado pequeño para las dos.
Con
los anteojos, Prudence veía a Lydia demasiado cerca y un poco deforme, con los
ojos azules tal vez un poco demasiado juntos y la nariz muy grande, la boca muy
pequeña y, en definitiva, aspecto de duende. Y, aun así, tendría más
posibilidades de casarse que ella.
—Ha
dicho eso, más o menos —concedió Lydia, tratando de parecer optimista, aunque
había pocos motivos para serlo—. Y también ha dicho algo más… Creo que no
debería haber abierto la carta. Iba dirigida a ti.
Prudence
se quitó los anteojos para ver a Lydia bajar la mirada, sonrojada. Fuera lo que
fuera que había dicho el dichoso abogado, tenía que haber sido muy estúpido
para que Lydia no fuera capaz de mirarla a la cara.
Tomó
la carta que su prima le tendía y la leyó con creciente incredulidad.
Se
levantó de la banqueta, sin saber muy bien si sentirse indignada o triste. Tuvo
que releerla para comprender lo que decía.
Querida
señorita Prynne,
Espero
que se encuentre usted bien.
El
motivo por el que me dirijo a usted es para recordarle que el tiempo apremia
para solucionar sus asuntos. Sé que no está usted abierta a la solución más
evidente, pero le ruego que vuelva a pensárselo o poco podremos hacer antes de
que todo esté perdido.
Sin
embargo, hay otro asunto que me gustaría tratar con usted, y me temo que se
trata de algo grave. Recientemente se ha presentado en mi oficina un caballero
que asegura que tuvo con usted cierta… intimidad. Exigió una cantidad de dinero
a cambio de su silencio. Cuando le pedí pruebas de lo que decía, lo vi vacilar
y salió huyendo. Al hacerlo, vi que cojeaba.
Me
tomé la libertad de averiguar quién era y supe que se había visto envuelto
recientemente en un duelo. No fue difícil averiguar cuál era la causa de tal
hecho y quién su contrincante: el rival del caballero del que hablamos lo retó
a duelo por defender del honor de la dama autora de cierta carta. Y venció.
Señora
mía, sé que es usted reticente al matrimonio, pero en apenas seis meses perderá
usted todo lo que posee si no pasa por la vicaría. Y, por desgracia, pasará a
las manos de su primo John.
Le
adjunto las señas de sir Percival Huxtable, el hombre que retó a duelo al
caballero que difamó a cierta dama autora de cierta carta. Tal vez tenga usted
algo que proponerle.
Atentamente,
Suyo,
Roderick
P. abogado
Prudence
apartó la carta de Roderick P. abogado y suspiró. La lectura había sido sin
duda confusa y había muchas lagunas en los acontecimientos, sin embargo, lo
esencial estaba claro: tenía que casarse y el tiempo apremiaba. Lo demás poco
importaba.
Volvió
a leer el nombre del hombre que había retado a duelo a Phillip Wilkins, al
parecer para defender su honor. Percival. Percy. Era un nombre bonito para un
marido. Si es que él aceptaba como esposa a una mujer sin honor, claro.
lunes, 1 de septiembre de 2025
martes, 8 de julio de 2025
Presentación del Premio de Novela Fernando Lara 2025
Ya sabéis que Madrid mantiene durante casi todo el año una actividad frenética en cuanto a literatura se refiere, pero sí que es verdad que, durante los meses de julio y agosto, las editoriales suelen tomarse un pequeño descanso.
La presentación por excelencia que cierra la temporada literaria es sin duda la del Premio de Novela Fernando Lara, de Editorial Planeta, con el inestimable patrocinio de Axa Seguros, al que la Revista Pasar Página fue invitada y a la asistimos con mucho gusto.
El prestigioso galardón ha recaído este año en Sergio Vila-Sanjuán y su novela "Misterio en el Barrio Gótico".
La presentación corrió a cargo del también escritor Javier Sierra, que además se encuentra en plena promoción de su última novela El plan maestro.
Aunque la fecha elegida fue el uno de julio (suponemos que por cuestiones de agenda), al acto acudieron muchísimos escritores consagrados de la “casa” así como numerosa prensa, blogueros y amantes seguidores del mundo literario.
El premio se creó en 1996, y lleva el nombre del hijo menor de José Manuel Lara Hernández presidente del Grupo Planeta y del que fue consejero delegado hasta su fallecimiento a los 38 años en un trágico accidente.
Puestos ya en antecedentes, os contaremos que la presentación de la novela, se configuró como un diálogo entre amigos escritores en los que se develaron algunas de las claves de la trama y los personajes de la obra, que nos dejó con muy buen sabor de boca y con bastantes ganas de leerla. Recordemos que Javier Sierra es un genio en esto de contar misterios, y creemos que, en este caso, lo hizo con total justicia al hablar de la novela de Vila-Sanjuán.
Baste decir que la carta de presentación de Misterio en el Barrio Gótico es la siguiente: Unas cartas anónimas, un cadáver oculto y una ciudad que nunca olvida: una novela que recorre el alma secreta de Barcelona.
Por cierto, un dato curioso que salió a relucir durante la presentación, si pensáis que el barrio gótico de Barcelona es el gótico primigenio, estáis en un error. Es de finales del siglo XIX y sí que se reconstruyó sobre las ruinas del antiguo sitio gótico siguiendo a veces los planos antiguos que aún quedaban en los viejos archivos, pero nada más.
Se habló mucho también de la sincronicidad que definió Carl Jung sobre los acontecimientos que suceden en la vida, y de lo mucho que tenía que ver ello con la trama de la novela.
Contaos también que el autor premiado estaba muy orgulloso de recibir este premio porque es un premio que fue otorgado por primera vez en 1996 a su querido y admirado Terenxi Moix y a su novela El amargo don de la belleza. Fue un breve momento muy emotivo.
La novela es una novela corta, muy entretenida e ideal para pasar un buen rato en este verano, por lo que desde aquí, os la remendamos sin lugar a dudas.
El acto se cerró con un cócktel en el salón principal del Hotel Intercontinental de Madrid, lo que dio lugar a múltiples corrillos y charlas con viejos y nuevos conocidos del mundo literario, y que cerró una tarde-noche de verano maravillosa.
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| CONCHA YUNTA |
lunes, 30 de junio de 2025
viernes, 13 de junio de 2025
Presentación Freire&Jane Austen
Espido Freire y Aurora García, unieron sus conocimientos para mantener una interesantísima conversación sobre la historia de Jane Austen, el tiempo en el que vivió, su obra y la historia del perfume, las sensaciones que crea y cómo han ido llegando a nuestros días cada una de las fragancias.
Se celebra al 250 aniversario del nacimiento de Jane Austen
y, como os hemos contado en el número 85 de Pasar Página, Espido Freire y
Myfest Perfumes se han unido para crear Freire&Jane Austen,
con un libro, Dos tardes con Jane Austen y cuatro fragancias de Myfest
Perfumes, que nos pueden recordar, por uno u otro motivo, el universo de
esta autora.
historia que nos contaron, de una forma amena, tanto Espido Freire como Aurora García sobre literatura y perfumes.
La escritora, especialista en Jane Austen, a cuyo estudio a
dedicado veinte años, nos sorprendió con sus amplísimos conocimientos sobre
cine, perfumes, y todos los temas que salieron en las casi dos horas de
coloquio. La conversación se salpicó de muchísimo humor, consiguiendo que la
atención de los que allí estábamos, no decayese en ningún momento.
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| Almudena Gutiérrez |
domingo, 1 de junio de 2025
jueves, 29 de mayo de 2025
Presentación de «LA MUERTE DE CONSTANTINO» de Álvaro Lozano
Contó, como curiosidades, que el primer capítulo escrito fue
el correspondiente al Concilio de Nicea, que no corresponde al inicio de la
historia, que los pocos libros con los que se ha podido documentar están
escritos en inglés, y la inutilidad, en su caso, de la IA que le ha servido más
para contrastar que, en estos temas, no es fiable.
miércoles, 21 de mayo de 2025
Presentación «Mi nombre es Emilia del Valle» de Isabel Allende
El Círculo de Bellas Artes, con un lleno absoluto, ha sido el lugar elegido para presentar en Madrid la última novela de Isabel Allende, Mi nombre es Emilia del Valle.
Acompañada de la periodista y escritora Silvia Intxaurrondo,
durante más de una hora ha contado anécdotas de su vida pero poco sobre su
novela.
San Francisco, 1866: una monja irlandesa, embarazada y
abandonada por un aristócrata chileno tras una apasionada relación, da a luz a
una niña a la que llama Emilia del Valle. Criada por su cariñoso padrastro,
Emilia se convertirá en una joven brillante de gran personalidad, autónoma e
independiente, que desafiará las normas sociales de su tiempo para profesar su
verdadera pasión y vocación: la escritura.
Con tan solo diecisiete años, publicará novelas de
aventuras bajo un pseudónimo masculino. Pero, enseguida, su mundo ficticio se
le quedará pequeño y decidirá optar al puesto de periodista que se le ofrece en
el periódico local para vivir de cerca la realidad.

Sus reportajes la situarán en el centro de la guerra, soportando situaciones de terrible violencia en el campo de batalla, en el hospital de sangre y en la cárcel, donde varias veces se debatirá entre la vida y la muerte. Al tiempo, vivirá -y sufrirá- el amor y conocerá también, entre bosques, lagos y volcanes, una tierra donde no llega el horror de la guerra y donde, tal vez, acabe descubriendo no solo su destino sino su propia identidad.
Una cautivadora e inolvidable historia de amor y de
guerra, de descubrimiento y redención, protagonizada por una mujer que,
enfrentada a los mayores desafíos, sobrevive y se reinventa. Emilia del Valle
es desde ya un personaje inolvidable del universo más fértil de Isabel Allende,
la saga Del Valle, que empezó con su obra maestra La casa de los espíritus y
continuó con Hija de la fortuna y Retrato en sepia.
La protagonista tiene cierto paralelismo con la historia de
la propia autora, como el abandono de su padre biológico, el cariño de su
padrastro, que murió en sus brazos con casi 102 años y su trabajo como
periodista en su juventud, en Santiago de Chile, en una revista que se podía
considerar feminista.
A sus 82 años, hemos encontrado a una oradora
extraordinaria, que sigue recordando Madrid con la tristeza por el recuerdo de
su hija y que tan magistralmente nos contó en su novela más íntima: Paula
(1994), pero que la enamora como ciudad, tanto, que si tuviese que cambiar su
lugar de residencia, California, porque las cosas se pusiesen del «color de las
hormigas», sería el lugar elegido para vivir.
Fue en Barcelona donde Plaza y Janés, le publicó su primera
novela, La casa de los espíritus, que la hizo mundialmente famosa, algo
que nadie esperaba.
Una de las curiosidades que ha explicado es que empezó a
escribir La casa de los espíritus un 8 de enero, en la cocina de su
casa, mientras los demás miembros de la familia veían la televisión.
Para su segunda novela, eligió esta misma fecha y, a partir
de ahí, no se atrevió a cambiarla por superstición y organización del trabajo,
por lo que siempre empieza sus historias un 8 de enero, aunque previamente se
haya estado documentando sobre el tema elegido.
No puedo resumir aquí todo lo que nos ha contado y lo que
hemos disfrutado escuchándola: ha hablado de sus maridos, de política, de los
reconocimientos recibidos, de la especial relación con su madre y su colección
de miles de cartas intercambiadas con ella a lo largo de los años y que ahora
han digitalizado, de la autobiografía que está intentando escribir …
Poco reconocida, a lo largo de los años, por las
instituciones en el mundo hispano, y en especial en su país natal, Chile, en
2010 le concedieron el Premio Nacional de Literatura de Chile. El próximo
jueves será investida Doctora Honoris causa por la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo, en un acto que se celebrará en el Instituto Cervantes de
Madrid. Este reconocimiento constituye la primera vez que una universidad
española le otorga este título a la escritora chilena.
Acabo este artículo con una frase que me ha gustado cuando
le han preguntado por el futuro: «El arco de la historia de la humanidad va
siempre hacia el progreso».
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| Almudena Gutiérrez |










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